El pueblo chavista no ha sido derrotado

Vivitos y coleando, estamos aquí

A propósito de la derrota de la burocracia chavista el 6D, considero muy pertinente publicar esta reflexión que realicé hace dos meses, y que ahora está más vigente que cuando la escribí.
 
Las luchas revolucionarias de los pueblos tienen momentos de grandes victorias, pero también momentos de derrotas, de confusión, de repliegue, de preservación de fuerzas. En 1982 el movimiento revolucionario venezolano sufrió la represión enemiga en una serie de eventos que culminaron en la famosa Masacre de Cantaura, el 4 de octubre de ese año. Allí murieron 23 camaradas, amigos del alma, jóvenes soñadores que buscaban una Venezuela Socialista. A lo largo de todo el año 82 fueron 28 en total los guerrilleros muertos durante enfrentamientos en la zona oriental del país. A la vez que la represión en las ciudades generaba más de 200 revolucionarios detenidos en el Cuartel San Carlos y en la Cárcel de La Pica, principalmente (entre esos presos políticos, mi hermano Carlos).
 
En ese año nos vimos obligados a pasar a la clandestinidad, para preservar nuestra libertad (estábamos solicitados por una orden de captura de la DISIP y una citación del Tribunal Militar de Caracas). Estaríamos en la lucha revolucionaria clandestina durante seis largos años, hasta comienzos de 1988, cuando abandoné por profundas diferencias políticas la organización armada en la cual había militado hasta entonces. Durante ese período, en el cual tuve que alejarme completamente de mi familia y amigos, la canción del puertorriqueño Marvin Santiago resonaba todos los días en nuestra mente. La letra famosa de “Auditorio Azul” (https://www.youtube.com/watch?v=AowHYIdaw1c) se refiere al pensamiento de los presos con un mensaje de esperanza que aspira recuperar su libertad.
 
“Así es la vida, se pasa por todo. Pero estamos vivos y estamos aquí”. Aunque la canción se refiere a delitos comunes y presos en general, no podía dejar de relacionar esa canción a lo que vivíamos los revolucionarios. Habíamos perdido varias decenas de valiosos combatientes revolucionarios, casi toda la dirección nacional estaba presa, además de una gran cantidad de militantes y cuadros medios. Los que quedábamos en la calle, en libertad, sometidos a una tenaz y brutal persecución policial y militar. Sólo en casa de mis padres en Caracas, donde viví hasta 1982, estuvieron viviendo enfrente durante siete años por  lo menos tres agentes de la Disip o el DIM, esperando mi regreso para detenerme.
 
Siguiendo la canción, los presos políticos mantenían la moral esperando su pronta libertad para continuar la lucha revolucionaria. Y los que permanecíamos en la clandestinidad, educando, organizando y movilizando al pueblo en la defensa de sus reivindicaciones violentadas por la partidocracia adeco-copeyana. Para todos, estábamos vivos y era lo que importaba. A pesar de la derrota, el simple hecho de seguir vivos nos permitía volver a la lucha, seguir preparándonos para una nueva ofensiva revolucionaria que no dudábamos volvería a presentarse.
 
Toda una situación negativa para la lucha del pueblo, que tuvimos que afrontar estoicamente, sin vacilaciones, porque sabíamos que vendrían tiempos mejores, que las fuerzas revolucionarias encontrarían la manera de recuperarse de esa derrota político-militar y que la esperanza volvería a renacer para el pueblo venezolano. Una realidad que comenzó a cambiar a partir de la lucha estudiantil del marzo merideño de 1987, y principalmente con el levantamiento popular de febrero de 1989, más conocido como el Caracazo.
 
Valga esta reflexión a propósito del reciente debate sobre el supuesto adiós al Chavismo. Es cierto que la realidad nacional es muy confusa. Es cierto, como hemos afirmado en numerosos artículos publicados aquí en aporrea, que la revolución no ha podido resolver cuestiones básicas del programa revolucionario, y la incompetencia del equipo gobernante nos ha arrastrado a una crisis de enormes dimensiones, de la mano por supuesto de los planes conspirativos del imperio gringo y sus aliados dentro y fuera de Venezuela.
 
Pero es un error pensar que la revolución está derrotada, y más aún pensar que el chavismo como tendencia política haya fracasado. Creo que lo que está fracasando es una fracción muy particular del chavismo, algunos que se autodenominaron “los hijos de Chávez”, pero que no han cumplido lo fundamental de su legado. Comenzando por el incumplimiento del Golpe de Timón, última orden del presidente Chávez el 20 de octubre de 2012.
 
Estamos asistiendo a la bancarrota de la burocracia chavista, pero la vigencia del legado de Chávez sigue “vivita y coleando” en el pueblo venezolano y latinoamericano. El error de Maduro, Diosdado y compañía es haberse creído como los únicos herederos del legado del comandante. Si eso fuera cierto, si en nuestros actuales gobernantes quedara resumido el chavismo como fenómeno histórico, pues sí podría hablarse de adiós al chavismo, del fracaso del proyecto chavista. Pero Chávez vive en el pueblo llano, y la esperanza revolucionaria no creo que vaya a desaparecer por ahora.
 
Es más, considero que esta profunda crisis que vive Venezuela servirá a las fuerzas populares como enseñanza para relanzar más temprano que tarde un nuevo ascenso revolucionario, corrigiendo los errores cometidos, y por supuesto, sustituyendo a estos dirigentes que no han estado a la altura de las necesidades históricas.
 
Chávez y su legado pervivirán por mucho tiempo en el pueblo venezolano y latinoamericano, mientras exista opresión capitalista-imperialista, mientras no se cumplan los objetivos de soberanía nuestramericana formulados desde la independencia, y mientras la desigualdad social y la explotación del capital predominen en nuestras sociedades.
 
Como decía Marvin Santiago en los ochenta, a pesar de la crisis seguimos vivos y estamos aquí, dispuestos a continuar la lucha revolucionaria por el socialismo.
 
¡ Patria o Muerte, Venceremos ¡
 
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. Escrito originalmente el 9 de octubre de 2015
 
Marvin Santiago: Auditorio Azul
 
 
 


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Roberto López Sánchez

Roberto López Sánchez (Caracas, 1958). Profesor Titular de la Universidad del Zulia (LUZ) con ingreso en 1994. Licenciado en Educación (LUZ, 1994). Magister en Historia (LUZ, 2005) y Doctor en Ciencias Políticas (LUZ, 2013). Actualmente dicta 6 materias en la Licenciatura de Antropología en LUZ: Historia de América; Historia de Venezuela; Intercambios Económicos; Poder y Movimientos Sociales; Culturas Afroamericanas; y Modo de Vida e Identidad Nacional. Ha dictado seminarios a nivel doctoral y nivel maestría en universidades venezolanas; y seminarios de Historia de Venezuela en universidades de Chile y España. Actualmente coordina la Unidad Académica de Antropología. Ha dirigido proyectos de investigación a través del CONDES-LUZ, y CLACSO. Línea de investigación: estudio de los movimientos sociales. Ha publicado más de 50 trabajos científicos. @cruzcarrillo09

 @cruzcarrillo09

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