"¡El sistema se hunde, hagamos peso!" fue una de las consignas del famoso Mayo francés de 1968. Todos los movimientos de los finales de esa década de los 60, estaban signados por una posición política antisistema. No se trataba de un fenómeno local. El mundo entero ardía y el movimiento estudiantil universitario lideraba la vocería de la inconformidad que abarcaba a todos los sectores sociales, bajo un espíritu antiimperialista y anticapitalista, aunque no siempre expresado así de manera explícita.
El sistema, todo sistema, es un complejo de acciones y de ideas que, con respuestas a estrategias, conforman una realidad armónica de dominación o de resistencia en una sociedad de clases.
Con el capitalismo se puede hablar de un sistema de dominación en el que convergen factores productivos, relaciones en función de ellas e ideología para el sustento y perpetuación de la explotación. El socialismo es también un sistema, pero en gestación, una utopía, el sueño de la libertad en manos del proletariado.
Un sistema que se derrumba y contra el cual seguiremos haciendo peso, el capitalismo, y un antisistema que genera su sistema propio, a partir de los imperativos de la igualdad, de la libertad, del amor y de la humanidad.
Esta macro realidad social, de sistema y antisistema, se puede trasladar a realidades más pequeñas, como la de la comunicación. Y más pequeñitas todavía, como la de la comunicación en la Venezuela de Revolución Bolivariana. Y, si quisiésemos centrarnos en un foco, también en una fecha, finales del año 2012, cuando el Comandante Supremo Hugo Chávez nos invita a pensar un sistema de comunicación y no en una sumatoria de medios que, finalmente, no son nada, la reflexión se complejiza.
Es a la altura de esta problematización donde hemos pensado la pregunta con la que titulamos esta nota: ¿Destruir o alentar el sistema? Finalizada la reflexión propuesta por el Comandante Supremo, surgió una respuesta institucional que no logró consolidarse. Hoy estamos en cero. En punto muerto. Seguimos sin un Sistema de Comunicación e Información y las políticas del Estado no son nada claras en este sentido.
No es un tema personal, no es un tema de tendencias, es un tema de vitalidad de la revolución. Y no se puede entregar a "los jóvenes" para que lo resuelvan. No es un asunto generacional ni de especialistas. Es un asunto de clase. El proletariado debe estar al mando y determinar el perfil del nuevo sistema antisistema. La comunicación es un terreno de batalla para alcanzar la Patria nueva y socialista, no podemos seguir haciendo lo mismo, se trata de "hacer a lo extraordinario, cotidiano".