“The democratic and popular revolution needs a convinced people, not a conquered people, not a people simply enduring their fate”-Thomas Sankara.
En aquellos países que han sufrido un largo proceso de colonización la propia identidad indígena queda redefinida por los colonizadores. Ocurre, además, que las clases intermediarias o colaboradoras se identifican en parte con esa figura retorcida del indígena que han creado los propios explotadores, pues se ajusta a sus relaciones sociales, como siervos indígenas de agentes imperialistas extranjeros.
Esta identidad indígena “colonizada” es simplemente la imagen petrificada ideal de una realidad material destruida. Es, en esencia, una imagen de vulgarismos culturales, ahistórica e irreal. No es científica, no es otra cosa que la simplificación imperialista de los pueblos. Lo que no significa, por supuesto, que no se presente a esta falsa cultura como algo positivo, como la esencia de la identidad.
E. Said llamó a esto orientalismo, y es un tema recurrente en los grandes intelectuales africanos como Cabral, Nkrumah o Fanon. Así, vemos las palabras de este último:
“Esta cultura, otrora viva y abierta hacia el futuro, se cierra, congelada en el estatuto colonial, puesta en la picota de la opresión. A la vez presente y momificada, da testimonio contra sus miembros. [...] Asistimos a la aparición de organismos arcaicos, inertes, que funcionan bajo la estricta vigilancia del opresor y calcados caricaturescamente de instituciones otrora fecundas... Estos organismos traducen aparentemente el respeto de la tradición, de las especificidades culturales, de la personalidad del pueblo oprimido. Este pseudorrespeto se identifica de hecho con el menosprecio más consecuente, con el sadismo más elaborado. [...] El exotismo es una de las formas de esta simplificación. Por consiguiente, no puede existir ninguna confrontación cultural [...] frente a ella [una cultura en movimiento] se encuentran características, curiosidades, jamás una estructura.”1
Las burguesías burocráticas e intermediarias surgidas con la independencia se aferraron a estas teorías de la “autenticidad” del “retorno a las fuentes” de la “negritud” etc. pues no sólo reflejaban su posición en las relaciones de producción sino que les servía a modo de nacionalismo (el cual, de igual modo, arranca al sujeto histórico de su propio desarrollo y lo eleva a su ideal abstracto, esto es, al interés de clase capitalista2) He aquí una de las armas más efectivas del capitalismo, asimilar las ideologías enemigas y adaptarla a sus intereses; elevar la voluntad de todos a su propia voluntad de clase.
Por supuesto, estas teorías que reivindicaban la identidad africana (pero no una identidad africana revolucionaria, de los trabajadores, sino una identidad de esas clases dominantes) van de la mano junto con el racismo, la superioridad occidental, el desprecio velado, el racismo cultural, etc., con las teorías imperialistas más “tradicionales”. Vemos como dos corrientes aparentemente contradictorias son en realidad el discurso doble de la clase dominante.
Tenemos entonces el caso de Canarias. Una de las colonias más antiguas del mundo, cuyas relaciones de producción pre-mercantilistas han desaparecido por completo, cuya historia ha seguido un continuo ciclo de explotación-emigración, donde las crisis son especialmente duras, con una burguesía intermediaria totalmente servil y con un gran peso de los pequeños propietarios.
Nos encontramos así con un “aborigenismo”, una exaltación de lo guanche, en muchas ocasiones cubierto por un halo de espiritualidad, que no es otra cosa que la babilla pequeñoburguesa, y que como vemos es sólo la momia colonial de los verdaderos pueblos aborígenes canarios.
Por supuesto, a este indigenismo se le suma muchas veces un desprecio o alejamiento de lo propiamente africano, revelando una “piel negra con máscara blanca” en palabras de Fanon..
De la misma manera, tenemos el discurso españolista clásico, fascista y racista, reaccionario, derechista. Ya se muestre a través de un nacionalismo descarado o a través de un falso manto de eclecticismo, quedan siempre claros los aires de superioridad y los despojos del pensamiento “asimilado”.
Cuando los trabajadores canarios reivindicamos al aborigen indígena no lo reivindicamos a él, sino a nosotros mismos. Nos reivindicamos así como poseedores de toda la historia de las Islas, desde los jornaleros del XVI a los obreros de la construcción del XXI, nos erigimos como valedores de la voluntad histórica de los oprimidos isleños, cargando con todo el peso de la historia.
Pero esta reivindicación sólo puede realizarse a través del conocimiento científico y revolucionario, a través de la ciencia de los proletarios, hasta alcanzar la independencia y el fin de las burguesías nacionales. Si no actuamos de tal modo, la historia se pondrá al servicio de otras clases, parasitarias del proletariado. La historia no espera a nadie.
BIBLIOGRAFÍA
1 FANON, Franz. Por la revolución Africana. Fondo de la cultura económica,1964 México. Págs. 41-42 (texto leído por Fanon en 1956, en el primer congreso de Escritores y Artistas Negros de París. Nos habla del racismo y la cultura, así como de su vinculación con el colonialismo: “todo grupo colonialista es recista”