Un titular de prensa que aparecía periódicamente en la prensa nacional durante los años de la IV República era, "Hay que reactivar la economía". Este titular de prensa tenía la virtud terapéutica de revivir el mal llamado "debate" político de la época adeco-copeyana. Le proveía al elitesco sistema bipartidista la sensación de validez que nunca tuvo. Al mismo tiempo ayudaba a mantener a la mayoría de los venezolanos convenientemente a un lado, como entretenidos espectadores.
El esporádico llamado por la reactivación a la economía, acompañado de la subsiguiente discusión estimulada por medios cómplices, jugó un papel importante agregándole años de vida a la alucinación democrática. Le daba visibilidad a expertos y especialistas que alimentaban al sistema sus esenciales raciones de meritocracia mientras estos honorables intelectuales preservaban su espuria jerarquía. Sin ese arreglo ellos se hubiesen ahogado en su propia mediocridad.
"Reactivar" fue bueno para la IV República. La mantuvo viva por bastante tiempo luego de su traumático ataque cardíaco de Febrero de 1989.
En estos momentos expertos y políticos profesionales que de alguna manera u otra sobrevivieron la debacle de la IV República quieren hacer lo mismo con ese cadáver putrefacto que ellos llaman oposición. Sin embargo, renovar la intensidad entre sus seguidores no ha sido fácil. Es difícil mantener credibilidad cuando se empieza como resueltos conspiradores de golpe de estado en el Este de Caracas y se termina como flemáticos refugiados en el Sur de la Florida.
En todo caso, la oposición ha tratado reactivarse una y otra vez. En pocos meses pasaron de, "Todos somos Capriles Radonsky", personaje terrestre en extremo, a, "Todos somos Castillo Lara", un importado de los mismos cielos. Una vez oímos que todos éramos Gente de Petróleo. Luego fuimos Patricia Poleo, María Corina Machado, Ybéyise Pacheco, Marianella Salazar y Napoleón Bravo. Lo último que he escuchado es que ahora todos somos Gustavo Azocar.
La oposición se reorganizó desde las cenizas de la Coordinadora Democrática y pasó a ser Súmate. Luego se transformó en Alianza Popular. En cuatro años la oposición ha "evolucionado" del torpe decreto del 11 de Abril al falso "mandato" del 4 de Diciembre, siempre con la esperanza de un nuevo comienzo.
El problema es que esta vez sólo "reactivar" no será suficiente. Lo que la oposición venezolana necesita es una resurrección.
Y ni siquiera tienen un mesías...
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