Las elecciones no cambiarán el modelo de dominación

Últimamente, se vienen presentando en el panorama político del país, una serie de estudios y análisis que tienen que ver con la conducta generalizada de los venezolanos, como consecuencia de la crisis socio-económica que está afectando todos los estratos sociales del país a excepción –claro está- de las elites políticas que disfrutan parasitariamente del erario público, tanto del gobierno como de la oposición.

Los miserables salarios, una inflación que llega al cielo y que coloca a los venezolanos a vivir un infierno, la escasez manifiesta en todos los órdenes, el desempleo, la ausencia de viviendas, la inseguridad, la corrupción, el narcotráfico, los bajos salarios, los problemas de salud pública, el deterioro del sistema educativo –entre otras complicaciones- es una muestra de una realidad que afecta no solo desde el punto de vista socio-económico al venezolano, sino que genera en el mismo preocupación, ansiedad, frustración, rabia, odio, temores –es decir- una mezcla de sentimientos que en el fondo y bajo una manipulación bien dirigida desde el punto de vista publicitario, abre en el cerebro de la mayoría de los venezolanos una esperanza, refugiada en el proceso electoral que de ganar el llamado chavismo radicalizara la "revolución" y si la gana la oposición "cambiara" el orden de las cosas.

LA TRAMPA ACOSTUMBRADA

Los partidos políticos de la llamada izquierda y derecha, sus clases dominantes, los intereses bastardos del gran capital, la geopolítica de los países desarrollados, los grandes conglomerados y paremos de contar, se encuentran detrás de los procesos electorales de América Latina y particularmente en Venezuela, donde la explotación de la industria minera extractiva es el centro de las apetencias de las clases políticas y económicas que dominan el mundo en ese paradigma llamado globalización y donde la complicidad de unos y otros son la expresión real de como venden la soberanía de un país.

Bajo un discurso doméstico y que no va más allá de lo sensorial, para evitar el razonamiento de la población, tradicionalmente se ha venido armando la trampa en procesos electorales llenos de promesas y promesas que terminan en un torneo de discursos demagogos y que deja como resultado después de las elecciones el reparto del botín, de nuestra Venezuela.

Venezuela es una nación que como diría nuestro Fabricio Ojeda en su carta de renuncia al Congreso: "es un país privilegiado por la naturaleza. Las entrañas de su tierra están pobladas de riqueza y sobre la superficie crecen montañas de dinero. Pero estas riquezas y este dinero sólo van a parar a los bolsillos de los grandes tiburones de la política nacional e internacional, mientras que el pueblo, dueño de ellas, se debate entre la angustia de no poseer nada y el dolor de su precaria situación económica".

Esta realidad no la cambiara un proceso electoral, tal y como está planteado, pues son los partidos, sus elites políticas los que eligen sus candidatos, allí no hay expresión popular, ni ejemplo de una verdadera democracia y menos de candidatos revolucionarios, pues todos ellos forman parte del mismo charco, pues ambos sectores representan un sistema, que el capitalismo ha impuesto dentro del mundo globalizado. "La democracia no ha sido otra cosa que medio para ese engaño, para esa mentira, para esa farsa vergonzosa. A través de la prédica insincera de sus postulados y noblezas se ha oprimido, se ha vejado, se ha explotado al pueblo. La democracia que defienden quienes oprimen y roban en su nombre, ha servido solo como escudo para la ignominia, la podredumbre, la corrupción y la desvergüenza de quienes sirven intereses extraños y de quienes entienden la democracia como instrumentos de apetitos subalternos". (Ibídem).

UNA CONSTITUYENTE ORIGINARIA

Dentro del colectivo PRV/Tercer Camino, hemos propuesto como salida a toda esta situación que ahoga el buen vivir de la inmensa mayoría de los venezolanos, la Constituyente Originaria, que necesariamente surgirá de la conflictividad que a mediano o largo plazo tendrá que venir. Conflictividad que permitirá esta salida y que tendrá que presentar ante la población venezolana un proyecto de país que surgirá desde abajo, para plasmar las verdaderas aspiraciones del colectivo llamado Venezuela: "Esta situación precisa una transformación estructural que cambie el sistema formalista de la democracia por la efectiva realización de la misma: es decir, que arrase con todo lo podrido, con todo lo injusto, con todo lo indigno de nuestra sociedad y en su lugar erija una Venezuela de justicia y libertades". (Ibídem).

En ese mismo plano jurídico político de la Constituyente Originaria, habrán propuestas donde se practique y surja la democracia directa, como por ejemplo no podrá tener cabida la figura presidencial, a cambio ha de nacer una junta de administración elegida nominalmente. Los partidos políticos tampoco tendrán cabida y serán eliminados, igualmente gobernadores, diputados regionales y concejales ya que son expresión de una clase parasitaria y los alcaldes electos harán el papel de legisladores en cada estado y planificaran junto a las comunidades su propio desarrollo de manera que el pueblo y sus expresiones genuinas sean los propios protagonistas de su historia y evitar que estos le roben los espacios de organización social a la población. Toda representación popular, no podrá tener privilegios económicos ni políticos, pues la nueva civilización, habrá de abrir los caminos para que esa democracia, sea realmente una práctica para la libertad inquebrantable, indisoluble, firme y sólida. Esa libertad, esa democracia, tiene que ser por naturaleza antiimperialista, que haga honor al legado histórico dejado por nuestros libertadores.

La patria que queremos edificar, es una en el cual quepan todos los pueblos, sus hablas y dialectos, donde todas las sendas se puedan caminar, para abrir espacios convivenciales de solidaridad, amor, justicia, libertad, tolerancia, donde se pueda reír, cantar, hablar, soñar, declamar, vivir y bien morir en el regazo de nuestros pueblos.

La patria que queremos edificar, es el de la utopía posible, en donde miremos al que se encuentra a nuestro lado al igual y no al inferior, el de la unidad que muestra nuestra historia en su justa lucha por la independencia. Es la patria donde se pueda disentir y construir la horizontalidad de la sociedad sin clases.

La patria que queremos edificar es la del amor por el ser humano y el medio ambiente, es la patria que sea capaz de construir el olvido sobre las cosas que nos enfrentó y desunió por culpa de los que manejaban y controlaban el poder.

La patria que queremos edificar es para que el sol salga para todos, que el viento anuncie entre ríos y montañas, valles y praderas, pueblos y naciones que el mundo que soñamos fue posible. Que ahora vivimos juntos como hermanos, donde los privilegios individuales mueren y donde la igualdad nace del corazón, como fuente natural, producto de la naturaleza humana.

Es la búsqueda de un tercer camino, y donde el sol brille para alumbrar senderos de libertad y alimente la dialéctica de nuestros pueblos, siempre en el tratar del bienestar colectivo y el encuentro con nosotros mismos. Por todo esto, es que buscamos un Tercer Camino, el camino de la utopía posible.









 



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Enrique Contreras Ramirez

Militante de Ruptura

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