Oficialmente era la IV Cumbre de las Américas, la entidad inter-estatal armada entre Washington y sus semicolonias latinoamericanas para adelantar las negociaciones del ALCA, Area de Libre Comercio.
Para quienes militábamos en las calles latinoamericanas desde 1991 contra ese proyecto, aquel 5 de noviembre de 2005 era otra cosa: un escenario más en la batalla internacional contra la recolonización de nuestros países. No estaba previsto su resultado. Mar del Plata no era una contra Cumbre, terminó siéndolo a fuerza de militancia, capacidad organizativa y movilización de decenas de movimientos y por efecto directo del resultado adverso a EEUU desde el primer día de la IV Cumbre.
El ALCA nació en 1991 como "Iniciativa de las Américas", una idea propuesta por los tres Carlos de aquellos años neoliberales: Carlos Andrés Pérez, Carlos Menem y Carlos Salina de Gortari, presidentes entonces de Venezuela, Argentina y México. Luego se agregaron otros y convergió con las ideas generales del documento maestro del neoliberalismo en el Departamento de Estado: El Consenso de Washington (1989).
El objetivo general del ALCA era recolonizar todo, absolutamente todo el continente y más allá, en términos materiales e inmateriales. También dos subcontinentes repletos de biodiversidad: la Antártida y la Amazonía/Orinoquia. Sin ellas, no habrá materias vitales para la dominación futura del sistema imperialista, si es que sobrevive a su propia destrucción en marcha (con nosotros adentro), como advierte Ítzvan Mészáros en sus sesudos libros.
Hoy se recuerda al ALCA de una forma tan oficial, tan estatalmente oficial, que tiende a borrar la gesta histórico-social que permitió su derrota. Aunque hay una relación necesaria entre ambas fuerzas, la social y la oficial, nadie que sea honesto en la vida política puede negar que nada, absolutamente nada, se hubiera sin la marejada de movilizaciones, congresos, reuniones, escritos, charlas, actos, confrencias, acciones directas, contadas por decenas de miles entre Canadá y Argentina, pasando por casi todos los países del continente.
La cuenta que hice hace diez años para un libro que nunca escribí, fue, que entre la multitudinaria acción del 30 de noviembre de1991 en la ciudad norteamericana de Seatle, cuando nace informalmente el movimiento anti-globalización, y el 5 de noviembre del año 2005, cuando el movimiento social convergió con tres gobiernos en Mar del Plata, ocurrieron 388 movilizaciones de calle, entre pequeñas (de centenares), medianas (de pocos miles) y enormes (de decenas de miles), en 11 países, pero concentrados en México, Venezuela, Costa Rica, Argentina, Cuba y Uruguay. Los regitros de prensa reseñaron 11 muertos a manos de las policías y más de 1.600 heridos en esos casi seis años. Es que fueron muchas batallas.
Por primera vez en la historia social hemisférica, algunos poderosos sindicatos de Canadá y EE.UU, miembros de la ALF-CIO, realizaron acciones comunes con algunos sindicatos latinoamericanos. Centenares de los mejores académicos e intelectuales de izquierda reaccionaron en sus escritorios y aportaron sus luces en la campaña.
Una movilización regional de esas magnitudes no se conocía desde las acciones solidarias con Cuba o contra la Guerra de Vietnam, a mediados de la década de 1960, con una diferencia: esta juntó mucha más gente, de orígenes, conformaciones y creencias más diversas (incluso religiosas). En realidad, la maravillosa gesta anti ALCA se nutrió de los movimientos anti globalización nacidos dos años antes en Seatle. Esa unidad hemisférica y europea fue fundamental en los hechos. Luego tuvo expresiones políticas como la Cumbre de los Pueblos y otros espacios creativos.
Sin esas acciones sociales masivas, la derrota del ALCA hubiera sido imposible. La acción de los gobiernos llegó a pocos tramos del final y por supuesto fue necesaria: No creo que Bush se fuera a sentar con los movimientos para negociar en la IV Cumbre. Esos gobiernos cumplieron un rol decisivo en ese punto de la acción. Ese fue su mérito. El más activo, desde el 30 de noviembre en Seatle, fue el de Hugo Chávez, secundado por el de Cuba que entonces estaba muy aislado y sin plata. Los de Néstor y Lula debieron arreglar primero sus cuentas internas con empresas multis como Techint, Pérez Companc y Odebrecht, y con las Cámaras. En ambos países habían corrientes empresarias, políticas, académicas y mediáticas favorables al ALCA. Me tocó polemizar con representantes de ellas en algunos programas, universidades y sindicatos.
Con Chávez no había problema. Aunque su gobierno de entonces era de unidad con la burguesía (hasta el golpe de 2002), él, en persona, adversaba al ALCA. Recuerdo que sus ministros de Interior y de Finanzas lo cuestionaron en el Gabinete por haber cruzado la calle en Seatle para conversar con los manifestantes.
La conspiración de Néstor Kirchner y Chávez en Mar del Plata, secundada a cautelosa distancia por Lula y Tabaré (recién electo), fue vital para sellar el camino andado, pero no la causa. También es cierto que para el gobierno de Estados Unidos, el peso geopolítico de Brasil/Lula, fue una señal de que no podría avanzar más en Mar del Plata. Pero hasta meses antes Lula apostó al Alca. Fue la unidad táctico/conspirativa entre Néstor y Chávez contra Bush y Fox, la clave para definir el final de la IV Cumbre en Mar del Plata y que ambos rufianes se fueran al carajo.
El resto vino casi solo. La sensación victoria que tuvimos a media tarde del día 5 en las calles y en los centros de prensa, y su confirmación en el Estadium Mundialista cuando a Chávez le brotó del alma la proclama "¡¡Alca, Alca, alcarajo!!", una combinación sustantiva cuya fuerza adjetiva final se tranformó en emblema histórico de la gesta más grande de fuerzas militantes y oprimidos del continente en el último siglo.
Diez años después, al celebrarla, es obligado recordar el apotegma que recomienda extraer las lecciones de la victorias para que no se conviertan en derrotas.
Varias de esas derrotas están en marcha ahora desde hace algunos años. El próximo 22 de noviembre sólo veremos la confirmación, o alteración, de esta tendencia negativa en Argentina. Ella comenzó hace varios años como proceso, se aceleró desde el 2012 y puede profundizarse. La razón es compleja pero se puede sintetizar así: Todo lo avanzado desde 2005 comenzó a declinar pocos años despúés, debido a que no fue continuado hasta su final posible en las condiciones posibles. Ni al interior de los países, ni a escala regional, y lamentablemente. Lo que no avanza, retrocede.
ES UN GRAVE ERROR, o peor, una estafa consciente, afirmar que la UNASUR es (o fue) la contraposición al ALCA o cosa parecida. Apenas fue uno de sus resultados, pero no nació con ese objetivo. Fue fundada tres años después en 2008 y tiene demasiados límites constitutivos para serlo, hoy como ayer.
No le quita sus méritos en algunos casos (Honduras 2009, Bolivia 2008, Ecuador, 2009), pero basta recordar que la UNASUR no pudo y no quiso, impedirle al gobierno más pro yanqui del continente, el de Colombia, sembrar con 7 bases militares su territorio, en el corazón de América latina, donde están la Amazonía y la Orinoquia, nada más y nada menos.
La contraposición al ALCA nació un año antes de su derrota, en 2004. Fue el ALBA. Pero los celos nacionales, o el error táctico de Hugo Chávez al mantener su nombre, alejaron a otros gobiernos de ese organismo, contituido como un proyecto anti ALCA.