El 1992, sería el año que convoca a tres memorias: la historia crítica, la historia monumental y la historia anticuaria. La primera transita en lo anchuroso del globo terráqueo. Ve el conjunto de lo acontecido y previene al hombre contemporáneo acerca de lo porvenir. A propósito de cumplirse 500 años, (1492-1992), del arribo de Cristóforo Colombo a la isla de Guaraní, que llamaría, San Salvador, El mundo entero (volvió) su atención hacia aquel incomparable hecho histórico para tratar de comprenderlo, explicarlo y apreciar sus inconmensurables consecuencias (Uslar Pietri, 1986). La fiesta estaba, para decirlo en la expresión predilecta de Simón Bolívar, de pinga, hasta que llegó esa caterva de ambiciosos y pusieron la enorme torta. La celebración comenzó a ser resistencia y la santa Cruz su emblema. Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes (Marx y Engels, 1848).
La prima Cruz Cristiana que anduvo merodeando las costas de Venezuela data de 1498, en las aguas de Margarita, Coche, Cubagua y Macuro. Dicen que no pisó tierra pero detrás de aquella simbología cruciforme venían el arcabuz, los caballos y la sífilis. El 12 de octubre de 1492, América descubrió el capitalismo. Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe. En su diario escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor. Él no podía descansar los ojos de ver tanta lindeza en aquellas plazas, y el 23 de noviembre profetizó: Tendrá todo la cristiandad negocio con ellas…, (Galeano, 1992).
Era la Cruz del capitalismo mercantil, en franca expansión, que ya había, para decirlos en las palabras de Marx y Engels, en 1848, ahogado el sagrado éxtasis del fervor religioso. El resultado histórico-social y cultural fue paradójico, la Cruz Cristiana significó la más feroz amputación de la historia de 40 mil años de culturas originarias y de, no menos, de 2.400 lenguas maternas. La Cruz Católica vino con la muerte: 60 millones de hermanos (as) amerindios (as) fueron asesinados en aquel proceso de aculturación religiosa. La Cruz de la Conquista y la Colonización, en tanto símbolo cultural, resultó un histórico asco espiritual. Si la heredada penitencia por el maltrato y la codicia no se transforma en diálogo espiritual con la Cruz de Mayo popular; entonces, la espiritualidad judeo-cristiana, con o sin hábito, está comprometida. El Velorio de Cruz de Mayo es también una opción preferencial por los pobres. Bien lo dijo el octosílabo de Víctor Hugo Márquez, un 19 de abril, recordatoria glorioso, del año 2001:
Un símbolo intemporal
es la Cruz en todo el mundo.
Mágico, antiguo, profundo,
polivalente vital.
Cada punto cardinal
el viento ha representado;
es fértil lluvia y trazado,
estelar de referencia
y en la cristiana conciencia
es el Dios-hombre inmolado
La Cruz transitó la existencia amerindia, y si de cielo se trataba, ya la cotorra con La Cruz del Sur tenía un buen de rato de cielo memorial, de ofrenda histórica y cosmogonía telúrica. En el año 1518, para sorpresa de religiosos, conquistadores y demás filibusteros, las cruces eran abundantes y en cualquier patio amurallado había un símbolo Cruciforme, enorme y majestuoso, frente a la cual se invocaba al Dios de la lluvia con areítos, cantos y algunas bebidas fermentadas. La Cruz siempre estuvo emparentada con el festín de la cosecha. El mundo intemporal y cotidiano camina con su signo y señal a cuestas. La Cruz que viene con la expansión capitalista somete, jode, humilla; la Cruz de Mayo brinda patria matria, conjuro a los malvados y resistencia cultural revolucionaria.
