Es sorprendente como la influencia de los rasgos culturales de otras regiones, sobretodo de países poderosos, se ha infiltrado en nuestra sociedad desplazando nuestras costumbres. Es la transculturación, la negación de lo nuestro para darle paso a lo foráneo permitiendo que las nuevas generaciones lo tengan como algo propio de nuestra cultura.
El mejor ejemplo de lo dicho arriba queda demostrado con mayor significancia en estos días cuando celebramos la Navidad, fecha que se supone es el nacimiento del Niño Dios y que festejan las comunidades e iglesias cristianas en distintas partes del mundo, todas con un solo propósito, desear la paz en nombre de Jesús el redentor. Independientemente del verdadero origen de la Navidad, lo cierto es que en nuestra cultura venezolana, así como en nuestros países vecinos y hermanos esta se viene celebrando desde lo tiempos de la colonia y ha quedado sembrada como parte de nuestro folklor. Así es como celebramos dicha fiesta con homenajes al Niño Jesús construyendo pesebres y cantándoles villancicos y aguinaldos según la región.
Aquí en Venezuela, como en otros países es tradición decirles a los niños que portándose bien el Niño Jesús les traerá los regalos y juguetes que mediante una carta ellos le hagan con sus peticiones. Esa es una magia que todos vivimos cuando niños y aun se mantiene, pero que poco a poco ha ido desapareciendo para darle ese merito a un tal San Nicolás, Papá Noel o Santa Claus, que es el mismo musiu venido de tierras extrañas e invento de las transnacionales para vendernos sus productos y a través de la influencia mediática convertirnos obligados consumidores de toda la chatarra que fabrican.
Son muy pocos los pesebres que se ven en los hogares, sobretodo en los de clase media para arriba, e incluso en muchos humildes. Ahora todo es San Nicolás. En Las escuelas, tanto privadas como públicas se les rinde tributo a este mítico personaje olvidándose o dando apenas un escueto espacio al Niño Jesús, que es la verdadera imagen de la celebración navideña.
Otro ejemplo es la llamada fiesta de hallowen, celebración satánica venida de Gringolandia y que aquí celebran los enfermizos lacayos del imperio, precisamente el día los difuntos, que en lugar de fiesta es de conmemoración luctuosa. Pero usted habrá observado como los niños van a la escuela vestidos de brujos y brujas y en las noches sus padres por igual se visten como tales y se van de bonche a las discotecas o reuniones privadas a celebrar algo que está muy lejos de nuestros valores.
Esperemos que algún día la gente le devuelva su trabajo al Niño Jesús y deje de meterles en la cabeza a los niños que San Nicolás es nuestro.
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