Me preparé para este artículo con tres días de ayuno. No les voy a decir porqué, dejaré que lo averigüen a medida que avancemos.
He escuchado todo tipo de opiniones respecto a la revolución bolivariana, de participantes y de observadores. Y desde ya digo que todos tenemos derecho a tener y dar nuestra opinión. Esta no es más que mi opinión como participante directamente involucrado y afectado por todo ello.
Hace mucho tiempo que perdí el interés por las discusiones. Solo me agrada el intercambio de ideas entre actitudes abiertas, dispuestas a escuchar. Y sobre todo atentas a soluciones implementables. En mi caso, llegar a este punto ha exigido un amplio y arduo proceso.
Primero que todo tuve que darme cuenta que tras cada una de mis actitudes y opiniones, había un sistema de intereses, la mayoría de las veces desapercibido. Una problemática o conflicto particular en la relación con mi entorno, era la raíz de todas mis reacciones.
Esto me recuerda que en mis años adolescentes sucedió la primera operación del corazón. Aquello fue toda una revolución. Una conmoción de los hábitos y creencias del mismo nivel de que el ser humano pusiera los pies por primera vez sobre la luna.
Ahora que lo pienso, ambos el corazón y la luna, están íntimamente asociados con nuestros sueños y estados de ánimo. En aquél entonces, joven como era, me hacía mucha gracia que gente culta le preguntara al doctor Barnard, toda clase de cosas sobre el amor.
Claro; corazón = músculo u órgano del amor. De donde se deduce que si puede cambiar un corazón por otro con éxito, ha de ser una especie de mago con capacidad para curar los males de amor. Ahora, a mi me gustaría preguntarles, ¿cuando sientas el amor qué harás? ¿Le dirás que se detenga y compararás con las instrucciones para ver si encaja en ellas o no?
Lo mismo sucede con toda experiencia, y en particular con una vivencia transformadora, intensa y acelerada como la revolución. Igual que en el enamorarse eres sujeto y objeto de la revolución. No puedes vivirla sin que te transforme. Porque te compromete totalmente.
Estás todo tú, todo tu sistema de intereses en juego. Y si no es así no te estás revolucionando ni existe posibilidad de transformación. Así que si quieres bailar amigo, es mejor que te olvides de desilusiones anteriores y prevenciones, relajes tu cuerpo y te entregues a la música.
Hoy en día, si bien repetimos todo el tiempo que hay un gran trecho entre dichos y hechos, hemos perdido de vista ese abismo. Y por eso nos cuesta mucho entender la realidad que nos toca vivir, en la cual estamos inmersos.
Por eso yo aconsejo a mis amigos pensadores que si quieren acercarse a la realidad estructural que los incluye, de la que no podemos separarnos por muchos trucos de abstracción que realicemos, hagan un ayunito de dos o tres días para que se acuerden que tienen un cuerpito.
Ese cuerpito tiene necesidades. Las necesidades insatisfechas generan tensión creciente. Que al llegar a cierto umbral de tolerancia, se convierten en dolor. Si el dolor o insatisfacción persiste viene la enfermedad, deterioro y muerte.
El amigo cuerpo no entiende de temporalidades y abstracciones. Para él no existen dudas, relatividades, ambivalencias, contradicciones ni indecisiones. Cuando el dolor aumenta o el cuerpo se enferma, se prende la luz roja de peligro vegetativo. Se activa un estado totalmente diferente que toma toda la energía. Sin energía disponible, el amigo razonador desaparece.
Cuando se prende la señal de peligro y el dolor desborda cierto umbral de tolerancia, el cuerpo no lo piensa. Ya está en acción. Ya extiende la mano hacia lo necesario. Ya está haciendo lo indispensable para calmar o relajar ese dolor. Es decir, para obtener placer, que no es sino alivio del dolor, su contracara estructural y equilibradora.
¿Alguna vez pensaste que el placer sexual no es, o no responde sino al alivio, descarga y/o liberación de una fuerte carga o tensión acumulada? Cuando la educación bloquea ese instinto estamos en serios problemas. Como dicen hoy, nos convertimos en analfabetas funcionales.
Pero lamentablemente todavía no hemos aprendido formas de moderar esa señal, sin ocasionar serias disfunciones entre lo vegetativo y lo racional. Es decir, sin reprimir, violentar, ocasionar sufrimiento y muy malas grabaciones. Que luego afloran cada vez que tales respuestas son requeridas.
