Ya no hay la menor duda de que el venezolano es muy distinto al ciudadano de hace una década atrás. Hay un gran avance en la estima del venezolano, en la consciencia social y política. Así mismo son muchos los campesinos, los indígenas, lo obreros a los que hoy sus condiciones de vida han mejorado. De esto no hay la menor duda y por esto el apoyo político que todavía acompaña al gobierno venezolano. Sin embargo es necesario tomar en cuenta que este poder popular que ha venido creciendo será la base de una sociedad socialista sólo en la medida en que tenga plena autonomía y que pueda auto sostenerse.
Si bien es cierto de que desde el inicio de este gobierno hay toda una política y un discurso a favor de la soberanía nacional, tampoco es menos cierto que no hemos logrado la añorada soberanía económica ni siquiera cercanamente, Venezuela sigue siendo dependiente de la producción petrolera y a pesar de que hemos iniciado una política de apertura al comercio internacional con países de la América latina y de otras regiones, hasta hace poco conocida, como China, Rusia entre otros, lo cierto es que aún cerca del 50% de nuestras exportaciones petroleras van al mercado norteamericano, es decir quizás podríamos afirmar que nuestra revolución socialista es financiada por el enemigo: Los Estado Unidos.
En los últimos tres años las exportaciones petroleras representaron en promedio más del 96% del total de las exportaciones del país, la más alta tasa de dependencia jamás registrada desde que se comenzaron a llevar las cuentas nacionales a mediados del siglo XX. En 1997 fue de 76,8%. Hubo un retroceso muy importante y las exportaciones no petroleras se han reducido a cifras muy pequeñas. La dependencia petrolera actual y el haber animado a la población a esperar que el uso fiscal de los ingresos petroleros y el endeudamiento público (basado en comprometer los ingresos petroleros futuros) solucionen todos sus problemas, constituyen un importante problema económico, social, cultural y político.
Solo de China se han obtenido créditos por un monto total de $ 50.600 millones, buena parte de los éstos a ser pagados con petróleo. Fondos chinos: Caracas y Pekín, con la participación del Banco de Desarrollo Chino y el venezolano Bandes, acordaron en 2007 la constitución de un fondo rotatorio para financiar obras de infraestructura en el país sudamericano, en el que China aporta 4.000 millones de dólares y Venezuela 2.000 millones. El dinero chino se paga con crudo y fuel oil, por lo que Pdvsa aparece como la garante del mecanismo.
Hasta finales el año 2014, Venezuela había provisto a China petróleo por un valor de 41.554 millones de dólares, según cifras oficiales y de ellos 17.900 millones se destinaron al pago de la deuda. La estatal despacha unos 600.000 b/d de crudo y derivados a China, de los cuales poco menos de 300.000 b/d van dirigidos al pago de los fondos y financiamientos con ese país.
A pesar de todos los convenios, tratados bilaterales, nuevos mecanismos de integración es poco lo que ha crecido el comercio inter regional. Nuestra economía sigue siendo una economía importadora, o economía de puerto, exportamos petróleo e importamos todo, aún nuestra economía gira alrededor fundamental de la producción petrolera, la producción de bienes es casi inexistente, la actividad agrícola a pesar de la política frente al latifundio, los créditos agrícolas, la organización del campesinado, son pocos los bienes agrícolas en los que se ha producido un incremento. Lo mismo podríamos decir en el sector manufacturero, muchas empresas nacionalizadas han fracasado o sus niveles de productividad son escasos y a diario se denuncian casos de corrupción, burocratismos e ineficiencia.
…las transformaciones sociales que se han dado no han sido el resultado de transformaciones en la estructura productiva del país. Por el contrario, lo que ha ocurrido en estos tres lustros ha sido una profundización del modelo rentista, incrementándose la dependencia de los ingresos provenientes de las exportaciones petroleras. El petróleo, en el valor total de las exportaciones, pasó de representar un 68,7% en el año 1998 a 96% en los últimos años. En términos absolutos se ha dado durante estos años una reducción del valor de las exportaciones no petroleras y de las exportaciones privadas. La contribución de la industrial al PIB bajó de 17% en el 2000 a 13% en el año 2013. (Lander: 2014)
Nos hemos vuelto más rentistas y capitalistas. La deuda externa pasó de 30 mil millones en 1998 a 150.000 millones de dólares. El repunte de las importaciones también fue una característica, pues rondó unos 60 millardos de dólares en 2014, cifra que triplica la del año 2006 que fue de 20,9 millardos de dólares. El gasto público ha elevado su participación en relación al PIB desde 29% en 1998 hasta 44% en 2012. El déficit del sector público para 2012 fue de -10,36%. Las reservas internacionales muestran una caída sostenida desde 2008 cuando se ubicaron en $43,1 millardos, disminuyendo hasta $23,3 millardos en 2013.
