Cosa mala, acostumbrarse a ciertas situaciones que, inicialmente, no son de nuestro agrado. Sin embargo, ¡Que mal me sentiría si la guerra económica, muestra su banderita blanca! Sentiría, que la vida se acaba. Pues, me fui acostumbrando a hacer mi cola para adquirir mis alimentos. ¡Cuanto entretenimiento representaba para mí, estar en la calle todo el día! Era como estar en un cine continuado. Cuantos chistes oí, de muchos viejitos, como yo, que haciendo su cola, se distraían contando anécdotas de los que salían corriendo detrás de cualquier camión cuando lo veían pasar por cualquier avenida. Y, no son cuentos. Se quejan, de que si la guerra se acaba, la vida volvería a ser aburrida. Las calles, nuevamente, estarían solas.
Hasta apuestas, hacíamos. Tratábamos de adivinar el producto que traía cualquier camión. Le preguntábamos al chofer para obtener respuesta. Muchas veces, la pegábamos. ¡Cuantos peligros veíamos en las colas! Personas armadas. De todas maneras, estábamos protegidos, porque sabíamos que el general Kelly oraba 40 segundos por nosotros. Igualmente, veíamos a la autoridad, haciéndose de la vista gorda con los bachaqueros y tratando de provocar anarquía en las colas para que se produjera el verguero. Así lo oí, en una oportunidad en una cola de un Bicentenario del Estado donde vivo. Pero uno allí, en el medio, como un radar, captando situaciones que, luego, convertíamos en chistes en una próxima cola. Fue muy divertido, estar en una guerra económica como esta. Ojalá, se les ocurra hacerla con frecuencia, así como el "Corazón Llanero" todos los fines de semana.
Por eso es, que debo agradecer, de todo corazón, a las cámaras y cúpulas empresariales del sector privado, la banca comercial privada nacional e internacional, los distribuidores y comerciantes especuladores de bienes y servicios, los medios de información, toda su colaboración para que la guerra se hiciese realidad, ya que sin su ayuda hubiese sido imposible pasar los mejores ratos de mi vida.
De todos modos, si alguien creyó que con la guerra económica, cambiaría la idea de los que siguen la revolución, se pelaron. Particularmente, agradezco a esa guerra por haber ayudado a mejorar mi salud; me puso a caminar diariamente, y a veces hasta correr detrás de un camión. Mis electrocardiogramas comenzaron a mostrar mejoría en mi función cardiovascular. De paso, me preparó para resistir colas mas largas, como por ejemplo las del 6D, cuando me corresponda votar.
Pienso que el 6D, muchos venezolanos debemos agradecer a la guerra económica, por abrirnos bien los ojos, y conducirnos a pulsar con furia los ojos de Chávez en el tarjetón electoral.