La economía venezolana de siempre ha estado dependiendo en sumo grado de la acción del Estado, en la llamada cuarta república, como sabemos las garantías económicas estuvieron suspendidas en casi todo el lapso de esta nefasta etapa de entrega y generación de pobreza extrema. No es un secreto para nadie que esta situación originó retrasos importantes en el aparato productivo nacional, hubo un momento que cientos de industrias pequeñas y medianas se instalaron y produjeron como empresas intermedias bastantes logros de complementariedad en el total de la economía. La célebre política de sustitución de importaciones nunca llegó a ser efectiva, dados los niveles de dependencia que estas pequeñas y medianas empresas tenían con el capital financiero que los acogotaba con tasas altas. De una manera gradual fueron desapareciendo hasta el día de hoy.
Si en algo ha fallado el Estado y sus políticas, precisamente ha obedecido al adolecimiento de continuidad en las mismas, el cambio recurrente de ministros y viceministros conspiró lo que ha impedido esa continuación necesaria y útil en la programación para sistematizar el aparato productivo venezolano, por otra parte y hay que decirlo, el concurso de otras nuevas empresas instaladas más en el papel que en la efectividad para la producción, siempre lo hicieron con otro propósito teórico al menos, la mira puesta en la paridad del bolívar y en la influencia que el sistema financiero creó a partir de los años 80, la búsqueda incesante de divisas para la importación de sus insumos ha sido y sigue siendo el leif motiv esgrimido para funcionar y las inversiones y reinversiones propias, bien lejos de su cumplimiento.
En todo este maremagnum económico, el Estado a partir de 1999, ha estado en la obligación de asumir no sólo las políticas, sino la determinación de controlar buena parte de las mismas por inacción, abandono o conspiración de sus directivos, las confiscaciones producidas han sido en razón de lo señalado y no como acción vengadora o resarcista del Estado como tal, las pruebas existen y están demostrando con excepciones que el papel del Estado asumido con valentía y en concordancia con el ordenamiento legal, ha logrado avances importantes, no obstante, la observación se debe dirigir en lo adelante al papel y actuación de la gerencia al frente de estas empresas hechas públicas.
En la actualidad y en esto hay que hilar fino, a pesar del terrorismo económico y comercial el nivel de desempleo se mantiene bajo, indicador que la economía corregidos los entuertos que originan esta guerra económica, tiene la base suficiente para salir adelante y las decisiones que en esta materia está tomando el gabinete económico tienden a normalizar la situación en el mediano plazo, el país lo requiere y el pueblo con paciencia acepta lo que el gobierno está implementando, solo que, el concurso de los empresarios honestos, verdaderos emprendedores y con sentido nacionalista se haga ver de manera decidida y sin miedo a las cúpulas empresariales que están al frente de las Instituciones tradicionales como Fedecámaras, Conindustria y Consecomercio fundamentalmente.