Alguien puso de moda una frasesita que ahora se nos antoja un tanto antipática. Es esa de "patriota cooperante". Por otra parte nos hemos calado por 16 años una verborrea que coloca como insignes patriotas a personajes que un tiempo más adelante terminan entregándose a la más abierta traición.
En un tiempo algo más lejano están los traidores del 11 de abril, como el gordo Rosendo y Guaicaipuro Lameda, los cuales nos los vendieron en un inicio como más revolucionarios que el Che Guevara y que demostraron luego que en su conciencia no había nada parecido al nacionalismo revolucionario que inspirara a Simón Bolívar y demás patriotas de la independencia. Grandes traidores que se vendieron a los enemigos históricos de los pueblos latinoamericanos y de la humanidad entera.
Más recientemente vinieron en 2012 generales como Eladio Aponte Aponte, quien llegó a integrar el Tribunal Supremo de Justicia y terminó huyendo a los Estados Unidos, vendiendo su alma al imperio que se suponía combatía desde su puesto de dirección del proceso revolucionario venezolano.
Luego apareció el teniente Rafael Isea, hombre de extrema confianza de Hugo Chávez y quién también desertó a tierras imperiales en 2013, llevándose además una buena maleta de dólares, lo que obligó a la fiscalía venezolana a solicitar un código rojo de interpol para lograr su captura y extradición. Isea fue secretario privado de Chávez, ministro de finanzas, presidente del Bandes, gobernador de Aragua y estaba en funciones de presidente del banco del Alba cuando desertó.
Esta semana se han producido nuevas deserciones de militares que habían ocupado altas responsabilidades en la cúpula del gobierno bolivariano. El capitán Leamsy Salazar, quien fuera jefe de escoltas del propio Chávez y ahora trabajaba para la seguridad de Diosdado Cabello, y su esposa también capitana y que aparentemente venía de trabajar muy cerca de uno de los superministros de Maduro.
Y para no quedarse atrás esta semana también se apareció en Nueva York el flamante general Rivero, quien trabajara para el MIJ en tiempos de Jessie Chacón.
No pongo en duda que en nuestras fuerzas armadas sí existen verdaderos oficiales nacionalistas, revolucionarios e identificados con el proyecto socialista del presidente Chávez. Con ellos contamos para, junto a la amplia mayoría del pueblo trabajador, defender esta revolución ante las amenazas que se ciernen en el futuro inmediato.
Pero al mismo tiempo queremos resaltar el falso nacionalismo de algunos militares que después de haberse chupado las maduras en cargos importantes de la revolución, por alguna razón subalterna terminan pasándose a las filas del enemigo imperialista.
No es que se molestaron con alguien y recogieron sus cosas y se fueron. Pudieron haber pasado a la "reserva", quedarse en sus casas, o mantener críticas constructivas como las que se realizan desde páginas como Aporrea. Pudieron haberse ido a países "amigos", como Brasil o Argentina, o países relativamente neutrales, como Suecia. No, esa no es la decisión que toman estos militares cuando se molestan con algo dentro del proceso. Se van directamente al imperio. Se pasan de una vez al bando enemigo.
No importa que hayan estado 16 años ejecutando un programa político abiertamente antiimperialista y revolucionario, programa que define como el enemigo principal del pueblo venezolano y de todos los pueblos del mundo al gobierno de los Estados Unidos. Bueno, a ese enemigo principal es que se abrazan, dejando una gran duda acerca de las pretendidas convicciones que puedan haber tenido estos personajes en su buena época.
Estos traidores los habrá siempre en toda revolución verdadera. Lo que puede convertirse en algo grave es que se extienda a un número considerable la cantidad de traidores que desertan y se pasan a filas imperiales.
Ya habíamos alertado sobre este tema cuando Temir Porras se le volteó a la revolución en 2014 (http://www.aporrea.org/ideologia/a189773.html) y también en el artículo de 2008 sobre Inflitrados y Revolución (http://www.aporrea.org/ideologia/a53949.html).
La enseñanza de todo esto es que la conciencia de un revolucionario no se puede medir por las consignas que grita ni por el jalamecatismo que aplique. La obediencia y la disciplina no son parámetros que permitan determinar la solidez de unas convicciones revolucionarias. Al revés, detrás de alguien muy obediente y disciplinado se puede ocultar un astuto infiltrado y un futuro traidor a la revolución, como se está demostrando con los casos que aquí analizamos.
La garantía principal para medir a un militante revolucionario es su práctica política, su capacidad de pensar con cabeza propia y tomar decisiones sabias, su voluntad de formarse teóricamente y de aplicar en su praxis revolucionaria esos conocimientos teóricos que vaya adquiriendo.
También estas deserciones nos recuerdan que las grandes epopeyas de resistencia en la historia de los pueblos las ejecutaron sociedades que no estaban centralizadas ni subordinadas a un poder único y vertical.
En el proceso de conquista europea sobre los pueblos amerindios, los territorios conquistados en primera instancia fueron los dominados por grandes imperios, como los Aztecas y los Incas. En cambio territorios como el de la actual Venezuela resistieron por varios siglos debido a la presencia de tribus con autonomía y a la ausencia de estados centralizados.
Mientras más centralizado sea el poder, más rápido se derrumban las estructuras sociales. La URSS es un buen ejemplo reciente de esto.
Mientras esta revolución se fundamente en una disciplina ciega y en una obediencia indebida hacia pseudo líderes que luego terminan brincando la talanquera, estaremos pisando terreno movedizo. Hemos postulado la necesidad de una dirección colectiva como fórmula de solución a la crisis de gobernabilidad creada debido al fallecimiento del comandante Chávez (puede verse el artículo siguiente: ¿En qué se parecen César Tovar y Carlos Marx? del 30/12/2014. http://www.aporrea.org/ideologia/a200408.html).
Si continuamos fortaleciendo estructuras verticales y fomentando la disciplina sin conciencia pudiéramos estar cavando la tumba de este proceso revolucionario, el cual sería derrotado gracias a la infiltración enemiga y la traición abierta de muchos pseudo revolucionarios arrimados a última hora.
! SIGAMOS EL LEGADO DE CHÁVEZ: GOLPE DE TIMÓN PARA SALVAR LA REVOLUCIÓN !
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 30 de enero de 2015.