La Cruz simboliza el viento, la lluvia, el árbol y los cuatro puntos cardinales y es sinónimo de orientación cósmica estelar. A través de su representación, de dos rectas opuestas en dirección y sentido, define no sólo cuatro cuadrantes, son el trazo del círculo concéntrico, un de las formas geométricas esenciales de mayor valor en la praxis social y científica, (Novo, 2001). He allí su genialidad histórica, cósmica, mundana, psíquica y espiritual. La Cruz de Mayo parece ser una gran síntesis cultural bucólica, mágica, celestial y de práctica de la religiosidad de los oprimidos, que parece hablar de la específica fe popular, heredada de un catolicismo impuesto, a sangre y fuego, con una impronta de pecado social, cuya realización la remantiza el oprimido para la liberación del ser humano en su propio diálogo con Dios hasta hacerlo divino-cotidiano. Aquella santa vieja, Carmen Valenzuela, siempre sentenció: Vista a la santa Cruz para que siempre tenga ropita. Lo cotidiano humano jamás se extravía de lo cósmico-espiritual. Algo así como la virgen María, quizás, hecha concreción en las madres cotidianas. Es esta una interpretación libre y libérrima.
La segunda memoria, la historia monumental, que se encamina a ceñirse y se circunscribe a la patria, se expresaría al mejor estilo de Clío, que es la musa de la historia y de los versos heroicos, cuando se hace referencia aquel 27 de Febrero de 1989, antesala genética social de los sucesos del 92, y que dividió la historia de la nación en un antes y un después: El 28/ El neoliberalismo sacó las armas/ El ejército perdió todas las batallas/ Los 4 de Febrero comenzaron en todos los barrios (E.V, 2011). No se sabe cómo celebrar esa tremenda fiesta histórica. El miedo, también, tiene su retentiva y anda tratando de contener la arrechera. El silencio toma la existencia cotidiana por asalto. Existe una memoria archivada latente. Al transitar los sagrados Misterios del santo Rosario, en cada celebración de la santa Cruz, un Ora Pro Nobis, evoca aquellos caídos. Tanto disparo innecesario. Santa Cruz con el permiso/ hoy evoco a los caídos…
Y la tercera, la historia anticuaria: pueblerina, residencial, la micro-historia, parroquial, local, en la cual, El amor a la patria chica es del mismo orden que el amor a la madre (González y González, 2007). Esta última, es la historia matria. Ese mismo año se publicó en materia de investigación popular, El Calendario de Manifestaciones Culturales Caraqueñas, (FUNDARTE-CISCUVE, 1992). En ese trabajo se lograron registrar 2.201 fiestas que se suceden anualmente en Caracas: fiestas populares y residenciales, manifestaciones culturales, tradicionales y modernas, criollas y étnicas de las colectividades antropológicas que abarcaron a las Comunidades Criollas y las Comunidades Étnicas Binacionales- Biculturales. Y en ese mismo año una tromba, de dignidad rebelde y revelada, se propuso redimir la dignidad dolida Ya andaban con aquello de Tierras y Hombres Libres; ya transitaban el Inventamos o Erramos; ya andaban en la onírica Colombiea nueva. Un carnaval de olivo se vistió de rebelde. Nunca antes como aquel Carnavale, de 1992, una desborda prueba de amor tuvo tanta máscara taxativa. En Mayo la presencia radiante de esa insurrecta se transmutó en petitorio popular de fe ante el santo madero
Evoco aquel Por Ahora
Sabiendo que fue la hora
De sacrificarte entero.
Yo sé que fuiste sincero
Y pido a la Santa Cruz
Te irradie con noble su luz
Para comenzar sincero
Con este nuevo sendero,
Que te ilumine la Cruz. (E.V)
La República Bolivariana de Venezuela está constituida por 24 entidades federales y 335 municipios. El carácter multiétnico y pluricultural de esta Nación se expresa en un binomio de identidades y diversidades étnicas- culturales sobre las cuales los estudiosos culturales han registrado 194 mil fiestas populares residenciales, que acontecen, cada año, en todo el territorio nacional. Venezuela es expresión de la resistencia cultural y de la tradición originaria en un quehacer y un crear en Cayapa. Esa cultura festiva es la más auténtica expresión de lo que llamó el poeta Aquiles Nazoa: Los Poderes Creadores del Pueblo.
