Antes de que, en las parlamentarias del 6/D, obtuviera la oposición la mayoría que ahora ostenta, sabía quiénes eran los de la MUD. Con escuchar y ver las declaraciones de su secretario, Jesús Torrealba, desbordadas de despotismo, agresión y manipulación, no me quedaba duda de cuáles eran sus verdaderas intenciones.
Por consiguiente, en los medios impresos donde colaboro, llamé a votar por la revolución alertando sobre el peligro que representaba que la opción del "cambio" llegara al poder. Escribí entonces el artículo Nefasto regreso de la oposición. Así lo hicieron algunos colegas también dedicados al oficio de la escritura, como vocación, ejercicio y acto de militancia política.
Para mi sorpresa no se pudo evitar lo temido. Muchos se dejaron convencer por la manito que prometía acabar con las colas y la escasez, negando que ambas resultaran del acaparamiento, la inflación inducida, el caos sembrado en la distribución y el bachaqueo.
Olvidaron además la seguridad social, el aumento constante del salario mínimo y su igualación en las pensiones del IVSS, la protección de la LOTTT, las viviendas hechas en revolución, la dignidad y reconocimiento que les había dado Hugo Chávez y ratificado el presidente Nicolás Maduro. O simplemente ya no razonaban: no conseguían los alimentos básicos; y si lo hacían, no podían pagar por ellos.
Algunos negaban la guerra económica, probada en: 1) la aparición de los productos venezolanos en Cúcuta después del cierre fronterizo; 2) las fábricas que pararon la producción de pollos hasta después de las elecciones, y continúan con la paralización esperando la salida de Maduro, y que sacrificaron las gallinas ponedoras, como la empresa Protinal; 3) los productos que se hallaron acaparados en el Mercado de Coche y en otros lugares; y 4) la aparición de alimentos, como la harina Pan, con pronta fecha de vencimiento después de los recientes comicios electorales.
En concreto, la alternativa de la manito fue una oferta engañosa. Esto se evidencia incluso antes del resultado electoral, con su slogan publicitario, cuya música fue copiada de la canción con la que Chávez ganó las presidenciales de octubre del 2012; y su propaganda subliminal, por ejemplo, aquella en la que lanzaban una pintura roja a unos rostros donde se detectó los ojos de Chávez; desconocimiento de quiénes eran los candidatos a diputados, como la guarimbera con más de quince años estudiando una carrera universitaria. Luego, después de las elecciones, se descubrieron los votos comprados en Amazonas gracias a las pruebas aportadas por el alcalde Jorge Rodríguez.
Engañosa también porque poco después de su instalación, la nueva Asamblea estaba dando un golpe de estado, desconociendo la decisión del TSJ de suspender la juramentación de los tres candidatos a diputados de la MUD, sacando las imágenes del Libertador y del líder de la revolución bolivariana y pidiéndole la renuncia al mandatario Nicolás Maduro, sin hacer un llamado previo al diálogo como correspondería a quien hace gala de espíritu democrático.
A lo anterior se suma la prepotencia de su presidente Ramos Allup detrás de todas las acciones anteriores, amparado en la injerencia estadounidense, tal como en el Golpe de Estado del 11/A del 2002. Algo que no nos debería extrañar después de la invasión a Irak, a Libia y con la actual guerra en Siria por el petróleo. Es el libreto a seguir: causar crisis para desestabilizar, guerra mediática de descalificación, amparar golpes de estado y/o invadir, saquear y borrar la memoria e identidad de una nación.
Debido a que, en pocas horas, la MUD demostró quién es, que no le interesa dar respuestas a la crisis económica en la que tiene mucha responsabilidad sino salir del presidente actual y la aprobación de su ley de Amnistía para liberar a asesinos, el pueblo, ejerciendo el Poder Popular, expreso en el artículo 5 de la Constitución de la República Bolivariana del 1999, tiene la autoridad de pedir su renuncia o desconocer a esos diputados de la contrarrevolución por considerarlos ilegítimos.
Definitivamente, ellos representan lo que no quiere el pueblo venezolano, ése que rescató aquel 13/A a su presidente Chávez secuestrado por ellos, golpistas, mafiosos, dignos del repudio del mundo entero y de la mayoría aquí en Venezuela.