Es un acierto del presidente Maduro poner a Delcy Rodríguez al frente de nuestra Cancillería en tiempos de hegemonía del capital financiero, el capitalismo del shock, la estrategia imperial de guerra permanente, las políticas neoliberales asociadas al fundamentalismo cristiano, al maltusianismo, a la más feroz ofensiva contra los Estados soberanos, mediante el predominio, a través de las políticas basadas en el mercado, de las fronteras que trazan las corporaciones transnacionales en la medida en que destruyen las fronteras nacionales y el fascismo desde Europa y EEUU se expande por el mundo.
La soberanía decimonónica que condujo al nacionalsocialismo y a la guerra ha caducado. Frente a ella, desde Venezuela se ha levantado la soberanía solidaria y la geopolítica del presidente Chávez, basada en el reconocimiento del otro, la justicia, la paz y un mundo multicéntrico y pluripolar camino al socialismo dando pie a la Alba, Petrocaribe, Unasur y Celac; al más importante proceso de integración de los pueblos y de reivindicación del carácter soberano de los Estados de la región latinocaribeña.
Por eso el cerco estratégico y táctico contra Venezuela. Si derrotan a Venezuela, pueden estar destruyendo el proceso anterior. Creo que en buena medida la suerte de nuestra región se está decidiendo en Venezuela.
¿Por qué Delcy? Quizás una mujer sea la mejor opción para representarnos ante el mundo. Vivimos un mundo de violencia y los hombres no siempre sabemos manejarnos con la violencia sin recurrir a la violencia. Somos los hombres los que hemos decidido y dirigido guerras y violencias atroces. La sutileza, la intuición, el responder por donde lo masculino no lo espera. La capacidad de sorprender en circunstancias críticas suele ser un dominio femenino.
Delcy es estudiosa, trabajadora, ordenada, conoce el mundo, dice lo que debe decir, sabe dirigir colectivos con carácter sin ser autoritaria, es firme, sabe negociar, pero no tiene dobles caras, es honesta e incorruptible y no se quiebra ante las dificultades.
Cuando uno estrecha sus manos, sabe que heredó la reciedumbre de su padre, Jorge Rodríguez, quien supo morir antes que traicionar y ella está orgullosa de esa herencia. Sin dudas, donde quiera que se encuentre, Jorge está orgulloso de ella. Dios la bendiga, a su hermano Jorge y a toda su estirpe. Estamos en buenas manos.