El boxeo y la lucha son deportes que datan desde la antigua Grecia y fueron de las primeras disciplinas que entraron en las Olimpíadas. Además es signo inequívoco, seguramente, de que a los seres humanos nos encanta medir fuerzas con otro y, en situaciones extremas, resolver a golpes cualquier desencuentro. Es, como el niño, el violento-a que cada quien lleva por dentro y lo deja salir de cuando en cuando. Pero nada hay de malo en el boxeo como deporte, no es eso lo que motiva estas reflexiones, no. Mucho menos cuando al menos aquí en Venezuela, está asociado con la gente más humilde, que es de allí de donde han salido nuestros campeones. De modo que el boxeo no tiene la culpa pero es algo que la industria del entretenimiento no desperdicia pues tiene todo lo que vende: show, espectacularidad, golpes, sangre, sudor, lágrimas y, a veces, hasta muerte. El cuadrilátero es adornado por mujeres con enormes tetas, seguramente operadas y vestidas de manera sucinta, y eso también le pone su granito de arena al show. Y ahora se le suman actores y actrices de la industria hollywoodense que junto a las marcas de bebidas alcohólicas o estimulantes y de cualquier otro producto, completan el cuadro que mucha gente vio este sábado por la noche, absolutamente narcotizada. "Toda la industria cultural constituye un hecho ideológico, pero la televisión capitalista es su más genuina expresión", decía Ludovico Silva en un texto brillante llamado "Teoría y Práctica de la Ideología" que todo revolucionario-a que se precie debería leer. Pero ¿quién pensaba en eso mientras un filipino y un norteamericano negro se caían a golpes ante millones de espectadores? Y si usted no pudo ir a Las Vegas, seguramente vio todo bebiendo caña en una arepera de Las Mercedes, "pitando" ruidosamente cada vez que entre round y round pasaban la cuña del presidente Maduro, o "en familia" para que los más chicos se deslumbraran con las marquesinas gringas.
El asunto es que la dichosa "pelea del siglo" se transmitió también por Tves, en medio de una guerra económica que mantiene en vilo a Venezuela, que nos hace ir de un mercado a otro para buscar (y no encontrar) los productos de primera necesidad los cuales cada vez están más caros; que diariamente nos recuerda la carencia de divisas para mantener un Estado rentista y poco productivo, esclavo de las importaciones; que nos hace declinar en nuestra calidad de vida para poder tener sólo lo necesario y que nadie se atreve a avizorar cuándo es que terminará este período especial que nos está tocando vivir. Además se acaban de recoger millones de firmas para exigirle al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, derogar el decreto que nos define como amenaza inusual para el país más poderoso del mundo. Encima de todo hemos mantenido desde el gobierno un discurso socialista y antiimperialista que sencillamente recibió una andanada de golpes este sábado y quedó "noqueao" por Tves, la televisora social que nació en tiempos de nuestro querido Chávez y que se ha convertido en "más de lo mismo", que prefiere comprar enlatados como el "embaucador" de perros, en vez de dedicarle un espacio a la Misión Nevado.
Así que no digan que perdió Pacquiao porque ese filipino aún perdiendo, ganó más de 100 millones de dólares y el otro, el "negro" Mayweather casi 200 millones de verdes, que tal vez con eso pueda indemnizar a los familiares de sus hermanos de raza asesinados en Estados Unidos.
El sábado perdió Venezuela al aceptar que Tves pagara millones de dólares para ponerse al nivel de Meridiano TV y ofrecernos un show deprimente que difundió la imagen de lo más icónico del imperialismo yankee y del tan criticado "way of life" gringo: el MGM Grand Garden Arena y Las Vegas, Nevada.
Tengamos seriedad. Sinceremos el discurso. No sigamos pretendiendo que defendemos el socialismo porque cada vez se acentúan más las contradicciones entre el hacer y el pensar, entre el actuar y el decir.