Durante la Revolución Bolivariana la distribución del nuevo valor agregado, según datos del Banco Central, ha ido en más de 70% al capital, y no al trabajo. Aumenta el PIB por la vía del consumo privado, y eso es hacerle el juego al consumismo capitalista que tiende a agotar las reservas de recursos naturales. Las importaciones agrícolas e industriales han venido subiendo. Hablamos de soberanía productiva, pero eso significa impulsar la agricultura, que actualmente solo es 4,5% del PIB y que debería aportar al menos 12% si queremos dejar de comprarle al resto del mundo (Álvarez: 2012).
Una de las grandes banderas de la revolución ha sido la llamada "Soberanía Agroalimentaria". Sin embargo, según Machado-Allison (2013), entre 1999 y 2012 las importaciones de alimentos y rubros agrícolas del país se incrementaron 366%. Aún más triste es el hecho de que con las importaciones de café, maíz y arroz de 2012, Venezuela sembró 621.456,5 hectáreas en 10 países.
Hoy podríamos preguntarnos con propiedad cuál es nuestra economía nacional? Tenemos algo que se parezca a una economía nacional, cuando ni siquiera producimos y satisfacemos la necesidades más básicas de consumo y ya no podemos seguir alegando frente a nuestras deficiencias, lo que es cierto pero no justifica, que el venezolano hoy tiene mayores ingresos, mayor poder adquisitivo y por eso hay desabastecimiento y fallas en los servicios públicos elementales como la electricidad, el agua, transporte público, etc.
Se estima que el consumo per cápita aumentó en 53% desde 1998 hasta 2013, muy por encima del 13% que aumentó la producción a nivel nacional en ese mismo período. El socialismo no puede solo circunscribirse a la distribución de la renta petrolera: "darle a cada uno una gota de petróleo", eso raya en el populismo, y nos convierte en una economía de reparto y distribución y no de producción. Víctor Álvarez, exministro de Industrias Básicas, denomina a este sistema de neo-rentismo socialista, que "es un modelo de dominación que se basa en el uso intensivo de la renta petrolera para financiar la inversión social y crear una red clientelar que le sirve de apoyo social" "Este modelo confunde la sociedad con el Estado...Estatizar no es socializar". (Álvarez: 2014).
Aunque desde distinta perspectiva ideológica, el economista Ronald Balza (2012) coincide en acusar el aumento del rentismo durante el proceso revolucionario:
Con la promesa de convertir a Venezuela en "un país potencia", Hugo Chávez profundizará un modelo basado en el rol empresarial y regulador del Estado que ya está en marcha desde 2006 y, lejos de alcanzar sus objetivos, exacerba el esquema rentista a la vez que es incapaz de dominar la inflación. Pero el tema de fondo es que el proyecto socialista, enfocado al desplazamiento del sector privado, le ha dado alas al esquema donde el país se desindustrializa y prácticamente sólo exporta petróleo, mientras se disparan las importaciones y el Estado reparte la renta proveniente de los barriles vendiendo dólares baratos, aumentando la nómina pública y otorgando subsidios.
En este mismo parecer, el economista José Guerra resume el proceso en que "el socialismo utópico nunca le ha prestado atención a la macroeconomía, por eso tiene semejanzas con el populismo, basta con ver que el plan de Chávez para los próximos años se plantea ayudar a salvar el planeta, entonces cosas como la inflación, la sobrevaluación son irrelevantes y por eso no tienen ninguna mención en el programa".
