En estos momentos en el que somos víctimas de una guerra económica que puede desquiciar a unos cuantos, es propicio recordar a ese Gigante Hugo Chávez Frías, para poner de manifiesto sus logros. Y, sin duda alguna, uno de ellos corresponde a todo lo que involucra el estímulo a la práctica de la lectura y el desarrollo de la capacidad analítica para la formación de un individuo crítico y participativo.
Desde mi óptica, el logro de Chávez se dividió en tres grandes aportes: el primero, alfabetizar a través de la Misión Robinson; el segundo, motivar a leer para generar análisis; y el tercero, conducir la lectura para formar ideológicamente, porque, aunque el analista del discurso Teun Adrianus van Dijk dijo que no existen ideologías ni buenas ni malas, sí hay formas de pensamiento que oprimen una vez que cercenan la conciencia.
1 La Misión que nos devuelve la identidad
En el 98, antes de ganar las elecciones, Chávez prometió luchar contra el analfabetismo y ofreció una buena educación. Esto no era nuevo: muchos candidatos electorales lo habían hecho, pero, para frustración de los venezolanos, ninguno había cumplido; no obstante, el líder fue la excepción.
Cuando Hugo Chávez asumió la presidencia, de unos veintitrés millones de venezolanos, dos millones de habitantes eran analfabetas. Por ende, aquello de que la educación era pública y obligatoria, no pasaba de ser una ridícula falacia.
La deserción escolar y la repitencia constituían uno de los enemigos de esos postulados. Los niños no podían estudiar porque no recibían una alimentación adecuada. A esto se le suma que muchos tenían que trabajar para mantenerse.
En el caso de la educación secundaria, existía 15 % de deserción, cifra que, en la actualidad, ha disminuido a 5,5 %. Dicha disminución se debe a acciones como el Programa de Alimentación Escolar: la entrega gratuita de textos escolares y cuadernos, y a las computadoras portátiles Canaimitas.
Por consiguiente, debido a que pocos podían costear una educación superior, quienes tenían acceso a la misma eran privilegiados. Antes de esa fecha, el ingreso de estudiantes a instituciones privadas a nivel superior iba en aumento justo cuando la visión del estudiante como cliente prevalecía.
Lo anterior con Chávez cambió, porque se invirtió más en educación (del 3,2 % al 55%, tomando en cuenta de 1998 al 2007). Además, se crean universidades, como la Bolivariana de Venezuela, e instituciones de educación superior como la Simón Rodríguez y la Universidad de la Fuerza Armada abrieron sus puertas a miles de estudiantes para hacer la educación universitaria inclusiva, un derecho reivindicado con Chávez, aunque vulnerado en el pasado.
Una vez expuesto el contexto de la educación en Venezuela antes y después de la llegada de Hugo Chávez a la presidencia, un acierto difícil de ocultar es la Misión Robinson, iniciada en 2003. Con ella se logra disminuir significativamente el índice de analfabetas: un millón y medio son alfabetizados quedando sólo 1 % sin alfabetizar.
Entonces, curiosamente, a quien se le calificó de "dictador" consigue que todos lean, aun cuando sabemos que un tirano no quiere que el pueblo aprenda a leer y se cultive, y menos aún que desarrolle un espíritu crítico y participativo que lo libere de la opresión.
2 ¿Para qué leer?
Por qué un hombre a quien se le calificó como dictador, promueve la lectura. Leer libera la conciencia. Nos ayuda a pensar antes de actuar; ese es su consejo.
El Gigante nos insiste en leer y leer para generar pensamiento liberador, para transformar una realidad que responde a una circunstancia histórica; y una vez que se conoce la historia, se rescata la memoria histórica y, con ella, la recuperación de códigos que nos identifican como venezolanos.
Chávez es muestra viviente de lo anterior. Su pensamiento se representa mediante un árbol de tres raíces: Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora. El Libertador, el maestro y el general del pueblo soberano.
La primera de esas raíces la constituye Bolívar: el militar y estratega, el conquistador de batallas, quien exhorta a los pueblos bolivarianos a luchar por un ideal común; con él nos viene la idea de la patria grande, de la integración latinoamericana y la visión de América como una gran nación.
Simón Rodríguez nos hace reconocernos como distintos a la vieja Europa, a inventarnos, porque tan sencillo es que si copiamos un modelo sin reconocernos y negando nuestra identidad, fracasamos. Propuso una manera de gobernarnos dejando atrás los tiempos de opresión y desigualdad, una República libre, en la que los esclavos, los pardos y los negros tenían el sagrado derecho a la educación.
Para Chávez, Ezequiel Zamora es vital, porque representa la batalla por la igualdad. Conocido como el general del pueblo soberano, aparece treinta años después de Bolívar para redistribuir la tierra bajo la consigna "Tierras y hombres libres", lo cual lo convirtió en un enemigo acérrimo de la oligarquía.
Con el pensamiento liberador sustentado en el árbol de las tres raíces, el Gigante nos da la herramienta para conocer y entender nuestra historia y hallar en ella las claves para independizarnos ideológicamente.
3 ¿Qué leer?
Leemos y leemos para despertar la conciencia, para afianzar ideas y razonar la revolución. Entonces nos preguntamos qué debemos leer. Enseguida aparece una lista de libros que nos recomienda Chávez. El primero de ellos, Venas abiertas de América Latina, del uruguayo Eduardo Galeano, quien nos dice que los latinoamericanos hemos estado sumisos ante un imperio que nos roba nuestra riquezas y nos margina bajo el calificativo alienante de países del tercer mundo.
Leía y mandaba a leer a los clásicos, como Maquiavelo y Rousseau. También recomendó la lectura del lingüista y analista de los medios de comunicación, Noam Chomsky, quien escribió Hegemonía y Supervivencia. La estrategia imperial de los Estados Unidos.
En definitiva, no había libro que Chávez mandara a leer, que no tuviera éxito y terminara agotado, o en su defecto se reimprimiera, para responder a una necesidad de aprendizaje, que obedecía a una circunstancia histórica; recomendaba un libro, y con él llegaba la comprensión; la lucidez y la sensatez se hacían presentes; así era el Gigante Hugo Chávez, quien tuvo un papel en la historia tan relevante como sus emisarios inspiradores del árbol de las tres raíces.