Punto y Galerón de Oriente
Y en el Centro la Fulía.
Línea de Cantaduría
O Cantaría en Occidente
Tono y Retahila ardiente
Y llanera Marisela
Una Tórtola que vuela
Con Lombarda y Verso Andino
Son el folklore cantarino
De la Cruz en Venezuela
Mientras los investigadores sociales hurgaban en la micro-historia cultural de las comunidades étnicas, (criollas, afrodescendientes, originarias-indígenas binacionales-biculturales), a través de su cultura festiva popular; en Venezuela se sucede una hecatombe social en Febrero de 1989. La historia monumental se dividió en antes del 27F y después del 27F. Las fiestas de los barrios se vistieron de luto y las ráfagas de las punto 50 dejaron un saldo de no menos de 5 mil muertos. Quizás la letra de un son tomó en combate al urbano barrio: que pare un momento el son para escuchar una lágrima, una lágrima de pólvora… que siga el son, (Puebla, 1989).
Aquella democracia burguesa, alcanzada luego de 10 años de dictadura militar, (1948-1958), pro-yanqui, de cabilla, asfalto, carrosas de carnaval y Seguridad Nacional, para el segundo período presidencial del adeco Carlos Andrés Pérez, 1989-1994, mostraba agotamiento, no obstante las expectativas creadas. El 3 de febrero de 1989 luego de una apoteósica, frenética y millonaria toma de posesión, inmediatamente después se emprende la receta del Fondo Monetario Internacional (FMI). Muy a pesar de que, políticamente, se inicia el proceso de descentralización para elegir, por primera vez, a gobernadores, parlamentarios ediles y de los estados, así como a los alcaldes; lo que siempre fue una fiesta del voto mostraba la ausencia de 58 de cada 100 electores. La abstención alcanza el preocupante 57,7 por ciento de abstención del electorado. Pero los versos rimados de saber y creación veneraban en los barrios a un madero de luz y de misterio. Batalla y alegranzas resulta una manera de asistir a la vida los pueblos.
Una democracia burguesa, formal, de partido político, y representativa, mostraba el manejo especulativo y privilegiado para la obtención de dólares preferenciales en el sector privado. La sobre-facturación estaba a la orden del día. La reprivatización de los bancos sería un hecho. Los altos funcionarios acusados de corrupción huyeron despavoridos del país y llenos de riqueza mal habida. La descomposición era evidente. Nadie, pero absolutamente nadie, era responsable de nada de lo que estaba ocurriendo. El liderazgo andaba extraviado, se acelera el carácter supervisor del Estado. Tanto mejor será el papel de éste cuanto menor sea su intromisión en el libre juego de las leyes del mercado. El Estado es una especie de gendarme necesario, pero incómodo cuya presencia debe reducirse al mínimo estrictamente indispensable, (Montenegro, 2004).
La caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, aceleró la expansión del postcapitalismo. Ya no existían los 4 millones de soldados soviéticos que forzaban el equilibrio mundial pero la historia matria de la cultura popular participa del regocijo de la heredad colectiva y se hace presente en la liturgia, en las casas, los barrios y pueblos la hacen su manera cotidiana de asistir a la vida. El saludo es la versación de entrada por aquello que lo cortés no quita lo valiente y en el hecho de venerar una entrada de fe, abre caminos, disipa fronteras e inicia un aguacero de bendiciones.
Antes de subir las gradas
de este divino oratorio,
saludo en este velorio
La Virgen inmaculada.
Tan bella y adornada,
que aquí suele figurar.
Doy un saludo en plural
a todos decentemente
y como estoy entre gente,
creo justo saludar.
Bendigo a la Santa Cruz
Saludo a quien la adornó,
quien a la Cruz esmaltó
con ricas conchas de mar.
Dime quién pudo esmaltar
toda la pasión entera,
el martillo y la escalera,
los tres clavos, las tenazas
y para cantar con gracia
Echa carato pa’fuera.
