Vienen las parlamentarias, y nuevamente el destino de Venezuela comienza a girar frenéticamente alrededor de resultados electorales.
En este contexto, la previsible oposición visible y desestabilizadora, como se sabe, continuará jugando al caos institucional total, al extremismo mediático, económico y político. Y ¿Qué podríamos esperar de ese submundo de la MUD y de la MID manejado como títeres por el policía del mundo? Sueñan con Miraflores y PDVSA y no vacilarán ni pararán mientes en los métodos: desde participar en elecciones descalificando al CNE, hasta la guarimba y el crimen político. Extremismo de derecha en estado puro, todo según el guión colonialista y privatizador del dios mercado.
En la acera de enfrente, es decir en el Gobierno y en todo el universo del Proceso, incluidos quienes suscribimos estas elucubraciones trasnochadas, también todo marcha según el plan. Y que no es otro que hacer todo aquello que dé el mayor número de votos posibles con el menor costo político. Si algo nos va a costar mucho políticamente, se pospone, aunque la realidad esté reclamando su presencia. Aún aquello que sea necesario o trascendente para la economía se difiere por las implicaciones electorales.
Uno se pone a pensar acerca de cuántas decisiones importantes o trascendentes hemos dejado de tomar por la inminencia de algún evento electoral y da la impresión de que estamos metidos dentro de una trampa y que el quehacer profundo y transformador no llega porque habría que asumir un costo político tan elevado que posiblemente nos desaloje del poder que tenemos. Hasta ahora pensar así ha sido una tiranía impuesta por las circunstancias sobre el rumbo de la revolución. Parece que creemos que de este modo ganamos tiempo, acumulamos fuerza y nos preparamos para el salto adelante. Pero sabemos que hay necesidad de cambios y medidas radicales para sanear la economía y darle sustento al país y a la Revolución, y que tal vez serían una conmoción social. Ahí están esperando el control de cambios, el asunto de la gasolina, desarrollo de la propiedad social, relación con la banca, etc.
Dejamos de hacer la revolución por el éxito o el fracaso que imponen las realidades inmediatas y en el fondo de éstas nuestro democracia bolivariana que todo lo resuelve con una elección. Sin quererlo y sin conciencia estanos sometidos al régimen democrático burgués moderno que tiene en las elecciones una de sus instituciones más importantes del Estado. La burguesía creo el Estado y además diseñó su sufragio para garantizar su estabilidad.
Mediante las elecciones (y el dedo) hemos estado eligiendo a nuestros representantes que ahora frecuentemente acusamos de burócratas. Precisamente al sufragio universal directo y secreto inventado por la burguesía, le debemos parte de esta tragedia en la cual nuestros representantes han venido –entre todos- acabando con la democracia participativa. Ellos se encargan de NUESTRA REVOLUCIÓN y de sus asuntos sin que podamos ejercer contraloría, y de los nuestros sin concedernos el derecho a la crítica, a la evaluación y a la contraloría social.
Por eso Bakunín decía que había que destruir al Estado y no simplemente reformarlo. Estamos atados al Estado burgués, con toda su institucionalidad. Atados a su poder judicial burgués y a su entramado jurídico. Para colmo somos parte del derecho Internacional burgués. El Estado y sus elecciones podrían torcernos el brazo y conducirnos dentro de la alternabilidad en el poder, para que no de tiempo continuar la obra transformadora. Un "golpe de suerte" para la oposición o un "imprevisto electoral" daría al traste para siempre con la utopía emancipadora.
Con tantas elecciones estamos permanentemente amenazados y sin poder acometer los cambios en profundidad, y poco a poco, A FUERZA DE HACER LA REVOLUCIÓN A TRAVÉS DE ELECCIONES, hemos vuelto reformistas y hemos desactivado el fervor de democracia participativa que alguna vez tuvimos. De tanto creer en elecciones hemos desmovilizado al Pueblo confiando (o temiendo) mas en la legalidad burguesa que en PROFUNDIZAR LA REVOLUCION.
Lo dicho antes no pretende ser crítica al Gobierno. Es una reflexión para todos los revolucionarios dentro del Gobierno y dentro del Proceso en general, nada personal contra alguien o contra algún movimiento.
Culmino ahora con esta trasnochada especulación:
Comencemos a hacer más revolución y hagamos las parlamentarias dentro de diez años, esa sería una alternativa que habría que meditar, que quizá en su extremismo contenga el germen de la solución. Para los defensores sinceros de la revolución bonita, otra opción, discutible, y que no hemos ensayado, sería manejarnos con ética y eficacia dentro los lapsos entre elección y elección Y PROFUNDIZAR LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA CONTANDO CON EL PUEBLO.
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