Con nuestras informaciones cerebrales, la persistencia de los estímulos hace que sigamos sintiendo lo que ya dejó de impresionarnos[1]; es el reflejo dialéctico y materialista, como bien lo sabemos.
Con los imperios tradicionales esclavistas, feudales y modernamente capitalistas, con la Grecia de egeos y helenos, con la milenaria Roma en la Antigüedad, y hoy los EE UU, ocurre algo parecido aunque a escala no menos imperial. De Roma y sus conquistas de otrora, con sus mil y pico de años de opresión mundial, todavía hoy trascienden sus conquistas y sus aportes opresivos y ventajistas como el Derecho Romano aplicado limpiamente por los capitalistas de los tiempos actuales. Con ese Derecho han protegido sus agigantadas propiedades privadas que, a su vez, nos han impuesto hereditaria y económicamente de los arcanos esclavistas y mercaderes del tipo de quienes que asesinaron a Jesús de Nazaret, de quienes conquistaron y expropiaron a los aborígenes americanos y del Sureste Asiático, de Sudáfrica, de Filipinas, de Australia, por ejemplo.
Como efectos persistentes, nos llegó la cultura de esos imperialistas que habiendo perdido todo su poder político, sus descendientes han terminado viviendo del turismo y de unas ruinas cuya ascendencia artística nos estimulan todavía.
Los EE UU están decayendo desde hace muchas décadas, sólo que su inmensa área de influencia y con un poder migratorio, volátil y permeable por excelencia, como lo es el capital, le ha permitido patalear en una agonía que cada año se desarrolla al punto de no preocuparse por ya por la gente, ni por sus trabajadores, sino por el mercado de recursos ajenos que pudieran desarrollar a sus tradicionales víctimas o consumidores de mercancías terminadas y proveedoras de materias primas y energéticas, mercado que viene tomando por la fuerza y el concurso de proletarios alienados[2] que han sido conquistados en lo material, en sus centros de trabajo, y mentalmente a través de literatura, TV , radio y prensa burguesas.
EE UU, sus gobernantes, apologistas y capitalistas siguen respirando aires de grandeza, y todos los estímulos de sumisión que experimentaron los gobernantes y pueblos que fueron conquistando desde hace más de 5 centurias.
Aunque los EE UU están paralizados productivamente, siguen viviendo de esa personalidad imperial que los caracterizó, y por eso se niegan a ceder privilegios que ya no podrán retomar.
15/01/2015 08:34:36 a.m.
[1] Les cuento: Un pequeño grupo de amigos vecinos, todos adolescentes, nos fuimos a la Playa de Boca de Aroa desde el mismo día miércoles de aquella Semana Santa; constituimos una suerte de economato y nos abastecimos para 3 días o más. Llegados allá, la primera noche nos separamos involuntariamente y a eso de las 7 pm empecé a preocuparme por el amigo a quien yo había seleccionado como cajero de los pocos fondos que podíamos haber ahorrado para esas vacaciones, ya que él era el único que no se bañaba en una “alberca” tan grande; él nació en El Baúl, estado Cojedes. Luego de hacer varias preguntas, uno de los bañistas conocidos y de la misma parroquia me dijo que lo había visto jugando a la ruleta de figurillas giratorias, de esas muy frecuentes en aquellas fiestas patronales de todos los años cristianos, y añadió que, por cierto, jugando al “león”, había perdido todo lo que cargaba en el bolsillo. Decidimos truncar aquellas esperadas vacaciones; él empeñó a aquel amigo la sortija con rubí artificial que empezaba a ponerse de moda, y yo liquidé las reservas alimentarias del economato. El sábado entrante, empecé a trabajar como lo estuve haciendo durante toda mi carrera universitaria y los años tardíos de mi Bachillerato, y el domingo correspondiente fuimos a la barra del bar que solíamos visitar. En uno de nuestros diálogos me dijo que le parecía sentir la sortija a la altura de la falange de su dedo anular derecho. Le aclaré que se trataba de “la persistencia de los estímulos en la retina, piel, oído, etc.”, un recuerdo firmemente grabado de mi aprendizaje sobre temas fisiológicos ya recibidos por ambos. Me respondió con plena convicción: Manuel, “tú vas a ser Doctor”.
[2] A estos trabajadores de la mal llamada clase media-eso no existe-se les conoce como “escuálidos”, según fueron así bautizados por el Presidente Hugo Chávez. Estos trabajadores se hallan cargados de viejos estímulos patronales que les persisten en todos sus sentidos.