No, no es un error. Tampoco es que nuestro abecedario cambió. Se trata, simplemente, de que las prácticas de burocratismo y bachaqueo, comienzan con la "c" de contrarrevolución.
Estamos ante dos de las expresiones más significativas, en la actualidad, de la cultura egoísta que fomenta y reproduce el capitalismo, con su ánimo más perverso y destructivista. Burocratismo y bachaqueo pueden equivaler, perfectamente, al poder detonador de la más poderosa bomba nuclear, capaz de eliminar o diezmar pueblos enteros.
El imperio estadounidense, aparato político, militar e ideológico desde donde se manejan los intereses del gran capital, con afanes de dominio o de hegemonía explícitos, sobre los pueblos del mundo, los más pobres, los depauperados, los que aportan solamente su fuerza de trabajo, en calidad de "iguales" ante el inmenso poderío de los explotadores, dueños de los medios de producción... El imperio estadounidense, a través del Pentágono, de la CIA y su Departamento de Estado, está bombardeando sin cesar, de burocratismo y bachaqueo, al pueblo venezolano.
Interesados en acabar con la Revolución Bolivariana y Chavista, los poderes imperiales han sabido artillar sus inmensos morteros ideológicos, de alienación y mediática, para sembrar de divisiones los campos mayoritarios de pueblo pobre y discriminado ayer, que hoy milita en el campo consecuente de la construcción de la Patria socialista, tal como la soñó nuestro Comandante Supremo Hugo Chávez, durante la construcción simultánea de su liderazgo antiimperialista.
El burocratismo, esa plaga destructiva y poderosa, mensurable en megatones, se pasea cómodo por las oficinas públicas del Estado venezolano. El burocratismo, esa cultura adeca o puntofijista, moldeada pacientemente por la dictadura del capital, que se asentó como República, como Cuarta República desde 1830 y que cobró perversión corrosiva durante la denominada "democracia representativa", organizó toda su burocracia para perpetuarla en todos los espacios de poder político.
Es por esto último que, hoy, 16 años mediantes de gobierno en Revolución Bolivariana, las mismas estructuras de la burocracia venezolana hacen gala de su ejercicio egoísta y hegemónico, donde nada se resuelve, nada avanza y el Estado sigue a su merced, dando pancadas de ahogado.
Y no es que no se haya hecho nada ni se haya avanzado. El Gobierno encabezado por nuestro Comandante Hugo Chávez, durante casi cinco lustros y el que hoy preside nuestro camarada Nicolás Maduro, se han dedicado denodadamente, a crear espacios, decretar medidas e instrumentar acciones para conseguir la mayor suma de felicidad para nuestro pueblo, tal como lo soñó nuestro Libertador Simón Bolívar, al calificar al mejor de los gobiernos. Se ha hecho y se ha soñado muchísimo, pero el acto corrosivo de la cultura burocrática puntofijista, sustentada en el poderío capitalista, sigue incólume, provocando sus perversos efectos sobre la conciencia del pueblo que, por momentos llega a sentir que no hay salida.
Y allí es donde coloca su acento la burguesía, la oligarquía criolla y la derecha venezolana, cuando se proponen ganar unas elecciones, como las venideras parlamentarias, y adelantar el derrumbe del gobierno Bolivariano y Chavista y, por extensión, de toda esta Revolución que ha sabido convertirse en esperanza de los pueblos del mundo.
Junto a esto, la otra "b" que se pronuncia con "c" de contrarrevolución: el bachaqueo, como bomba disuasiva de cualquier afán colectivo, organizado, comunal, que siembra en los cerebros de las masas, la idea de que la única salida y la salvación es la del individualismo, la de las soluciones egoístas, del sálvese quien pueda. La de la acumulación de bienes para parecer ricos o burgueses, pero sin llegar jamás a serlo.
En fin, contra el burocratismo y el bachaqueo, la lucha es la misma, por desbaratar la conspiración contrarrevolucionaria y sus múltiples expresiones. Si perseveramos de conciencia y de actos, sin dudas que venceremos.