Para decirlo más claro, si te castigan para moderar tu apasionamiento, para civilizar tu fogosidad, luego escucharás una voz más chillona de lo normal, y sin darte cuenta aflorará una atmósfera infantil de temor y hasta tu cuerpo se contraerá preventivamente al posible golpe. ¿Te preguntas hacia donde te guío con todo este paseo? Paciencia amigo. Es muy simple.
Si quieres entender el núcleo esencial de lo que estamos viviendo en Venezuela, tienes que volver a entender las cosas más simples que hemos olvidado o perdido de vista. Dicen que el Señor Chávez es carismático, populista, controversial, que conoce el lenguaje del pueblo.
¿Y cual ese lenguaje tan simple? El de las necesidades amigo mío. Esas que se han visto abandonadas, desatendidas y sin posible alternativa por décadas, siglos. Conocer el lenguaje del pueblo es ser sensible a su sufrimiento y desesperanza. A tu propio cuerpo.
Ser sensible exige actuar para corregir tales anormalidades. No razones, no palabras, no hermosas descripciones de voluptuosos placeres cortesanos exhibidos ante su necesidad, para luego dejar caer unas migajas. Hechos concretos amigo mío. Sustancia nutritiva que calme el dolor, que desinflame los vientres, que humedezca las afiebradas alucinaciones.
Quien es sensible al dolor ajeno lo siente, lo hace propio, no puede separarse, abstraerse de él. Por tanto se compromete en un curso de acción para aliviarlo, busca todos los modos posibles de hacerlo. Sus propios intereses, su propia vida, pasan a un segundo lugar.
Por cierto, la compasión por el prójimo es un método mucho más interesante de modular tus pasiones, de acallarlas o ponerlas en segundo lugar. Algunos le han llamado heroísmo, otros amor, grandeza de alma, solidaridad superadora de lo instintivo. Pero el nombre es lo de menos. Lo importante es que ese el motor de la historia, de la evolución, del progreso.
Ahora bien, cuando le declaras la guerra a la pobreza, ignorancia, exclusión, discriminación humana, cuando declaras la liberación de la esclavitud de toda necesidad, te toca chocar con ese gran trecho entre dichos y hechos.
Es el abismo de la fría razón que pretende relacionarse abstractamente con su cuerpito. “Ellos están así porque son flojos, en otras palabras, se lo merecen”. La razón es muy útil para algunas cosas. Pero también la usamos para acallar la conciencia, para enterrar la vergüenza que opaca la mirada e impide mirarnos y vernos en los ojos de la necesidad.
Y por eso cuando tu corazón está comprometido con la causa justa, cuando actúas con la dignidad por delante, cuando tienes la frente en alto, miras a los ojos, hablas con sinceridad sacudiendo las aletargadas conciencias; pues resultas controversial y populista.
Pero por los mismos motivos el pueblo te escucha, te entiende, te responde. Porque el amor con amor se paga y por la vida, la vida se da. Esta es la simple, sincera y directa lógica de lo irracional amigo mío. Es el lenguaje de la mirada transparente, cálida y silenciosa que olvidamos. Y así fue como creamos los abismos, distancias y soledades.
Ahora clamamos hermandad, igualdad, justicia, libertad. Pero ya no sabemos que nos separa, violenta, enfrenta. Y otra vez, es muy simple. Todo lo que hace falta son alternativas, posibilidades. Hemos vivido décadas masticando cuentos, abstracciones e ideologías.
Pero ven y mira ahora como los hechos solidarios se abren caminos y trascienden fronteras. Escucha el canto de los pueblos hermanándose más allá de diferencias culturales, raciales, religiosas. Observa como el pueblo soporta sin ser doblegado siquiera por los hambreadores, cocinando con leña porque le quitaron el gas. Sin poder ser engañado por falsimedia.
No oirás una sola queja. En su lugar verás una sonrisa y escucharás: “Siga adelante Comandante. No importa cuanto tome o cueste. Cuente con nosotros” Esa gente analfabeta y desnutrida en muchos casos, es la protagonista estelar de la revolución. ¿Cómo, porqué?
Simplemente porque hechos son amores. Porque la sensibilidad de alguien les refleja su humanidad enaltecida, los hace sentir humanos. No mira las apariencias a que una condición social los redujo, sino el enorme potencial que en todo humano corazón anida, y duerme si no le das alternativa, dirección.