A pesar de su recalcitrante discurso antiimperialista, una vez que alcanzó la Presidencia Chávez siguió transitando la ruta de la captura de renta marcada por los gobiernos anteriores, lo que explica su interacción armónica con las transnacionales petroleras. Ciertamente, sin el concurso de estos consorcios, se hace cuesta arriba la explotación del petróleo y, en consecuencia, la obtención de rentas. Uno de los puntos importantes en este camino fue la reforma a la Ley de Hidrocarburos de 2001, una de cuyas cláusulas modificaba el patrón de participación de la nación en el negocio duplicando la regalía. Hay que aclarar que la regalía no es un instrumento impositivo, sino la parte que exige el Estado por ser propietario del subsuelo de donde se extrae el mineral. Vale decir, la regalía es el mecanismo rentista por excelencia. (Arenas: 2010)
Esto que hemos señalado en lo económico igual podríamos señalarlo en lo político, reconociendo que hoy el venezolano es distinto políticamente, que ha madurado, que son mayores los niveles de participación y protagonismo, es necesario también reconocer, después de 15 años, que muchos de estos logros y cambios no han traspasados en algunos casos lo cuantitativo y no son tantos los avances en términos de la participación y la democracia protagónica en lo cualitativo.
No es posible hablar de revolución sino se logra la transformación de la cultura. Desde el nivel central podrán producirse cambios en la legislación y hasta transformaciones estructurales del sistema económico y político, pero sino se transforma al Hombre nada se habrá hecho. Sin la menor duda lo más difícil para un proyecto humanístico o socialista es lograr cambios significativos en la vida cotidiana: se puede decretar cambios e intentar diseñar un modelo de economía solidaria, enfrentar los latifundios y el poder de los grandes grupos económicos, defender la soberanía nacional, dar mayor participación y protagonismo político, pero si en el día a día, en nuestra práctica cotidiana, no transformamos nuestros valores, si aún en nuestras mentes y comportamientos sigue latente las pautas de consumo, los vicios, los valores de egoísmo, competencia desleal, nada se habrá hecho, será una revolución de pies de barro.
Es necesario romper o descontruír el pensamiento consumista capitalista que producto de la alienación ha sido internalizado en cada uno de nosotros. A pesar de que estemos formados y pregonemos un discurso socialista, en la práctica diaria muchos de nosotros reproducimos la mentalidad rentista-capitalista: no solamente los vicios como los juegos, el alcohol, la lotería, la droga, sino el egoísmo, el machismo, el irrespeto a los demás, la intolerancia. Si esto no cambia nada habremos hecho.
Transcurrimos con una contradicción no solamente económica sino también podríamos decir política y ética, Venezuela controla o monopoliza parte importante de las reservas probadas de petróleo, éste que es el principal energético y materia prima del mundo, se vende en el mercado capitalista a precios que no responden a los costos reales de producción sino a un precio absoluto de monopolio. Además la mayoría de países pobres en el mundo destinan parte importante de su presupuesto para pagar el consumo de petróleo.
Pero quizás lo más importante es el hecho de pregonar la búsqueda de un modelo socialista al tiempo que disfrutamos de los beneficios del mercado capitalista petrolero y producimos el energético fundamental del capitalismo moderno con lo que contribuimos en su fortalecimiento y además es uno de los causantes de los daños ecológicos más graves del mundo, desde las zonas donde se produce por donde pasan las tuberías, los transportes que mucha veces causan serios accidentes y más aún en la producción constante de gases de invernaderos que afectan las condiciones ambientales.
La mayor parte de los principales objetivos de transformación de la sociedad que han sido formulados en el proyecto bolivariano, en el texto constitucional, y en los documentos y propuestas políticas hasta llegar al Plan de la Patria, no son realizables sobre la base de la afirmación del modelo de la monoproducción petrolera. Sin una transformación profunda de este patrón productivo, si no se abandona el imaginario del crecimiento sin fin, si no se reconocen los límites del planeta y la profunda crisis civilizatoria que confronta la humanidad, si la transformación no tiene como eje medular la transición hacia una sociedad post petrolera, como condición de la posibilidad misma de una sociedad post capitalista, los objetivos principales del proceso de cambio que han sido propuestos por el movimiento bolivariano no tienen posibilidad alguna de realizarse. (Lander:2014)
Compartimos plenamente con Lander, quien advierte que este proceso político está atravesado por profundas contradicciones entre sus principales objetivos declarados por un lado, y el reforzamiento sistemático de la lógica colonial del desarrollo y del rentismo petrolero: "Durante estos años ha habido una severa carencia de un debate teórico sobre lo que podría ser una sociedad post-capitalista en este siglo y sobre cómo podría o deberían ser las relaciones entre Estado, mercado y sociedad organizada, que incorpore tanto una evaluación crítica de las experiencias del socialismo del siglo pasado" (Lander:2014).
