Nos guste o no, la critiquemos o no, la oposición en Venezuela, como lo dijo Maryclen Stelling en reciente entrevista, “son un grupo de facciones unidas ante un todo”. No importan los matices entre ellos, a la hora de las elecciones son un grupo cohesionado.
A lo interno podrían estar echándose cuchillo, incluso podrían estar distintas visiones ideológicas luchando. Pero cuando hay que elegir, ellos, ni por asomo, piensan en dar voto castigo o abstenerse y muchísimo menos en votar en contra de ellos y a favor de los adversarios (elecciones nacionales).
Entre nosotros, evidentemente, hay una división y esta es profunda, tanto, que a veces somos más furibundos que la oposición.
¿A qué se debe?
¿Acaso dentro de la oposición todos son borregos que se les dice que hacer y por quién votar? Yo no lo creo. Ellos están conscientes de que entre ellos hay más de uno que incluso hasta odian. Pero en lo que si están claros es en que, a la revolución ni un vaso de agua.
¿Por qué entre nosotros esa visión no está lo suficientemente impuesta?
¿Desde donde se alimentó esa división? ¿Quiénes la alimentaron? ¿Se habrán dado cuenta de que influyeron en la división? ¿Desde cuándo?
¿Acaso somos víctimas del “Chavismo”?
La alta jerarquía contrarrevolucionaria, en la que incluimos los factores externos que siempre trabajaron y trabajan para su desaparición, manifestaron más de una vez que la revolución bolivariana descansaba únicamente en los hombros de un solo hombre y por lo tanto siempre hicieron hasta las peores barbaridades para manchar su imagen.
Es la misma lógica que han usado siempre con Fidel Castro y la revolución Cubana. Ellos siempre han pensado que la revolución Cubana desaparecería al desaparecer Fidel Castro. Por eso lo intentaron asesinar cientos de veces. ¿O no?
¿Por qué no pudieron nunca manchar la imagen de Chávez con su pueblo?
Porque Chávez al igual que Fidel tenía una imagen difícil de manchar y borrar. Y aunque Chávez se equivocara o cometiera errores estábamos cohesionados ante un todo. ¡Chávez!
¡Sí! Chávez, no la revolución como un todo, sino Chávez como un todo.
A Chávez le perdonamos todo, incluso, cuando perdonó a Arias Cárdenas, hubo críticas, pero no le hicimos guerra por esa decisión. La acatamos. Era Chávez.
Si a Maduro se le ocurriera, por ejemplo, perdonar a el exgobernador Isea, por colocar un ejemplo extremo, la guerra comunicacional y de opinión que se desataría sería tal, que hasta retiros masivos del PSUV se esperaría.
Porque Maduro no es Chávez, y sus errores, omisiones o equivocaciones, no son perdonables en la misma tónica ni en el mismo nivel.
No es que Maduro no haya hecho esfuerzos en el gobierno. ¡Lo ha hecho todo! Ha enfrentado todas las guerras que enfrentó Chávez, pero todas de una sola vez. Y salió en pie. La única guerra que no gana aun, es la psicológica contra su imagen y su gobierno. Y esto, en gran medida se debe a que su respaldo (o santidad) no es el mismo a lo interno de la revolución, en comparación a Chávez. Nunca nadie lo tendrá.
Parte de la guerra psicológica es interna, ya sea por falta de conciencia revolucionaria, o protagonismo. Una gran parte de los ataques contra Maduro y el gobierno viene dentro de nuestras propias filas.
Ejemplo perfecto de eso es la muy acomodada posición de Giordani, quien en todos los años dentro del gobierno, nunca se atrevió a criticar públicamente a Chávez, pero apenas salió del gobierno, no dudó ni un segundo en salir a la palestra pública a denostar contra el gobierno de Maduro, como si él no tuviese nada que ver con la política económica en la revolución. ¿Por qué no se lo hizo a Chávez?
Porque de haberlo hecho, hubiese desatado una avalancha de críticas, pero no a su favor, sino en contra. Y le iba a pasar lo mismo que a Baduel, Rosendo, Ismael García, Miquilena, Acosta Carles, Antonio Rivero y demás animales de la fauna “Traidora”
Esta es la razón principal por que contra Maduro se ha desatado esta “criticadera” que en su lugar a Chávez no le hubiesen hecho.
En la oposición funciona al contrario. Opositor que sea objeto de ataque revolucionario, es opositor al que se defiende a capa y espada, incluso muy por encima de las causas. Mientras más arriba este el opositor, mas furiosa será la defensa, ejemplo, Leopoldo López. Ellos están claros. Y sus medios también. Cualquier ataque a un opositor es un ataque a toda la oposición, por lo tanto, la tarea es disminuir ese ataque, desvirtuarlo, incluso hasta ridiculizarlo. Y en eso tienen la ventaja de unos medios bien cohesionados en su labor. El objetivo, la tarea, está muy por encima de personas o momentos. Es la unión opositora contra un todo: La revolución. Esa es la razón por la que de repente vemos defensas a ultranza incluso de “terroristas confesos”, no es por defender a la persona en sí, es por defender y cuidar que no se le haga daño a la contrarrevolución. Están clarísimos.
¿Por qué nosotros no funcionamos así?
Porque dentro del Chavismo no somos un grupo de facciones que estamos cohesionados y unidos contra un todo, La oposición. Peor, somos un grupo de facciones que estábamos unidos ante un todo, Chávez.
Me gustaría escribir alguna vez que somos un grupo de facciones que estamos unidos ante un todo. LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA. Por encima de personas, momentos, gobiernos, guerras y visiones ideológicas. Y unidos y cohesionados contra un todo. La oposición. El imperialismo y el capitalismo.
CHAVEZ NOS PIDIÓ UNIDAD, UNIDAD, UNIDAD. LE TRAICIONAMOS. ESTEMOS CLAROS. Aceptémoslo.