Eso. Posibilidad. Alternativa. Eso es lo que las abstracciones han velado en todo este tiempo. Es de eso que hemos carecido y por eso estamos paralizados, impotentes. Posibilidad y alternativa ilimitada es el corazón, el núcleo de lo humano. La bella durmiente que despierta al beso amante del príncipe, tal vez feo y bruto para los que no pueden mirar directo al corazón.
Es así como se eleva y ennoblece la conciencia por encima de los instintos. Reflejando con tu propia conducta una imagen enaltecedora de lo humano. No domándola a palos ni doblegándola por temor o necesidad. No con la ley del Talión, ojo por ojo y diente por diente.
Hoy los pueblos despiertan y se miran en el espejo de la alternativa que Cuba atesoró y Venezuela refleja magnificada. Hoy los pueblos despiertan de su letargo y comparan, a la luz de los hechos que ya los alcanzan, cual bendiciones del cielo que vienen a enjugar sus lágrimas.
Las palabras del presidente de CITGO, filial petrolera de PDVSA en EEUU, en una reunión con los estadounidenses de bajos recursos que habían sido beneficiados con la distribución de combustible para calefacción con un 40% de descuento, ilustran con claridad tal experiencia.
“Al exponer su visión del programa, Rodríguez parecía más un filósofo que un ejecutivo de petrolera: "La primera condición es sentir amor. ¿Qué siento yo si no siento lo que tú sientes? Tu vida es un espejo de mi vida. Ese problema no es tu problema, sino un problema de vida.”
Por primera vez el petróleo pareció punto de esperanza, en vez de una causa de guerra y muerte. Los pobres de Estados Unidos voltearon hacia América Latina por ayuda y, en este caso, reportaron que la respuesta fue rápida y real.”
Se libera liberando amigo mío. Una revolución que recurre a la violencia y represión no es realmente una revolución. Es solo una repetición. Más de lo mismo. No puede cambiar nada. Solo los hechos solidarios y la sensible compasión podrán humanizar el mundo. Porque comprenden que no pueden, por mucho que lo intenten, separarse de él.
Para bien o para mal somos uno con el mundo. La alternativa es convertirlo en un paraíso o en un infierno. Y esa será la mayor sorpresa para los escépticos. Reconocer que el “trata a los demás como quieras ser tratado, o el serás medido con la misma vara con que midas”, no es un bonito e ingenuo poema.
Sino un simple mecanismo sicológico, con sustento fisiológico. Un circuito estructural de realimentación percepción-respuesta, por el cual no se puede evitar representar o imaginar internamente lo que haces, percibes, ves.
Todo eso lo grabas en memoria y se actualiza cada vez que sientes, que piensas, que actúas. Eres y vives según haces. Construyes con cada acto inevitablemente tu infierno o tu paraíso, tu esclavitud o libertad. Para que quede más claro, la conducta generosa y la egoísta se somatizan. Se convierten en salud o enfermedad. En equilibrio o alteración sicológica.
No falta mucho ya para que la humanidad no tolere el nivel de tensión o sufrimiento mental de ver sufrir a su prójimo. En ese momento los que creen en la cultura del temor, en la política del látigo, verán sobresaltados como todos les dan la espalda. Y sin escuchar ya sus vacías promesas, gritos o amenazas, retoman el camino de la hermandad, de la solidaridad.
Ese mundo mejor que ya presentimos y casi podemos acariciar, es el inevitable destino de nuestra historia. Es el motor que siempre nos impulsó, los sueños que incansablemente hemos perseguido. Es el verdadero sentimiento religioso, (del griego re-ligare, volver a unir), que nos lleva al reencuentro con la familia humana, de regreso a casa, al hogar.
Este planeta que viaja por el inmenso cosmos. El mismo ante cuya belleza vestida de luz, los astronautas no pudieron evitar conmoverse al verlo desde el espacio. Así lo describieron ellos, una experiencia religiosa, mística, de inigualable belleza que cambió sus vidas para siempre.
Me despido dejándolos con las palabras de otro amigo sensible a lo humano.
“Vuela hoy hacia las estrellas el héroe de esta edad. Vuela a través de regiones antes ignoradas. Vuela hacia fuera de su mundo y, sin saberlo, va impulsado hacia el interno y luminoso centro”.