El petróleo palo abajo y… ¿Cuándo comienza la austeridad?

Con un aproximado de 14 mil millones de dólares en reservas, la capacidad de maniobra para satisfacer la alta demanda de las importaciones de bienes esenciales, es muy baja. Por otra parte, planificar para activar el aparato productivo del Estado y del sector privado de manera que promuevan la producción nacional requiere de inversiones que en estos mementos no son tan factibles, entre otras razones porque nadie le presta plata a los pobres países ricos en materias primas sin expoliarle parte de sus riquezas. No existe el buen corazón cuando los países atraviesan situaciones difíciles en sus economías.

Así, en estos momentos en que las reservas en divisas preocupan a los expertos, los que no lo somos, estamos chorreados. Los ingresos petroleros han caído drásticamente y los créditos externos (cuando se consiguen) vienen marcados para inversiones de alta prioridad, nada para satisfacer la voracidad de la burocracia que se ha expandido como diáspora en ventisca. La burocracia consume así no haga nada o haga poco. La misma justificación de su existencia exige gastos que evidencien su presencia, aunque no sus resultados. El consumo energético, de papelería, vestuario oficial, mantenimiento de la flotilla de vehículos y en algunos casos de lujosas aeronaves, equipamiento tecnológico y los consumibles necesarios, los gastos de la parafernalia oficial, incluidos regalos y coimas, todo eso sigue su marcha. Así hemos pasado una buena parte de la historia como país petrolero, aunque en algunos momentos, se ha propuesto una mejor forma de utilizar los dineros públicos para el gasto corriente que es igual a la corriente de gastos que acogota el país.

Alguien que hable desde el ejemplo debe hacer un llamado a la austeridad, al cuido de la cosa pública, llámense presupuestos, inversiones y mantenimiento. Me anoto entre los que piensan que la burocracia no tiene por qué ser ineficiente, y menos peculadora. Esos procesos incipientes sobre la refundación del Estado son para transformar el ingreso petrolero en bienestar, pero no bajo el concepto de las gotas de petróleo que nos corresponden por ser hijos de esta, la Patria de Bolívar. ¿Qué frena la eficiencia del Estado? ¿Cuánto se dilapida y desaparece bajo la magia de la corrupción? ¿Cuánto es la sangría por el mal trato que se le da a las instalaciones del Estado, que llegan a parecer edificaciones remanente de terremotos? ¿Cuántas horas realmente de trabajo efectivo hacemos en nuestros puestos de trabajo? Insisto, alguien desde el ejemplo debe mostrar el camino de la austeridad sin perder el objetivo de las transformaciones y de los proyectos que las mueven.

Nuestros indicadores en dinero no dicen nada. Es posible que la contabilidad de la gestión de la salud, la educación, la agricultura y de la alimentación, el transporte, de las industrias en poder del Estado, entre otras, evidencien cifras muy altas, pero no se trata de porcentajes invertido en, sino en resultado obtenidos con. Algunas empresas del Estado distribuyen dividendos estando trabajando a menos del 15 % de la capacidad instalada y con asientos contables con cifras impublicables. El país trabaja a pérdida, porque los llamados a la eficiencia no se generan de órganos eficientes. El país se ha vuelto "efectista" para el resultado político (a pesar que nos jodieron bien feo el 6D) y eficaz de la mano militar que le importa un bledo la eficiencia.

Alguien debe mover la conciencia por la austeridad, por el ahorro, por la honestidad, por la eficiencia. Imaginamos que la oposición, ahora con el control legislativo, presionará al gobierno a mostrar resultados, y posiblemente lo someta a rigurosas revisiones del presupuesto nacional. Pero, son oposición por eso, porque nunca fueron austeros, ni ahorradores, ni honestos, ni eficientes con los ingresos fiscales durante la larga historia de la IV República. Van a estar allí, presionando, pero no está entre sus objetivos que el país en medio de las dificultades pueda hacer de los bajos ingresos, motivo de buenas inversiones para el bienestar integral de la población.

Ese alguien, para estos tiempos de crisis, no tiene cuerpo humano, se trata de la revolución en su conjunto, con una contraloría social, no de papel. En esta nueva etapa de la revolución hay que abandonar la tentación de medirnos por inversiones, cuando debe ser por resultados.



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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