La planificación es parte de la vida diaria, donde las necesidades son múltiples y los recursos son escasos. Planificamos hasta para traer al mundo a otros seres, para sostenernos viviendo, para conseguir recursos y hacer nuestra vida más confortable; para ello nos preparamos intelectualmente, invertimos y trabajamos. Todos los actos de nuestra experiencia son generalmente planeados; podrían exceptuarse aquellos incidentes en que, por lo imprevisto, surgen sin darnos tiempo a planificar, entonces nos guiamos por el instinto, por el impulso que provoca el mismo incidente.
En el mundo complejo de la sociedad del conocimiento, donde la cotidianidad ahoga en múltiples problemas creados por la industrialización y por el poco cuidado que se le tiene al entorno natural, la planificación, con sus estrategias, tácticas proyectos y fases técnicas, resulta vital e imprescindible.
Es así que en el mundo occidental se han ensayado diversos modelos de planificación, que en sus momentos históricos han dependido del enfoque político, sistema económico o paradigmas de tipo científico tecnológico. El auge de una sociedad industrial bajo los modelos administrativos tayloriano y fayoliano, permitió el desarrollo de una planificación normativa, donde la linealidad, parcelamiento, objetivismo y medición de la realidad eran lo fundamental. Para la década del ochenta del siglo pasado, con base en las obras de Kaplan y Norton, se inició el boom de la planificación estratégica impulsada por el auge de la teleinformática y el manejo de grandes volúmenes de información.
La influencia de la ciencia y tecnología de finales del Siglo XX, y comienzo del siglo XXI, las nuevas metodologías de construcción de conocimientos, los nuevos modelos administrativos, las macrotendencias en el mundo económico, social y político, obligan a transitar caminos distintos en materia de planificación, a través de las cuales se planifica en incertidumbre, con datos relativos y para fenómenos cambiantes y multidimensionales.
Muchos autores han asumido una conceptualizado distinta de planificación, alejándola de ese punto de vista tecnicista que, en ocasiones, la ha capsulado al punto de sólo tener acceso a ella un grupo elitesco del mundo académico e institucional. Freddy Arráez (1995), la define como un proceso mediante la cual los decisores en una organización, analizan y procesan información de su entorno interno y externo, evaluando las diferentes situaciones vinculadas a la ejecutoria organizacional para prever y decidir sobre la direccionalidad futura.
Otro autor es Julio Corredor (2007), para quien concibe que en la planificación hay variantes en la percepción actual de la planificación; ahora se aprecia una planificación Integral, definida como el proceso mediante el cual el logro de los objetivos exige la incorporación de todos los factores inherentes a la organización donde se produce la necesidad de planificar. Jorge Ahumada, en su momento, aportó una conceptualización de la planificación como una metodología para escoger entre alternativas que se caracteriza, porque permite verificas la prioridad, factibilidad y compatibilidad de los objetivos y permite seleccionar los instrumentos más eficientes.
En la mayoría de las definiciones de los estudiosos del área de planificación, se aprecian características más o menos comunes: la planificación es una metodología para la toma de decisiones; la planificación intenta optimizar el logro de los objetivos; la planificación trata de hacer coherente los objetivos con la disponibilidad de recursos y necesidades; la planificación es reflexión del presente para convertirla en reflexión sobre el futuro; la planificación es un proceso social; la planificación es un esfuerzo deliberado de cambiar una situación que resulta insatisfactoria; y la planificación intenta elegir racionalmente las alternativas que mejor se ajustan a los valores de quien las elige.
En este sentido, la mayoría de los autores coinciden en que la planificación es un proceso administrativo y como tal opera en las organizaciones. En el contexto específico de las organizaciones, la planificación es el proceso mediante la cual se decide la direccionalidad de las organizaciones. Se fijan objetivos futuros y se trazan trayectorias para la consecución de tales objetivos. También, la planificación permite el equilibrio adaptativo de la organización a su entorno procurando responder eficientemente a las demandas ambientales a partir de un flujo constante de información.
No obstante, se puede cerrar una segunda brecha del círculo definitorio de la planificación, esgrimiendo que es un componente del proceso de gestión, entendiendo por gestión la conducción del funcionamiento y desarrollo de un sistema, sea este una organización o parte de ella y los procesos que involucra. La gestión, y por ende, la planificación se relacionan con el gobierno de los sistemas. De allí que la planificación tiene como finalidad facilitar el gobierno de las organizaciones estableciendo la direccionalidad que las mismas deben asumir en el futuro y encauzando el esfuerzo colectivo en la dirección trazada.
El proceso de planificación situacional socialista se convierte en un instrumento de gestión, de negociación y de control organizacional. En ese sentido, el plan permite orientar la toma de decisiones, por cuanto contiene una serie de decisiones programadas a ejecutar en el futuro. Al plantearse los objetivos y la trayectoria a seguir producto de la búsqueda de consenso entre actores, el plan permite comunicar las expectativas y aspiraciones de grupos e individuos en la organización. Finalmente, el plan señala metas e indicadores que se convierten en referencias o standard para el control de la gestión.
En términos de proceso, diferentes autores plantean el mismo integrado por varias etapas, algunas de tipo secuencial otras incorporando la retroalimentación de etapas. Todos los autores coinciden en señalar que el proceso se inicia con un diagnóstico, estudio o investigación de la situación o realidad a planificar. Posteriormente se pasa a una etapa de programación, elaboración o formulación de alternativas que se discuten y deciden colectivamente para pasar después a una etapa de ejecución o aplicación y control. Por último, una vez se ejecuta el plan se procede a su evaluación. En resumen, el proceso se plantea en las siguientes etapas: Diagnóstico, estudio o investigación de la realidad, programación, elaboración o formulación, discusión y decisión, ejecución o aplicación, control y evaluación.
Tal como se muestra el conjunto de etapas, las mismas se solapan con otros procesos administrativos. La ejecución o aplicación del plan corresponde más al proceso de dirección que toma como insumo los aspectos formulados para ser llevados a cabo. El control es un proceso relacionado con la planificación pero contiene su propio método y la evaluación es un mecanismo de control. De allí que, en este caso, solo se aceptan como etapas del proceso de planificación el diagnóstico, la programación, la discusión y las decisiones de las opciones que formarán parte del plan.
El proceso se puede resumir en dos grandes fases que incorporan la comunicación y las decisiones respectivas. Esas fases son la de análisis y la de diseño. En la primera fase, el equipo que planifica define los problemas que deben ser resueltos, los describe, establece las relaciones entre estos, los diagramas para comunicarlos en forma de síntesis, los jerarquiza y selecciona nudos críticos. Una vez se llega a acuerdos sobre lo que se debe resolver se procede a diseñar objetivos y estrategias de resolución. El objetivo se refiere a la situación global que se estima alcanzar al final del plan y la estrategia se presenta como la combinación de recursos, procedimientos y trayectoria a seguir desde la situación presente a la situación objetivo definido. En síntesis se puede decir, que si una organización aspira a permanecer sana debe plantearse objetivos realistas. La planificación está comprometida en la fijación de los objetivos de la organización y en las formas generales para alcanzarlos.