Las mujeres venezolanas no son iguales a las mujeres del resto del mundo. Esta afirmación, parece surgir de un acto de vanidad, pero sinceramente no es así.
Cuando uno ha tenido la oportunidad de compartir con mujeres de distintísimos lugares, se da cuenta de verdad que las mujeres venezolanas tienen particularidades que, por cierto, no están simplemente relacionadas con su capacidad para ganar los certámenes de belleza.
SER MUJERES EN TODO EL SENTIDO DE LA PALABRA
La mujer venezolana tiene la virtud de que, habiendo tenido conquistas importantísimas en cuanto a su desarrollo profesional e individual, en cuanto a su participación política y social, en cuanto a su superación académica y física, por otro lado no ha renegado nunca de su condición de mujer, y muy por el contrario la reivindica constantemente.
La mujer venezolana, cuando es madre, defiende esta condición como una leona. Puede tener el cargo gerencial más importante del mundo, pero se le pone la voz chiquitica cuando alguno de sus hijos la llama por teléfono y es capaz de posponer las reuniones más importantes, para salir corriendo a buscar a su cachorrito si alguien la llama para informarle que el pequeño tiene aunque sea unas décimas de fiebre.
Las venezolanas son responsables en el cuidado de sus hijos y no delegan en nadie llevarlos al médico, o atenderlos si están enfermos. En compensación, no les importa trabajar tiempo extra, no tomar las horas de almuerzo y hasta llevarse trabajo para su casa, en función de que el jefe no sienta que está fallando en sus obligaciones.
A las venezolanas nos encanta amamantar a nuestros bebés, nos tomamos el tiempo para eso y lloramos cuando tenemos que volver a trabajar después de que se nos acaba el reposo postnatal. La mayoría hace el esfuerzo de sacarse la leche y dejar algunos teteritos en la nevera, o por lo menos continuar amamantando aunque sea en las noches. A veces los niños llegan a tener dos años y la madre feliz, dándole su teta.
Las mujeres venezolanas valoran tanto la maternidad, que la mayoría de ellas están en contra del aborto, con una posición sincera de defensa a la vida.
CAMINAR Y MASCAR CHICLE AL MISMO TIEMPO
Es asombrosa la capacidad que tienen las mujeres venezolanas para hacer un montón de cosas al mismo tiempo y además hacerlas bien.
Nuestras mujeres son super eficientes como trabajadoras y regularmente muy buenas estudiantes. No es para nada extraño ver que la mayoría de ellas cumple con su responsabilidades laborales, pero a la vez siempre buscan la manera de hacer aunque sea un curso para superarse. Por esta misma razón, es lógico entonces que las universidades tengan en su plantilla de inscritos a más mujeres que hombres.
Las mujeres venezolanas están acostumbradas a trabajar y al mismo tiempo a atender prioritariamente su hogar. Esta, posiblemente, sea la razón por la cual han desarrollado altos niveles de eficiencia. En una oficina es común ver que, mientras un hombre ejecuta una o dos tareas en un día, las mujeres pueden hacer hasta más del doble, dependiendo de la complejidad de la labor encomendada, además de que suelen hacerlo con más calidad.
HONESTIDAD, CONFIABILIDAD Y COMPAÑERISMO
Las mujeres trabajadoras venezolanas generalmente son mejores administradoras, quizás porque tienen un entrenamiento natural manejando heroicamente la economía doméstica, además de que en general son mucho más honestas que los hombres.
Suelen estar pendientes de los detalles, incluso de aquellos que no forman parte de sus responsabilidades directas e incluso, cuando algún compañero o compañera de la oficina tiene algún problema, son las primeras en solidarizarse y brindarles ayuda desinteresada.
No es extraño tampoco ver el caso de aquellas gerentes eficientes que, a pesar de sus importantes responsabilidades, son capaces de tomarse un tiempo para escuchar los problemas de sus subalternos o inclusive de sus jefes, brindándoles un consejo oportuno o aunque sea simplemente el espacio para poder desahogarse.
Cuando se delega una tarea en una mujer, generalmente no es necesario estar tras de ella para ver si efectivamente lo hizo o no lo hizo. En otras palabras, la supervisión de mujeres es más fácil que la de hombres, porque casi siempre van a hacer las cosas que se les encomendaron, con niveles de calidad aceptables y, en caso de no haber podido cumplir con la misión, seguramente habrá razones importantes que lo justifiquen.
Además, las féminas siempre consiguen algún espacio, por pequeño que este sea, para estar pendiente de sus amigas y salir con ellas a compartir un rato.
DE TÚ A TÚ, PERO COQUETAS
Una mujer venezolana defiende sus derechos pero no busca parecerse a un hombre. No se viste como hombre ni deja de tener la coquetería natural de nuestro género.
La muchacha más humilde de Venezuela, aquella que tiene que pararse de madrugada para salir a trabajar, después de hacerle el desayuno a su hijo pequeño y dejarlo puntualmente en el colegio, seguro no sale de la casa si no está bien peinada, vestida lo mejor que su condición le permite y sin tener los labios pintados.
En otras palabras, en nuestro país no se presenta el fenómeno que se pudiera ver en otras culturas del mundo desarrollado, en las cuales las mujeres que quieren competir en igualdad de condiciones con los hombres, desde el punto de vista laboral, prácticamente tienen que renunciar a su condición de mujeres, se visten como ellos, dejan de maquillarse e incluso renuncian a tener un hogar y unos hijos, con la finalidad de tener las mismas oportunidades que ellos.
En nuestro país se produce el fenómeno extraño de que las mujeres trabajadoras y madres de familia, además de que probablemente siguen capacitándose, por si fuera poco generalmente tienen un aspecto físico mucho mejor que el de sus compañeros o esposos.
UNA A FAVOR DE LOS HOMBRES
Por supuesto que con todo lo anteriormente explicado no quiero decir que no haya hombres eficientes, buenos trabajadores, confiables, honestos, excelentes padres, responsables y buenos compañeros. Para nada.
Evidentemente estamos hablando en términos generales. Y además debemos reconocer que, por muy echadas p´alantes que seamos las venezolanas, siempre se nos derrite el corazoncito cuando vemos al hombre de nuestros sueños.
Esto tampoco quiere decir que todas las mujeres sean perfectas. Algunas dejan mucho que decir de la descripción que hemos hecho anteriormente, pero afortunadamente son la excepción.
Por otra parte, aquellas mujeres que vivieron otras épocas dicen que las mujeres de hoy en día estamos explotadas, porque ellas sólo tenían que ser buenas amas de casa, en cambio que las de ahora nos sometemos a una jornada doble o triple. Pero en fin, cada época tiene sus cosas.
UNA DURA COMPETENCIA
Sin embargo, cuando nos encontramos en la vida real, la del trabajo, los estudios y el hogar, justo es reconocer que las mujeres de nuestro país les han sacado algunos cuerpos de ventaja a los caballeros.
Por eso quiero aprovechar para felicitar a todas aquellas mujeres con las cuales he tenido que compartir a lo largo de mi vida profesional, familiar, social y política, porque sinceramente el esfuerzo que realizan a diario me parece digno de admiración.