Estuve recorriendo sonrisas y abrazos por todos los espacios externos al Palacio Federal Legislativo. El pueblo bolivariano y chavista, defendiendo la Revolución, se congregó este martes 5 de enero de 2016, para acompañar a nuestras diputadas y diputados que, en minoría, se enfrentaban a la prepotencia de la victoriosa derecha fascista que conocemos y hemos padecido, desde nuestra infancia y juventud.
Los temores de confrontación, atizados por la mediática internacional que nos califica de hordas violentas y alienta la información, creada en laboratorios gringos, de que Venezuela es “un Estado forajido”, quedó totalmente desmentida. Sin embargo, no se sabrá. Los medios privados nacionales y, sobretodo, las cadenas internacionales que sirven a los intereses hegemónicos de Estados Unidos y el falso Estado sionista, lo registraron, pero no lo dirán, “La Revolución no será transmitida”, como lo expresa el título del documental de los irlandeses Kim Bartley y Donnacha Ó Briain.
Creo que estamos ante la fortaleza de un pueblo dispuesto a defender sus conquistas, a defender su dignidad expresada con gallardía en las calles del país cuando confrontó a las políticas y al paquete neoliberal que se pretendió imponer a finales de la década de los 80, mediante el fenómeno que, comunicacionalmente, se conoce como Caracazo. Es el mismo pueblo que vio nacer a Hugo Chávez como líder y lo condujo hasta la gloria de Comandante Supremo luego de convertirlo en su líder, Presidente y guía.
Pero, tampoco debemos llamarnos a engaños. Perdimos uno de los poderes del Estado venezolano, perdimos la Asamblea Nacional y le dejamos una trinchera al enemigo que quiere recuperar al poder político para someter plenamente a nuestra Patria a los intereses de las grandes transnacionales del capital y al dominio ideológico imperial.
Ahora nos toca pelear duro, en todos los terrenos, y, ojalá no lleguemos a los combates militares o a una guerra civil, que es uno de los escenarios riesgosos y posibles, que nadie, militante de esta Revolución Bolivariana y Chavista, desea, pero tampoco evade·.
Lo digo, porque hay una realidad presente que aturde. Y la encontré dibujada este mismo día, en los rostros de “mi pobre gente pobre” que, reunida frente a un televisor, en el mismo centro de Caracas, al tiempo que escuchaban los discursos de la derecha fascista y sanguinaria, les aplaudían invocando “cambio” y celebrando a sus opresores, a quienes les explotan o sirven a los intereses de clase de la burguesía, y creen ingenuamente que la guerra económica que estamos perdiendo, es causada por el Presidente Nicolás Maduro y aúpan su salida del poder gubernamental.
Es parte de la realidad que aturde, realidad que tenemos que revertir, corregir, orientar hacia la liberación, hacia la independencia y la Patria socialista. No podemos desconocer la difícil y complicada batalla que estamos librando. El enemigo no está vencido ni acorralado. Nos ha copado terrenos que debemos recuperar. La lucha es larga, difícil, dura, pero el camino es éste, el camino de los hombres y mujeres de las dificultades, como lo fue el de Simón Bolívar. Este es el camino de la esperanza y la realización de la Revolución Bolivariana y Chavista, pero necesitamos unidad y más unidad. Al enemigo debemos derrotarlo, jamás subestimarlo.