Al descomunal galpón de "Objetos Perdidos" del Metro de Caracas, al que se accede por una minúscula puerta de juguete, disimulada a la vuelta de la esquina más remota de la mezzanina en la estación Colegio de Ingenieros, llegó uno de los 70 buzones de "Reclamos, Insultos y Sugerencias" que la compañía anónima había dispuesto a lo largo de sus 47 estaciones. Arribó con la etiqueta: "Bien de la nación, sin función asignada", es decir, como uno más, de los miles de objetos perdidos que allí reposan a la espera de sus extraviados dueños. Permaneció impávido, bajo la fría luz de neón que no dejó de recordarle su imperturbable soledad, hasta que sucumbió, 7 meses después, a la poderosa curiosidad de una investigadora empírica, quien lo diseccionó con la destreza de un carnicero. Con un ligero golpe de navaja, tajó la calcomanía autoadhesiva que lo sellaba y desde la caja tumbada sobre el escritorio gris, se deslizaron dos notas de lo más curiosas. Una escrita a mano sobre las filigranas de un falso billete de cien bolívares fuertes, que rezaba lo siguiente: "Señores Metro de Caracas. Sin ningún preámbulo; la presente tiene como finalidad, advertirles que de persistir esta situación, me veré en la penosa obligación de demandarlos ante los tribunales de la república por difamación e injuria; en virtud de ser víctima recurrente de sus calumnias. El caso es que al entrar a todas y cada una de sus estaciones, y voy bajando las escaleras mecánicas; por los altavoces, que son bien estridentes por cierto, siempre se me señala con este descarado anuncio: "Se les recuerda a las y los usuarios en general, estar pendiente de sus pertenencias, llevar sus coalas, morrales y carteras en la parte de adelante. ¡Choro a la vista!" Como ustedes pueden comprender, no permitiré que sigan sometiendo mi reputación, al escarnio público. No aceptaré ninguna transacción fuera de los tribunales, a menos que compruebe en la práctica, el cese de los ataques contra mi persona. Sin otro particular: Roberto Hurtado".
La otra nota, mucho más y extensa, escrita con una minúscula y difícil letra cursiva, al reverso de un volante de la franquicia Primero Justicia, repartido en Altamira por los tiempos de las guarimbas*, de cuyo texto se logró transcribir lo siguiente: "Estimado camarada Haiman El Troudi, a la bestia enemiga no se le ceba en el patio del hogar para apaciguar su sed de sangre, al contrario, se exorciza con los símbolos de nuestra esencia, aquellos que espantan lejos su maldición. Me explico: Si bien es cierto que el Metro de Caracas y el Metrobus, sufrieron las más feroces agresiones por parte del fascismo desatado en el municipio Chacao, también es cierto que la Revolución Bolivariana, dio un paso atrás e hizo concesiones para no provocar, lo que se entendió era, la bestia incubada en el inconsciente de la exacerbada clase media. Cuando uno se asoma al gran salón de la estación de Plaza Venezuela y ve aquellos monumentales anuncios de películas holibudenses, más la publicidad de todo tipo, incluso de artículos que no se consiguen porque están acaparados, te das cuenta de inmediato, que aquello obedece a una campaña, la que en el fondo puede tener muy buena intensión, pero que al final, nos sacará los ojos, que consiste en disfrazar al Metro de Caracas con el ropaje de un transporte neoliberal cualquiera, para que una sociedad civil que no puede oler nada que se le parezca al socialismo, se abstenga de exterioriorizar sus más perversos instintos. Y ello lo comprueba al analizar la decisión, aún más dramática por su explicita claudicación, ante la necesidad burguesa de oírse en los sonidos de la industria del entretenimiento, y es aquella de cederle el ambiente musical de las estaciones, a un proyecto radial de la conocida empresa FM Center, en las que se pueden escuchar productos como Franco de Vita, Chayanne, Alejandro Fernández, Rocío Durcal, Yordano, Sin Bandera, Guaco, Marc Anthony, Chino y Nacho, Gloria Stefan, Carlos Vives, entre otros, tan o mas venenosos.
Estimado camarada. Supongo que Alí Primera, haría vomitar espuma a la bestia del este, del este, pero tampoco es que para que no se vuelvan locos, y no reactiven sus guarimbas asesinas, vamos a dejar de hacer la Revolución Bolivariana.
Con mucho respeto L. B.
*Texto del volante: "La salida está al final de tu arrechera"
El chavismo es poder cultural