La Cruz de los Vientos, La Cruz de Culto a Isis, la Cruz Céltica, la Cruz Esvástica o Cruz Gamada, la Cruz de Palenque, la Cruz del Cuzco, la Cruz de Piedra de la calle Junín, la Cruz La Bailadora del barrio Ayacucho, transitan el concurrir de los tiempos extraordinarios de a la existencia de los pueblos. Coligar a la Cruz con las lluvias significa obrar por la permanencia del ser humano en la tierra. La Cruz signo atmosférico podría ser la intermediaría entre el sol y la lluvia. La simbología cruciforme se adentra a la naturaleza y emerge de allí lo espiritual. Pero la Cruz también ha sido símbolo astrolabio, elemento acuático-luminoso, e incluso, significado astronómico y de cosmovión. Si el Árbol de Mayo es para los europeos; en Venezuela es el Sebucán con toda la herencia de aquella forma musical, el Mare-Mare. La combinación cruciforme suele ser el signo general de toda geometría celeste y terrestre.
La celebración del Velorio de Cruz de Mayo es uno de los ritos agrarios, ente tanto la celebración en la urbe expresa su alma híbrida, su danzar de opuestos históricos y las muestras y talleres van danzando al compás de escuelas y liceos. La Cruz de Mayo constituye hoy día un ejemplo vivo de una festividad genuinamente popular. La profesora María Teresa Novo en su libro: Fiesta de Cruz de Mayo de rogativa y pasión, (Caracas, 2001), en franca colaboración con su compañero Rafael Salazar, precisan cinco, (5), regiones de la expresión cúltica de esta manifestación festiva, a saber: la Oriental, que abarca Anzoátegui, Sucre, Nueva Esparta, Monagas, Delta Amacuro y Guayana. Costera Central, desde el estado Carabobo hasta Miranda, incluyendo los Vales de Aragua, Tuy y Orituco. La zona Andina, se refiere a Mérida, Táchira y Trujillo. La Región Occidental, que implica a Lara, Falcón, Yaracuy y la región de los Llanos, centrales y occidentales. Cada comunidad cultural-étnica tiene su particular forma de celebrar es fiesta. En un altar cosmovisual, con manteles, muchas flores y frutos y velas de encendida presencia y palmas entre tejidas. Un escenario religioso y bucólico expresa la creativa e inventiva popular aunada a la tradición más auténtica.
Cruz divina vengo a darte
un homenaje ferviente
porque lo creo conveniente
en mis versos homenajearte.
Trayendo como estandarte
una gratísima fe
Y a tu recinto me guié
lleno de grato cariño
y con la humildad de un niño
vengo a rendirme a tus pies
La salve rezada, la fulía, el punto y llanto, el galerón, el golpe con estribillo, el interludio musical, pasacalle, los joropos y merengues, así como las polkas, los tonos y pajarillos, también los Tonos de Oficio, son apenas algunas formas musicales que acompañan a esta celebración rogativa y de pasión. La cultura popular residencial tiene en el Velorio de Cruz de Mayo, la Fiesta de santa Bárbara, La Paradura del Niño y la Fiesta de san Juan Bautista, a cuatro manifestaciones culturales, las cuales han alcanzado cuerpo social en la urbe caraqueña. Un sentido de pertenencia ha echado a andar, la tradición toma a la metrópoli por asalto, la cultura residencial se ha transformado en protagonista y sus militantes, cultores y cultoras populares, han comprendido su compromiso histórico con la cosmovisión popular. El precepto constitucional es categórico y decisivo: las culturas populares constitutivas d la venezolanidad gozan de atención especial, reconociéndose y respetándose la interculturalidad bajo el principio de igualdad de las culturas (CRBV, Art 100). Cuando en la celebración se dice una buena décima es de tradición afirmar: ¡Dijo bien! La magistral sencillez del octosílabo sabio de Rafael Salazar rima:
Adora Cruz del cielo,
guía de los cuatro vientos.
Eres tú la más hermosa,
la fuerza del universo.
Cruz del sagrado madero,
Morada del Redentor;
En ti la muerte vencida
Se coronó en el amor.