Después de cuatro años de construcción y un año de colocación en diversas empresas editoriales (que asegurarán una masificación efectiva del texto), ve la luz mi libro "Metodología de la Complejidad". Es un texto académico, escrito para orientar a los estudiantes (e investigadores), en la elaboración de estudios desde los diversos enfoques de investigación, pero en el marco del contexto o paradigma de la complejidad. Hasta el momento hay textos muy obtusos sobre la complejidad y sus caras en la dinámica social, pero no hay un texto que delimite la complejidad en el ámbito metodológico, puesto que la complejidad, en sí misma, es una confrontación al racionalismo metodológico. Entonces llevar la camisa dogmática metodológica al cuerpo real, flexible e intranquilo de la complejidad, es una tarea altamente difícil.
Sin embargo, pienso que se ha podido hacer el "milagro", o un primer acercamiento, un intento por darle coherencia a estructuras muy dispersas que tienden a confundir a propios y extraños. Por ejemplo, cómo comprender, o tener la perspicacia para reconocer cuando el enfoque etnográfico, en un estudio de una sociedad determinada, se ha de comportar como enfoque cualitativo o como método cualitativo de complemento en un estudio cuantitativo de valoración del modo de vida de una determinada comunidad objeto de estudio. O cómo saber cuándo un análisis de contenido se diferencia de un estudio hermenéutico. Estas situaciones, que quienes estén imbuidos en el tecnicismo metodológico lo entiende perfectamente, es ese inmenso listón en que han colocado a la metodología, o racionalización del pensamiento, en un tiempo histórico que pide a gritos eliminar los esquemas racionalistas e impulsar la "escritura automática" como mejor vía de exploración de lo que quiere el hombre y de lo que aspira en un tiempo en que se ha derrumbado lo sólido de la modernidad y estamos en un tiempo líquido como expresa Bauman que nos obliga a ser creativos e inventivos para sobrevivir a la jungla de la civilización moderna.
En una palabra, el texto que a partir del 30 de septiembre del 2015, tendrá en su despensa la Editora Digital y que lo comercializará internacionalmente, es un aporte para el debate, no es un texto acabado, cuyas ideas no pueden ser mejoradas o transformadas, es un texto para ser leído, condimentado con la sapiencia de la lógica dialéctica, pero para proponer temas mejores, para avanzar, porque si las críticas son para cuestionar, esas críticas no tienen validez, hay que aplicar la máxima de Popper: confrontar teoría contra teoría, y la mejor quedará como verdadera.
Algunas personas, de mi entorno profesional, que leyeron el manuscrito original, han opinado que el texto "aclara ciertas dudas en cuanto a la complejidad en ese difícil cuerpo dogmático metodológico"; y otros, "que hizo falta más ejemplos prácticos para aclarar ciertas posturas y situaciones de índole metodológicas". Pero en fin, ha sido bien recibido mi humilde aporte que nace de la experiencia en las aulas de pre y postgrado, y en la vivencia con autores como Jacqueline Hurtado de Barrera, Mirian Balestrini, Mario Tamayo y Tamayo, Fidias Arias e Umberto Eco, a quienes debo la esencia de la comprensión y afinación de algunos de los conceptos reflejados en el libro.
A todas estas, la complejidad es un tema que emerge desde la ciencias y se ha filtrado en todos los campos disciplinares; Edgar Morin ha sido uno de los primeros en proponer una "Metodología" en el contexto de la complejidad, pero no una "Metodología de la Complejidad", sino una "Metodología para la complejidad", aquella, la nuestra, involucra un comportamiento delineado a una cara de la complejidad; ésta, la de Morin, crea condiciones para la comprensión y afirmación de una realidad compleja, es decir, no basta con decir "algo es complejo", se debe desea ir más allá de el método Cartesiano (propuesto por Descartes), y concretar el estudio de la complejidad como una necesidad contemporánea, donde los grupos interdisciplinares asuman vitalidad para el avance del conocimiento, y la multidisciplina genere una metodología de complementariedad y no "metodologías sectarias o dogmáticas"
Cada vez, y eso es un asunto de otro libro y de otro debate, estamos más cerca del pensamiento de ese ucraniano existencialista llamado Leo Chéstov (1866-1938), en cuanto a que los escritores deberían partir de un mismo impulso y una misma preocupación; una preocupación por superar un pensamiento especulativo que no se hace cargo de los verdaderos problemas del hombre, esas grandes preguntas de la humanidad: ¿quiénes somos, qué necesitamos, por qué vivimos, hacia dónde vamos? Chéstov fue un antirracionalismo, y en su misma condición está el vienés Paul K. Feyerabend (1924-1994), quien en su libro "Contra el método: Esquema de una epistemología anarquista", expresa: "La diferencia entre teoría espistemológica (política, teológica) y práctica científica (política, religiosa) que emerge de estas citas se formula usualmente como una diferencia entre reglas o estándares ciertos e infalibles (o, en cualquier caso, claros, sistemáticos y objetivos) y nuestras falibles e inciertas facultades que parten de aquéllos y caen en el error. La ciencia como debería ser, ciencia del tercer mundo, está de acuerdo con las reglas que acaban de ser denunciadas como peligrosas. La ciencia como realmente la encontramos en la historia es una combinación de tales reglas y de error. De lo que se sigue que el científico que trabaja en una situación histórica particular debe aprender a reconocer el error y a convivir con él, teniendo siempre presente que él mismo está sujeto a añadir nuevos errores en cualquier etapa de la investigación. Necesita una teoría del error que añadir a las reglas ciertas e infalibles que definen la aproximación a la verdad". Desde este perfil se ha escrito "Metodología de la Complejidad"; sean sus lectores los que digan la última palabra.