A la palabra medio (centro, mitad), siendo un referente de ubicación en el mundo físico, se le suele atribuir la propiedad de volumen (que no posee) como si tuviese la capacidad de contener o albergar algo dentro de sí; los partidos de centro (de derecha o de izquierda), por ejemplo, como si estos fuesen posibles, y esa imposibilidad es la conclusión de este tema.
Olvidamos que solo es un punto o hito equidistante de los extremos de un todo que determina donde empieza o concluye una de las dos partes en que nuestra concepción vinaria, divide todo lo que percibimos, y esta condición prela, incluso, para cualquier consideración metafórica.
Es decir, la propiedad corpórea de este mojón, a medio camino de la incertidumbre, es meramente conceptual e indeterminada, pues invade ámbitos más allá de su precario espacio (como tratar de colocar algo en la puya de un alfiler), sin establecer a ciencia cierta, hasta donde llega la calidad de centro, medio o mitad, cuando se vuelve zona o franja.
Cuando la formalidad de la estadística neoliberal se refiere al "hombre medio", a la "clase media"; hace mención de una idea que divaga entre dos bloques opuestos donde fluctúa el sujeto promiscuo, pero que jamás capitaliza o se apropia de ninguno de los dos, pues este, el medio o el centro, solo tiene una función introspectiva, entre más se define, más pequeño se torna, como los números racionales o los espacios cuánticos, que pueden llegar a mostrarnos lo infinito que es el camino de la pequeñez.
En todo caso pudiésemos afirmar que el medio (centro o mitad) más allá de cualquier significante espacial, es una cualidad transitiva. La bisagra entre uno y otro lado de un mismo cuerpo. Jamás una franja social y mucho menos una expresión ideológica, lo que nos obligaría a pensar con su afirmación, en una entelequia conformada por dos propuestas irreconciliables, tal y como lo son la burguesía contra los trabajadores, o el neoliberalismo contra el socialismo del siglo 21.
La Revolución Bolivariana en su empeño por lograr la soberanía cultural, está dispuesta a disipar el espejismo ideológico montado sobre los señuelos del "medio" o el "centro". Tanto la clase media como los partidos moderados del centro, son dos quimeras creadas por el universo de las simulaciones del capitalismo imperial. Al final solo son apariencias transitorias, ambiguas y difusas, simplemente inexistentes, de allí su tragedia de falta de identidad, sobre la cual cabalga la condición de tránsfuga, llena de profundas contradicciones inorgánicas, las que han sumergido a civilizaciones, hemisferios y generaciones enteras, al nefasto influjo de la mediocridad.
Chavismo es soberanía cultural