No nos queda otra opción: hay que seguir resistiendo

En 1968, cuando el líder del Viet Cong, Ho Chi Minh dijo a través de Radio Hanoi que no le temía ni a las bombas ni a las amenazas del entonces presidente de los Estados Unidos, Lyndon B Jhonson, se refería a los más de mil años de lucha independentista del pueblo vietnamita contra China (año 111 A.C), Japón y Francia. Estados Unidos sería uno más. Jhonson y su secretario de Defensa Bob McNamara supieron, entonces, que aquella guerra genocida no doblegaría a ese pueblo que aún vivía en chozas y se alimentaba de arroz.

Y qué curioso. Todo comenzó por unas elecciones para reunificar Vietnam en 1956. Eran los años de la Guerra Fría y ante el temor de una expansión del comunismo prevalecía la llamada Doctrina de Contención, ideada por Harry Truman cuando finalizó la segunda Guerra Mundial. Estados Unidos nunca le declaró la guerra formalmente a Vietnam y asumió, como es su costumbre, un conflicto en tierra ajena. Comenzaron a enviar los llamados "asesores" para ayudar a Vietnam del Sur y el asunto terminó siendo uno de los desastres más cruentos y costosos tanto en vidas humanas como en derroche armamentista. Jhonson insistía en unas elecciones "libres, sin miedo" según dijo en su alocución al Congreso que le dio carta blanca para diezmar al pequeño país. Una voz solitaria, la del senador por Arizona Barry Goldwater, se alzó para decir "¿Qué clase de victoria sería eso? Presidir un paisaje vacío y arruinado con millones de civiles muertos?"

El guión sigue siendo el mismo. La Doctrina de la Contención ahora se reedita contra los países que han desafiado al imperio norteamericano no precisamente por ser comunistas sino por hacer valer su derecho a la autodeterminación y negarse a ser una colonia norteamericana. De allí vienen esos decretos que declaran como amenaza a quienes no se rinden ante sus designios. Estados Unidos sigue con su política imperial, expansionista y América del Sur se ha vuelto particularmente molesta para sus intereses y los de quienes le secundan.

Vietnam resistió y venció al país más poderoso. Los medios tuvieron que contar otra historia al pueblo norteamericano que día a día creía ganar una guerra absurda. Venezuela no será la excepción. Estados Unidos tiene sus asesores metidos en nuestro país, tratando de minar la moral revolucionaria, amparados en el consumismo que lamentablemente sigue permeando conciencias. Ahora se sentarán a esperar, a ver hasta dónde han podido defoliar mentes, así como lo hicieron en Vietnam con el napalm y el agente naranja…"Hicieron un desierto y le llamaron paz", diría Tácito a los romanos en Cartago.

No queda otra que seguir resistiendo. Mucho ha costado llegar hasta aquí. Ignorar las políticas que han beneficiado y visibilizado a un grueso sector del pueblo venezolano, en un proceso que es lo más parecido a lo que todos hemos soñado, sería un salto al vacío de consecuencias impredecibles.

El rumbo sigue siendo el trazado el 8 de diciembre de 2012, mágica bitácora dibujada por Hugo Chávez. Pero no dejemos de cuestionar, no dejemos de problematizar, no abandonemos la crítica a lo que está mal. Que la certidumbre no nos domine ni nos atrape el conformismo. Las instituciones tienen que revestirse de la verdadera ética socialista y el gobierno bolivariano debe ir hacia una rectificación profunda para que nuestra resistencia tenga sentido. Lo contrario sería, como dijo Chávez aquel 8 de diciembre, "un error fundamental".



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Luisana Colomine

Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.

 @LuisanaC16

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