Este año podríamos decir que ha sido atípico en el comportamiento de la economía venezolana, definitivamente si hubiera la profunda crisis que señalan tirios y troyanos, unos y otros, opositores de derecha y los de izquierda, que los hay, aunque ustedes no lo crean, no se estuviera presentando una posibilidad de recuperación sin prácticamente mover la estructura actual constituida por los mismos empresarios y comerciantes de siempre; explicamos, por una parte, existe un desmedido incremento del consumo derivado de una especie de nerviosismo en algunas capas de la población, inducidos por toda una campaña bien dirigida y de manera fortuita, aquí no hay nada accidental ni producto de malas políticas, como tampoco de retardos en suministro de divisas para importaciones de aquellos productos que en el país no se producen o se cosechan, así lo digan y reclamen, por supuesto, con las excepciones del caso.
Efectivamente ha habido una vorágine en el incremento de precios influidos por varios factores, en lo particular la referencia con las divisas y su nivel de equivalencia con el bolívar, indudablemente que ha tenido su peso especifico, pero ello, no lo es todo, otros elementos han actuado unos inducidos y otros a consecuencia de los primeros, se trata del nerviosismo creado por la escasez ocasional que han presentado productos de manera puntual y de consumo tradicional y esencial, denominados de primera necesidad y de los cuales se encuentran aquellos que están regulados por el gobierno nacional para que lleguen de manera más económica. En principio estos productos son los que han servido para la extracción vía fronteras, como forma de delito y donde las autoridades han comisado enormes cantidades de toneladas, incluyendo derivados de los hidrocarburos y otros.
Como acción reflejo de la angustia por no encontrar oportunamente los rubros solicitados en el mercado nacional y los establecimientos que se encargan de su venta, surge otra característica con la creación de las celebres colas que se convirtieron en la cara visible de la escasez o ausencia de productos, pero al menos como cosa curiosa, podemos afirmar que los mismos llegan a los establecimientos casi que de manera puntual pero lejos de la distribución normal acostumbrada y aquí llegamos al otro asunto derivado de la situación que estamos viviendo a diario, el problema de la distribución, como sabemos cerca del 70% está en manos privadas porque tienen la logística y los medios para dicha distribución.
Con respecto a lo anterior hay que autocriticarse en el sentido de no advertir por una parte y de no actuar en consecuencia por la otra, en cuanto al ataque que debe sostenerse a lo largo de esta guerra que se tiene contra el pueblo, aún hay empresas del Estado con distribución privada.
El incremento de precios ha afectado a productos de la alimentación, aseo personal y del hogar, artículos tecnológicos, vehículos, sector inmobiliario aunque este viene de aumentos desmedidos desde hace mucho tiempo, entre otros productos que a diario vemos, es decir, no ha habido artículo o bien que no haya sido afectado en esta loca carrera en el precio.
Indudablemente, que los precios fijados arbitrariamente, nada tienen que ver con el exacto valor intrínseco que representa cada uno, comenzando con el valor de nuestro signo monetario el bolívar, no obstante y hay que decirlo que la afectación del precio de la moneda ha sido tomada como referencia para los incrementos señalados, lo que infiere que la situación hay que resolverla atacando las causas que repetimos han sido fortuitas e inducidas por factores económicos y políticos.
El entramado de agresión a nuestra economía y por ende al pueblo venezolano, no es casual y obedece a causas netamente políticas más no económicas, en esto, juegan agentes de todo tipo desde el exterior a través del llamado triangulo (Miami, Madrid, Colombia), que azuzan e irritan las condiciones para desequilibrar los indicadores de precios que muestran a diario en paginas ominosas convertidas en referencia a la hora de fijar precios en casi todo.
El combate a la llamada guerra económica ha tenido, digamos, efectos parciales pero, no ha podido evitar el incremento de precios, en esto el Estado, si es el caso debe legislar a través de la Asamblea Nacional vía habilitante, para someter al escrutinio jurídico y legal a los infractores venidos al aprovechamiento inercial muchas veces de los incrementos de precios y en cuanto a la distribución igualmente monitorear adecuadamente a nivel nacional los desvíos que se producen y las autoridades rotarlas cada cierto tiempo para evitar los vicios e irregularidades en que caen algunos funcionarios que permiten el contrabando y el "paseo" de productos por el territorio nacional.