La muerte de un ser humano es un hecho lamentable y en el mundo periodístico se ha deshumanizado el tratamiento noticioso de un crimen. Los lectores consumen la prensa en gran parte por la página de sucesos, más a nadie le importa el amarillismo de los medios al menos que esté involucrado un familiar o un ser querido. Las primeras declaraciones del fiscal Isaías Rodríguez fueron duras, pues se trataba de un crimen horrendo, como también fueron duras sus descripciones sobre la muerte de los hermanos Faddoul, como también fue dura la descripción de la muerte de Sindoni, en las que habló hasta de mordidas. Pero en todas sus declaraciones, del criterio del periodista dependía la publicación o difusión en vivo de la descripción horrible de cualquier crimen.
¿Alguien recuerda al camarógrafo del programa de Napoleón Bravo cuando mostró un primer plano de un soldado en su ataúd, del soldado que había fallecido quemado?. Los sacerdotes que se pronunciaron en nombre de la Conferencia Episcopal Venezolana para rechazar las declaraciones del Fiscal, debieron orientar sus críticas al medio impreso, audiovisual o radial que las difundió a la opinión pública. ¿Alguien recuerda cuando los dueños de los canales televisivos decidieron sacar del aire al Fiscal cuando hacía la denuncia de un golpe de estado?, ¿por qué no se asumió una decisión similar en el caso del monseñor si se consideraba tan crudas sus explicaciones?. Peor aún, son las preguntas capciosas de algunos periodistas al director del CICPC, Marcos Chávez, pues estaban orientadas únicamente a desmentir al Fiscal en lugar de esclarecer el caso.
Pero lo más triste es la soberbia de algunos sacerdotes que insisten en ocultar actuaciones presuntamente poco decorosas de sus miembros ¿Cuántos abusos por este silencio cómplice a lo largo de la historia en otros casos más vergonzosos?. ¿Qué sentido tiene tergiversar una verdad para ocultar que un monseñor consiguió la muerte presuntamente por su orientación sexual? Ah, es un escándalo, es una humillación a la Iglesia, pues no, es una investigación de un homicidio que debe tratarse con la responsabilidad del caso. Que a nadie le importe qué hacía un monseñor en un hotel, cómo apareció desnudo, etc. es una cuestión de criterios, el Fiscal investiga, a él le importa porque es un homicidio, el periodista investiga y le importa porque es un hecho noticioso, la Iglesia pide prudencia porque se vería afectada la imagen de una institución y de un hombre que merece respeto. Pero, por Dios, ¿acaso no es eso lo que han estado pidiendo miles de venezolanos a los medios?, un poco de prudencia y responsabilidad a la hora de informar.
Por otro lado, la gente se quejó del tratamiento en el programa la Hojilla y del diputado Carlos Escarrá, particularmente no vi el programa. Sin embargo, es responsabilidad de quien conduce un programa, sea periodista o no, el no cruzar la línea del análisis al comentario irrespetuoso que no es nada orientador para la audiencia. La responsabilidad al escribir o presentarse en una radio o un medio audiovisual, no exime a los revolucionarios, y no existe argumento alguno, ni siquiera la inminente invasión del imperio.
En cuanto a la Iglesia, que bueno sería que retomarán su discurso crítico a los medios y contribuyeran a la responsabilidad del gremio periodístico a la hora de informar, porque también fue grotesco y poco varonil el tratamiento dado a la muerte del fiscal Danilo Anderson, también fue inmoral el tratamiento a la muerte de los hermanos Faddoul, y no deja de tener un tinte de hipocresía la indignación de algunos sacerdotes. “Entre las elecciones de nuestra libertad, ninguna tan imprescindible y llena de sentido como la que opta por preferir y buscar la verdad”, Fernando Savater.