Uno de los problemas que afrontan los oportunistas consiste en el doble discurso teórico para la determinación de las categorías que aplican a la crítica de la praxis revolucionaria. Esta situación, expuesta por Marx y denunciada por Lenin y por Rosa Luxemburgo en sus escritos sobre el oportunismo, el anarquismo y el reformismo, subsiste a lo largo de la historia del movimiento revolucionario, y se concreta en nuestra realidad en los momentos que se agudizan las contradicciones provenientes de un capitalismo y que requiere del delito como forma práctica para supervivir, a costa del hambre del pueblo venezolano (bachaqueo, contrabando de extracción, acaparamiento, inflación, desabastecimiento devaluación del bolívar y otras formas igualmente delictivas,) pretendiendo con ello revertir el proceso histórico que se inicia con el advenimiento a la presidencia del Comandante Eterno Hugo Chávez y los inicios del proceso socialista bolivariano en nuestro país.
Pues resulta difícil escapar de las viejas estructuras del pensamiento dominante, por lo cual asumen la crítica desde las cavernas de la burguesía y pequeña burguesía, concretadas en las caducas instituciones que se invocan como representantes de la clase obrera (sindicatos, ONGs, movimientos reformistas); o autodenominarse revolucionarios, pero en su accionar coliden con el devenir histórico ya que su análisis está descontextualizado de la realidad social puesto que obvian las condiciones materiales y subjetivas, además aplican categorías estructuralistas ajenas a la concepción materialista de la historia.
Igual de nocivos aquellos que aplican consciente pero erradamente, desde el accionar gubernamental, las premisas capitalistas, para inducir cambios revolucionarios, pues el resultado ,es obviamente apostar al fracaso de la revolución , enfrentándose a las aspiraciones de un pueblo que espera cambios sociales, políticos, culturales, económicos e histórico del proceso socialista en marcha.
Resulta que la tanto la asepsia metodológica, o la contaminación de la misma por premisas burguesas, colocan las críticas, las refutaciones a las acciones del gobierno nacional, (tales como el cierre de la frontera con Colombia, a la aplicación de las OLP, a las intervenciones a empresas del estado poco productivas, al cierre de supermercados por vender a precios especulativos, despido a empleados saboteadores, castigo a los bachaqueros, etc.) hechas por los llamados revolucionarios a la misma altura que las denuncias disociadas de la derecha.
De ahí que el futuro histórico de aquellos que "se aventuran al difícil arte de nadar en dos aguas" (de pretenderse revolucionario cuando en realidad, en su trasfondo mental, prima el oportunismo, el reformismo, el pensamiento academicista y sofisticado de los grupúsculos desubicados de la derecha), y de los que ex profeso aplican la teoría capitalista para hacer fracasar el modelo socialista en construcción, no es otro que morir ahogados en medio del remolino de la revolución, tal como ha ocurrido con aquellos que, en los momentos revolucionarios se han pasado a las filas de la derecha, fungiendo de salvadores de la patria, tal como ocurrió en Venezuela en el años 2002, en Cuba, Chile, Nicaragua, El Salvador así como otras experiencias en Latinoamérica y el resto del mundo.
O sea.
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