En torno a este magno acontecimiento se suelen oír ciertos disparates, surgidos de no se sabe dónde y en trance de afianzamiento por vía de la ligereza mediática, entre ellos el de llamarlo "Día de la firma de la Independencia", aseveración que alarma y exige aclaración (tampoco es pertinente denominar así al 5 de Julio).
La conciencia histórica es necesaria para la conformación del espíritu nacional, y es inherente al conocimiento de cualquier hecho memorable la precisión con la cual se lo perciba e identifique, pues las confusiones oscurecen o desvirtúan su significado. No se trata de saber especializado, sino del elemental correspondiente a todo ciudadano y que la escuela debe suministrar sin falta.
Sobre el 19 de abril, amén de la barbaridad señalada, ha habido otras calificaciones imprecisas, tales como "Día del inicio de la Independencia" o "del primer paso" hacia ella, las cuales se acercan a la naturaleza del suceso, pero aún carecen de rigor: primero, porque en ese acto se mantiene el cordón umbilical con la monarquía y el verdadero día inicial independentista es el de la Declaración; segundo, y todas las rebeliones que marcaron con fuego el régimen colonial (las de resistencia indígena y por lo menos 12 desde la de Miguel de Buría en 1553 hasta la abortada el 2 de abril de 1810, causante del confinamiento de Bolívar que lo inhabilitó para el 19), ¿no fueron pasos hacia la Independencia?
El 19 de abril surge el primer gobierno de criollos, moderado, "conservador de los derechos de Fernando VII", que entre otras decisiones convocó al Congreso constituyente. Es una gran efeméride. ¿Pero cuál es la diferencia fundamental? Que en esa ocasión se triunfó y en las otras no. Luego, el 19 de abril es el "Día del primer paso triunfal hacia la Independencia", o "del primer Gobierno de criollos". Así, o en alguna otra forma que destaque estos rasgos, debería denominarse.