Es realmente impresionante que en pleno Siglo XXI aún se hable de plusvalía en los términos en que se plantea en Venezuela, de la misma forma en que se hablaba en el mundo a principios del siglo pasado. ¿Qué es la plusvalía? En líneas generales son las ganancias que obtienen los dueños de fábricas y empresas (medios de producción) tras comercializar lo que producen.
El socialismo real y el comunismo coinciden que ello es una aberración, porque esas ganancias son el producto del esfuerzo de los trabajadores (fuerza de producción), por tal motivo no se la deben embolsillar los dueños de los medios de producción sino la fuerza de producción, los trabajadores. ¿Qué tan cierto, falso, bueno o malo es este planteamiento? En primer lugar es necesario recalcar que quien honestamente, a través de su esfuerzo y dedicación, haya podido constituir alguna empresa no puede ser tachado de explotador u oligarca, es condición humana querer prosperar conforme a nuestra capacidades, sobretodo, conforme a nuestra disposición de superación. Lo que sí es reprochable es la usura, la explotación laboral, la evasión fiscal, pero es labor fundamental de las instituciones públicas evitar estos lamentables flagelos. Alguien que haya constituido una fábrica, una empresa, una industria bajo términos legales, de honestidad, lejos de ser reprochado prejuiciosamente debe ser emulado, pues es su esfuerzo el que genera crecimiento económico, ingresos al fisco nacional y empleos, puestos de trabajos, lo que nos lleva a la segunda aclaratoria. No todos tenemos la capacidad o disposición de llegar ser dueños de empresas, no por ello estamos condenados indefectiblemente a navegar en el ocio, en la improductividad, en las ayudas públicas, pues justamente a través de nuestras capacidades y destrezas laborales podemos percibir un salario.
Ahora bien, es la institucionalidad de cada país (los gobiernos / las leyes) quienes deben funcionar para que estos sueldos sean justos, suficientes, con poder adquisitivo, protegidos de procesos inflacionarios, el que los sueldos alcancen no depende de los empleadores sino de las condiciones económicas, fiscales y financieras del país. Cuando estas condiciones son positivas los empleados a través de sus trabajos satisfacen plenamente sus necesidades, incluso, sus empleos pueden propulsarlos a nuevas iniciativas productivas, crear sus propias empresas.
Al respecto veamos algo que tiene que ver con el tercer punto; pretender que los medios de producción deben ser exclusivamente del estado o socializados trae consigo un grave cercenamiento de la condición humana, es imposible el crecimiento personal o familiar, este modelo le coloca un límite, obliga a la igualdad material. Por favor responda a la siguiente interrogante ¿Sí le dieran la oportunidad de decidir entre ser dueño de una empresa o empleado de ella por cuál de las dos opciones se decidiera usted? Obviamente por la primera y ello no es malo, malo es no aspirar a más, a la superación, a alcanzar cada vez más metas superiores.
Cuando los medios de producción son estatales o socializados esas aspiraciones humanas de superación se castran, sin mencionar que estos experimentos de estatizar o socializar todos los medios de producción han redundado en modelos fracasados que solo han deparado élites políticas atornilladas al poder y mayores niveles de pobreza que los que encontró. Así pues, insistimos, la economía de cada país es tan buena o mala según sea su institucionalidad, pues la economía no responde a ideologías sino a la aplicación de políticas correctas, en el momento en que se deben.
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