La cobertura del cierre de la frontera con Colombia es un ejemplo más de la facilidad con que nosotros tendemos a jugar con cartas marcadas por el enemigo. Resulta sorprendente la difusión que se le está dando en nuestros medios a los argumentos mezquinos que esgrimen voceros de la élite colombiana contra la decisión soberana adoptada por nuestro Gobierno para defender nuestro territorio y a todos los residentes en Venezuela, entre ellos a 6 millones de colombianos.
Resulta lamentable la actitud quejosa con que especialistas y opinadores entrevistados justifican lo que no necesita justificación: que el Estado venezolano tiene el deber y el derecho de defender a nuestro país, que a Venezuela no le toca asumir responsabilidades del Gobierno colombiano y que la repatriación de indocumentados nada tiene que ver con la violación de los derechos humanos.
En su artículo "Diez Mandamientos para la Comunicación Revolucionaria" Britto García destacó dos normas que comunicadores y opinadores debieran tomar en cuenta para empezar a reenfocar su mirada: "No repetiremos en los medios revolucionarios calumnias y mentiras de la derecha" (venezolana, colombiana o de cualquier otro país) y "La comunicación revolucionaria es el sistema educativo de toda la sociedad"
En vez de repetir estupideces insostenibles, nuestros medios deben contextualizar el bachaqueo, el contrabando, el narco tráfico y la penetración de paracos. Deben explicar, a nuestro pueblo, a los colombianos de bien que se han venido a nuestro país y al mundo, que la situación que se vive en la frontera es expresión de las tensiones existentes entre Colombia y Venezuela desde la época del dominio español, aliñadas hoy en día por la crisis global del capitalismo, por la situación de guerra que vive Colombia y por el proceso de cambio venezolano.
Deben ilustrar cómo la oligarquía colombiana, apéndice del gobierno estadounidense, y su manumiso Uribe representan a los intereses de los amos del gran capital en América Latina y el Caribe.
Deben ilustrar cómo la vergonzante clase dominante/dominada del vecino país ha desconocido sistemáticamente las necesidades y derechos de su pueblo y ha acabado violentamente con todo intento libertario.
Deben ilustrar cómo la élite y sus secuaces ceden territorio al narcotráfico y a los perros de la guerra, desplazan, asesinan y expolian a campesinos, indígenas y marginados urbanos, etc.