Ante las insólitas declaraciones del camarada Ministro de Educación Héctor Rodríguez donde plantea igualar el sueldo de los educadores al salario mínimo luego que después del aumento del primero de mayo de 2015 percibiéramos que este el país donde los educadores ganan menos que un obrero escolar sin desmeritar la labor de quienes ejercen ese digno oficio, uno no puede sino sentir pena ajena ante semejante planteamiento. Por una parte un alto funcionario del gabinete del gobierno revolucionario reconoce que un educador gana menos de un sueldo mínimo y por la otra
Vemos que sin ningún empacho pretenden nivelar a un educador a la más baja escala salarial. El mensaje parece claro. O no tan claro según se vea. Venezuela se ufana de ser un país libre de analfabetismo y tener una tasa de escolaridad bastante elevada y eso nadie lo puede negar, pero saber leer y escribir no le garantiza a nadie la supervivencia en un mundo que avanza a pasos agigantados en el ámbito de la tecnología y la sofisticación de todo lo que nos rodea. Podríamos decir que las macro cifras estadísticas se nutren de las micro cifras ya que aquellas son el resultado de la sumatoria de éstas. Median un conjunto de factores y actores en este asunto.
Para un maestro un alumno es su materia prima y su producto final es un ciudadano integral. La primera pregunta que surge es: ¿está el sistema educativo venezolano generando ciudadanos integrales? La respuesta: NO. Ahora surge otra pregunta: ¿Por qué? Viendo el problema superficialmente cualquiera podría decir que la culpa es del educador, a fin de cuentas la misión de éste es aplicar el currículo educativo al educando tal como lo contempla el sistema. Para eso le pagan, salario mínimo o menos pero le pagan. El deterioro del poder adquisitivo de estos hombres y mujeres profesionales llenos de mística y abnegación más que patético resulta lamentable y vergonzoso en un país que presume tener un sistema educativo a la altura de los mejores del mundo. La principal consecuencia de no reconocer en su justo valor y dimensión a un educador es la prestación de un servicio de muy baja calidad. Podemos encontrar una escuela Bolivariana donde TODOS sus alumnos poseen una Canaimita pero con la aberrante circunstancia que NINGUN docente la posee. Que alguien explique cómo se digiere eso. Con mística no se va al supermercado, a la bodega de la esquina o a la feria de hortalizas a comprar productos de primera necesidad y ningún docente se puede dar el lujo de abandonar el aula para ir a hacer una cola en un mercal, pdval o abasto bicentenario a comprar artículos de la cesta básica. ¿Cómo SOBREVIVE un docente con un sueldo por debajo del salario mínimo? Un significativo número de docentes realizan actividades extra laborales, algunos venden productos de belleza y aseo personal por catálogos, otros tienen un pequeño negocio familiar, e incluso conozco una profesora de educación media que revende queso por encargo y a crédito para un ingreso extra. Si un docente debe hacer lo comentado anteriormente y muchas cosas más para obtener ingresos que complementen su sueldo por debajo del salario mínimo debemos asumir también que invierte parte de su tiempo útil a actividades ajenas a su perfil profesional, es decir, NO ATIENDE SU OFICIO DE MANERA INTEGRAL, sus prioridades no contemplan mejorar su currículo para obtener una mejor preparación y escalar dentro del cacareado ESCALAFON si al final de éste apenas va a obtener ingresos apenas por encima del salario mínimo.
Así como la Revolución y la creación de una Patria Socialista no se decretan, la calidad educativa tampoco, eso se construye, ladrillo a ladrillo, bloque a bloque, gota a gota, su solidez dependerá en gran medida de las bases de esa construcción, el discurso debe abrirle paso a los hechos, la apariencia no puede prevalecer sobre la realidad. Si al camarada ministro Héctor Rodríguez le parece suficiente que un educador gane salario mínimo, entonces él, al igual que todos los demás ministros (que pasaron por las manos de unos cuantos educadores) deben ganar salario mínimo. Y entonces veremos si realizará su trabajo con la CALIDAD que exige el cargo. En el ámbito de la educación la improvisación genera pérdida de valores vitales. El desarrollo de una nación se mide por la fortaleza de su sistema educativo. 10 millones de canaimitas no definen esa fortaleza. Que no exista analfabetismo tampoco. Que exista un Programa de Alimentación Escolar (PAE) decretado no necesariamente implica que los alumnos lo disfruten plenamente, existen muchísimos liceos y escuelas donde los alumnos solo comen arroz y granos. El pollo, la carne, el pescado o los huevos son una novedad rarísima. A veces ni arroz ni granos. A decir verdad, existen instituciones educativas que sí reciben el PAE integralmente pero se supone que este programa debe ser para todas las instituciones por igual. Podríamos elaborar un extenso dossier sobre el asunto de la calidad educativa y nuestro gobierno revolucionario llevaría la peor parte. Solo debemos empezar por el principio: hasta que el Estado no atienda de forma correcta al actor fundamental que modela a la sociedad, tendremos resultados fallidos y fracasos inexplicables. Los educadores no se merecen la ignominia de tener un jefe que considera un sueldo mínimo como suficiente para ejercer su profesión, ni se merecen la triste tragedia de tener que reclamar un justo pago por su extraordinaria labor. Esto no implica que se desmejore los demás aspectos y factores del sistema educativo, de ninguna manera, si ha habido recursos suficientes para que ocurran desfalcos al erario público de 20 mil millones de dólares ¿Por qué no puede haber recursos para atender integralmente a un docente? Camarada Presidente Nicolás Maduro, usted puede ser el primer presidente de nuestra historia contemporánea que le haga justicia a estas mujeres y hombres que le dan a la sociedad lo mejor de sí mismos. Para finalizar, cito al Padre de la Patria: “Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción”
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