Cuando he tenido que hablar de necesidades para adentrarme en temas de reflexión que aporten herramientas intelectuales para enfrentar la actual guerra económica, creo que no he sido suficientemente explícito. En cualquier caso, al referirme al champú, a los artículos de limpieza o de perfumería, jamás he querido decir que ellos no sean necesarios. Se trata de objetos secundariamente necesarios y no básica e insustituible necesarios.
Una necesidad básica del ser humano (también de una considerable cantidad de seres vivos) es respirar. Por lo tanto, el ser humano tiene, entre sus necesidades básicas, el aire para poder respirar. No puede ser una necesidad básica, para respirar en nuestro planeta, una bombona de oxígeno ni un equipo de aire acondicionado. En el mundo hoy, una bombona de oxígeno tiene fines de atención médico quirúrgica en algunos casos y, en otros para la sumersión de buzos. Y, con respecto a los equipos de aire acondicionado, estos generalmente se utilizan para enfriar ambientes demasiado calurosos o para inyectar aire en habitaciones sin fuentes de ventilación natural. En ninguno de los dos ejemplos se trata de necesidades básicas.
Un equipo de aire acondicionado se puede acercar a lo necesario básico en la medida que contribuye a ofrecer el confort de los seres humanos que habitan en zonas demasiado calurosas (ciudades como Cabimas o Maracaibo, en Venezuela), pero nunca será una necesidad básica. En el sentido de este mismo ejemplo, observemos que no es lo mismo que el capitalismo fomente y atienda la demanda de artefactos de aire acondicionado, para satisfacer su estructura de mercado, a que quien atienda la demanda, sea un gobierno revolucionario que, como el venezolano, crea, bajo el liderazgo del Comandante Supremo Hugo Chávez, un programa como Mi casa bien equipada, cuyo objetivo es el buen vivir de todo el pueblo ("El mejor gobierno es aquel que ofrece la mayor suma de felicidad a su pueblo" Simón Bolívar) y no la acumulación de capital en manos de unos pocos.
Observemos como, entonces, una necesidad básica creada, secundaria, inducida, tiene sentidos diferentes si quien administra el bien persigue reproducir el dominio del capital o si sus fines son los de la liberación, la justicia y la igualdad, como debería ser en socialismo.
Por eso es que en la compresión del asunto de las necesidades y de su atención, se debe tener presente el elemento conciencia. Por eso, allí hace falta el papel del militante, del cuadro revolucionario, del partido de la revolución, que debe trabajar para combatir la ideología, que nos hace creer que un determinado bien es bueno y necesario en sí, tan solo porque el capitalismo lo ha resaltado así, por un fin consumista y no de consumo.
¿Qué posición asumimos ante una oferta de necesario aire acondicionado (o de champú o de acetona)? ¿La misma e indiscriminada si quien hace la oferta es un capitalista desde su puesto de ventas o si quien la hace es "Mi casa bien equipada"? Desde una óptica egoísta, donde "lo único que me interesa es mi equipo", llegaré a obtenerlo a como dé lugar, sin importar si con ello se beneficia a un puñado de ricos o a unos "traficantes de cupos" y corruptos. Desde una óptica chavista, para hablarlo en los términos de la Revolución Bolivariana, las mezquindades, el acaparamiento, la indiferencia ante las injusticias, deben quedar de lado. Desde esta óptica se debe pensar en términos de "mayor suma de felicidad" para todas y todos y en la construcción del socialismo.
O avanzamos en la valoración de las necesidades según nuestros intereses de clase trabajadora, proletaria, de pueblo o esta revolución quedará siendo un nombre o tan solo un recuerdo. De allí la importancia de saber resistir contra la imposición de lo necesario.