Si algo atenta contra la madures y solides del proceso revolucionario y la construcción del nuevo socialismo es su pragmatización, creer que es solo un proceso donde debemos ganar elecciones, crear algunas misiones que permitan dar respuestas a los excluidos pero que por debilidad o carencia teórica y filosófica no traspase de la estatización de la república, del caudillismo, del efectismo electoral, del efectismo del concreto y no permita la construcción de nuevas relaciones sociales, de una nueva economía, una nueva educación, una nueva cultura e ideología que enfrente no solo las bases materiales de dominación capitalista sino -las más difícil de percibir- las estructuras de dominación política e ideológica.
Desde la llegada de Chávez al poder percibimos un rescate de lo nacional, la integración latino americana, el humanismo, pero son muchas las contradicciones en término de la sustentación ideológica de este gobierno. Chávez "coqueteo" con el marxismo, se consideró zapatista, villista, seguidor del Che Guevara, Fidel Castro, Salvador Allende, José Martí, Perón, Omar Torrijos, Juan Velasco Alvarado, entre otros, es decir una mistura de nacionalismo, rebeldía, militarismo, autoritarismo, pero ha dejado bien claro que es un socialismo bien propio. Salvo en el caso del Bolivarianismo, es decir, la sustentación en el pensamiento y acción de Simón Bolívar y de hombres como Simón Rodríguez y Zamora, "árbol de las tres raíces", al que hacían referencia los comandantes del 4 de febrero, el rescate de nuestra historia, el papel de nuestros primeros pobladores y la herencia africana, el chavismo no se casa con ninguna ideología.
A nuestro modo de ver, este nacionalismo bolivariano y republicano, si bien en un principio son importantes para unificar fuerza y darle sentido a una propuesta inicial de trasformación, al final se convierte en un obstáculo para trascender el estado nacional burgués, al rentismo, al capitalismo y transitar al socialismo. El poder popular socialista no puede estar atado al Estado nacional, al republicanismo bolivariano y al rentismo populista, debe trascenderlo.
El socialismo no es reformismo, no es cambiar algunas cosas para que todo siga igual, no es una farsa, un engaño. El socialismo es transformación de todas las instancias societales: la economía de explotación, la primacía de la propiedad privada, las relaciones sociales de explotación, el latifundio, deben dar paso a el cooperativismo, la cogestión empresarial, la propiedad comunal, la distribución equitativa, transformación radical de las estructuras políticas, deben desaparecer los medios de alienación, el estado burgués, los partidos reformistas y dar paso al Poder Popular, donde el pueblo organizado se autogobierne, la cultura del consumismo y la competencia debe dar paso a la cultura solidaria, al humanismo militante, a la educación transformadora y comprometida. El socialismo no es solo cooperativismo, no es darle cierto poder a los pobres mientras que los grupos de poder siguen intactos, el socialismo es un modelo societal que persigue su imposición a escala mundial.
El socialismo no es populismo, no es simplemente colocar precios más económicos y distribuir bienes. El socialismo parte por valorar el trabajo como condición orgánica del ser humano, no es dádiva ni asistencialismo, no hay socialismo donde no hay auto sostenimiento, las comunas deben auto sostenerse. El socialismo no es estatismo aunque una primera etapa el papel del estado es fundamental, el estado no puede absorber a la sociedad ni convertirse en el protagonista, el protagonista es el trabajador. No puede el estado permanentemente subsidiar y dirigir a la comunidad, sino no habrá poder popular, este será solo una organización política pero sin auto sostenimiento económico no tiene fuerza y será controlado desde el Estado Nacional. El socialismo no es solo humanismo, no se trata de una visión altruista, ni religiosa. El socialismo no es capitalismo de estado, ni tercera vía, ni capitalismo humano o capitalismo social. El socialismo es una confrontación a la sociedad capitalista, persigue la destrucción del modelo de explotación, de las relaciones sociales, del proceso de alienación, de la hegemonía política y militar de unas naciones sobre otras.