Justo cuando somos víctimas de sanciones de los EEUU porque representamos una supuesta amenaza para Barack Obama y su gobierno asesino, me he tomado por compromiso disertar sobre los logros de Hugo Chávez. La vez pasada lo hice con la lectura. Hoy será sobre la protección que les legó a las mujeres a través de la Ley sobre el derecho a una vida libre de violencia.
Haciendo un recorrido por la historia, hasta el presente, muchas mujeres han sido maltratadas por hombres quienes han mal utilizado su poder y fuerza para abusar de ellas. El maltrato hacia las damas –en cualquiera de sus manifestaciones, como agresión física, sexual, verbal o psicológica- es penado por la justicia venezolana, hasta con la privación de libertad.
En concreto, en la Ley, se define como violencia "todo acto sexista o conducta inadecuada que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual, sicológico, emocional, laboral, económico o patrimonial". Y uno de los tipos más frecuentes de maltrato es la amenaza, que puede realizarse verbalmente o mediante un daño de cualquier índole que intimide a la mujer.
Amenazar y agredir sicológicamente son acciones que van juntas. Implican cualquier acto humillante, vejatorio o discriminatorio, además de lo dicho con una intención no clara: el límite entre una amenaza o un consejo, a veces, es difuso (‘no hagas tal cosa porque te puede pasar esto’).
A lo anterior se suma que como el lenguaje es una forma de acción, cuando se habla se hace algo, y también de reacción, la amenaza representa una manera de limitar los actos de víctima, a causa de generarle temor, angustia o desasosiego.
En definitiva, el Gigante como supo predecir, en el momento actual, la amenaza de los EEUU a suelo patrio, también dio a la mujer el justo valor, y lo demostró con esta Ley.