Una de las consultas más recurrentes de los estudiantes de postgrado, es cómo vincular la teoría de sistemas con el estudio de organizaciones tan dinámicas como las de carácter universitario. Por ello, he asumido algunos espacios de mis escritos semanales para ir orientando y definiendo las categorías que tienen relación con la teoría de sistemas y por supuesto con el contexto organizacional y gerencial de las instituciones universitarias en tiempos de transformación y cambio.
Empecemos por centrar el origen de la teoría general de sistemas, como fuente para el proceso de reflexión sistémico que es, en acepción de Miguel Martínez Miguelez, el nuevo paradigma emergente. La teoría general de sistemas fue desarrollada en principio por el biólogo y filósofo austríaco Karl Ludwig von Bertalanffy (1901-1972), y el filósofo, matemático, lingüista y lógico austríaco, con nacionalidad británica también, Ludwig Josef Johann Wittgenstein (1889-1951); esta teoría recibió influencia de las corrientes del neopositivismo o positivismo lógico surgido a partir del siglo XX, con la aparición y consolidación del círculo de Viena. Sus más fieles exponentes argumentan, que la ciencia es el único conocimiento de la realidad en tanto, la tarea de la filosofía debe ser analizar el lenguaje científico y conseguir que el trabajo de los científicos se realice de manera unitaria, de modo tal, que las distintas ciencias se fecunden mutuamente y ejerzan una labor crítica entre ellos. La teoría de sistemas ofrece un nuevo paradigma para el estudio de las organizaciones sociales y su administración. Un sistema es un todo organizado y unitario, compuesto de dos o más partes, que trabajan en forma coordinada y dependiente para generar beneficios mayores a los que se obtendrían en el funcionamiento de cada uno de los componentes por separado. Cada sistema está inserto a su vez en un macro sistema conocido como ambiente del cual toma los insumos necesarios para su desenvolvimiento y entrega los resultados de sus procesos internos.
En este sentido, la teoría de los sistemas fue un avance en comparación con los enfoques administrativos unilaterales, desarrollados hasta entonces. Estudia la organización como sistema social inmerso en un sistema social mayor y en constante movimiento que se interrelacionan y afectan mutuamente. El origen de este enfoque se remonta a las concepciones Aristotélicas de causa y efecto y de que todo entorno forma parte de otro mayor.
En concreto, las organizaciones sociales son sistemas abiertos, debido a que argumentan que la conversión de los insumos son los generados por transacciones entre estos y su medio externo, la transformación de los insumos, el resultado de la transformación de insumos en producto, la necesidad de controlar la entropía mediante la importación de más energía de la que gasta y el almacenamiento de excedente, la información; retroalimentación negativa y el proceso de codificación son insumos de un sistema abierto, las entradas de insumos al sistema proporcionan un estado estable al sistema en relación con los productos de su proceso, la diferenciación entre los demás sistemas o estructuras y la finalidad; además, este principio señala que un sistema puede lograr el mismo estado final por diferentes caminos y desde diferentes estados iniciales.
Sin embargo, es importante visualizar un sistema como un conjunto de unidades recíprocamente relacionadas; de allí se deducen dos conceptos derivados como propósitos para identificar objetivos y globalismo para aludir a la totalidad.
Esto lleva a tener un interés especial hacia los sistemas abiertos (ampliamente abarcados por el alemán Karl Raimund Popper 1902-1994), que vienen a ser un conjunto de partes en interacción constituyendo un todo sinérgico, orientado hacia determinados propósitos y en permanente relación de interdependencia con el ambiente externo. En efecto, en la visión del teórico en referencia parece útil para conceptualizar a la universidad como un particular sistema social donde interactúan un conjunto de elementos con propósitos bien definidos dentro de una globalidad.
En un aspecto puntual, el enfoque sistémico pone en primer plano el estudio de las interacciones entre las partes y entre éstas y su entorno, de este modo, la importancia de las interacciones bajo el enfoque sistémico hace necesario la distinción entre las variables de entrada, aquellas generadas por el entorno y las variables de salida generadas por el propio sistema.
Por tal motivo, esta concepción sistémica, en el caso de las organizaciones de educación superior, se explica como sistema viviente, puesto que la salida de un sistema se relaciona con la entrada a través de un bucle de retroalimentación o feed-back desde la circularidad de los fenómenos y la recursividad de los procesos, rompiendo así con los postulados de la ciencia newtoniana clásica, según la cual los efectos se encadenan de forma lineal. Por ello, la idea de circularidad desarrollada por Wiener se centra en el feed-back negativo que permite la autorregulación del sistema ante posibles perturbaciones.
Ante todo esto, la organización universitaria al ser analizada como un sistema abierto, donde mantenga una continua interacción de sus partes, está en permanente relación de interdependencia con el ambiente externo, ya que los sistemas abiertos presentan intercambios con el ambiente a través de entradas y salidas, de modo que son adaptativos para sobrevivir, la adaptabilidad es un continuo proceso de aprendizaje y auto-organización. Así que los sistemas abiertos no pueden vivir aislados, mantienen una interacción constante con el ambiente en forma dual, o sea lo influencia y es influenciado.
Uno que ahondó sobre este tema es el francés Edgar Morin (1927), quien al postular el principio sistémico y organizativo de la realidad, se apoya en el conocimiento de las partes con el todo, y para ello cita a Pascal: "Como todo es causado y causante, ayudado y ayudante, mediato e inmediato y como todo se mantiene por un vinculo natural e intangible que relaciona a los más dejados y a los más diferentes, considero imposible conocer las partes sin conocer el todo y conocer el todo sin conocer particularmente las partes". Con relación a esto, Morin enfatiza que el enfoque de sistemas constituye un planteamiento opuesto al reduccionismo y al determinismo, dado que el enfoque de sistemas muestra que los fenómenos presentan una característica especial de lo que anexa la mera reunión de sus partes. Esta característica especial es la unidad, el carácter sistema o sentido holístico de cada fenómeno, es decir, el hecho de que sus partes conforman "una cosa" solo que tal unidad "va más allá" de la nueva reunión de las partes, se puede decir, que los fenómenos manifiestan trascendencia holística.
Habidas cuentas, la teoría de sistemas le da un tratamiento especializado a la realidad social y organizacional, en el caso de las instituciones universitarias, se debe abordar desde la perspectiva de un sistema como unidad viviente y dinámica, categoría más importante de los sistemas abiertos que trasciende los fenómenos aislados, dado que cuando esto ocurre las relaciones antológicas entre los individuos, la organización educativa y sus valores en el contexto de su ambiente adquiere mayor significado.