"El optimista ve de la rosa, la rosa y el pesimista la espina".
Kahlil Gibran (Poeta, pintor, novelista y ensayista libanés)
Hacer un manual sobre el optimismo no debe ser muy sencillo, aun cuando, ya he tenido la oportunidad de realizar otros en áreas distintas del conocimiento; pero hacerlo debe ser difícil desde la perspectiva del acontecer político nacional y, por el carácter subjetivo que representa. Entonces, ¿Por qué no dar las pautas para hacer uno?
Optimismo significa enfrentar los problemas de la vida, sabiendo que con el esfuerzo necesario se pueden solucionar y lograr nuestros objetivos y deseos. Es saber que se tiene la fuerza y capacidad necesaria, para sobreponerse a cualquier dificultad y lograr una vida plena y feliz. En todo caso, Optimista es quien percibe lo bueno de cada circunstancia y quien a partir de esa percepción es capaz de mejorar las posibilidades que cada situación plantea. Las personas pesimistas interpretan la realidad desde su lado más negativo, y las optimistas perciben lo mejor de cada situación, lo que no quiere decir que ignoren lo malo. http://www.monografias.com/trabajos91/pesimismo-vs-optimismo-aprender-vivir-nuestras-vidas/pesimismo-vs-optimismo-aprender-vivir-nuestras-vidas.shtml#ixzz)
Precisamente, la realidad por la cual atraviesa nuestro país en el orden político, social y económico requiere ser observada con una alta dosis de optimismo, como una forma de no perturbar nuestro equilibrio emocional. No hay que tomar las cosas como si el mundo estuviera acabándose. No hay que desesperar. La política y la economía son un ajedrez, hay que saber mover las piezas de acuerdo a como se mueven en el orden internacional.
¿Por qué hay que ser optimista? Porque, si se ve solo lo negativo de las situaciones, es seguro que la motivación por la lucha se acaba y se cae en el terreno de quienes quieren destruir o cambiar este gobierno. En relación al petróleo hay que reconocer las jugadas perversas que se hacen desde países foráneos para destruir nuestra economía. Lamentablemente, seguimos en la misma ecuación desde que apareció el petróleo, en cuanto a sus derivados. Seguimos comprándolos, pero seamos optimistas, en algún momento esa relación cambia cuando nos decidamos a producir en otras áreas económicas, como la tan nombrada agricultura y, cuando realmente se le apoye de una manera tecnológica y científica, pero sobre todo con los recursos económicos y financieros a tiempo.
Nuestro optimismo debe comenzar por no repetir lo que a diario se oye en las colas bachaqueras, en los taxis de opositores amargados, en las oficinas de instituciones públicas plagadas de opositores, en el transporte público, en las clínicas particulares, en la calle en general. Hay que ser optimista, no hay que dejarse arrastrar por el pesimismo de estas personas. Muchos de los pesimistas que se quejan son gente joven que por lógica no saben lo que paso en los gobiernos de la cuarta República y, no ha habido quien le cuente la realidad de entonces.
Nuestro optimismo debe partir de la búsqueda de lo positivo en cada situación que atienda el Estado. Optimismo puede ser, creer que tenemos a los mejores hombres y mujeres dirigiendo la administración pública, inculcándoles a los empleados públicos, el verdadero sentido de la burocracia y de la responsabilidad. Pero hay que tener paciencia. Igualmente, no hay que atender a la matriz de opinión del sector privado en cuanto a que el gobierno, es un pésimo administrador en relación a las empresas que ha creado. No hay que adelantarse a las situaciones y dar por hecho que, Chevrolet y Ford dolarizaran la venta de sus vehículos en el país.
En todo caso hay que ser optimista, solo así, se podrían comprender las situaciones a las que se ve sometido un gobierno en su intento de satisfacer las necesidades de la población. No es fácil a veces conducir un hogar. Imaginemos, entonces, ¿cómo un presidente de la Republica puede conducir un país con gente pesimista que solo ve el lado malo de las situaciones? Si bien, los adecos y copeyanos tardaron cuarenta años para resolver los problemas nacionales, y no lo hicieron, no es posible que en menos de la mitad del tiempo que ellos tuvieron vayan a solucionarse, ahora, todos los problemas existentes, muchos creados por ellos, tratando de golpear a la economía como una forma de hacerse del poder.
En fin el optimismo, a pesar de todo, debe convertirse en la prioridad del venezolano, como una manera de soportar todo lo que se ha dado en llamar, sabotaje y guerra económica, producto de la persistente lucha que libra la oposición para aniquilar al gobierno. Por todo esto es que se hace necesario elaborar un Manual del optimismo.
rafaelbarreti5@gmail.com