Uno de los aspectos que más ha golpeado nuestra economía son los controles de precios, porque si estuviéramos en una economía socialista otros elementos sustituirían los efectos de estos controles, pero estamos en una economía neoliberal y los controles, en esta realidad, hacen inviable el mantenimiento del suministro, dado que los subsidios cambiarios están limitados. ¿Cuál ha sido la reacción de la gente ante una crisis que no termina de ser atacada en sus causas y efectos? Simplemente, asumir un cuidado más estricto del presupuesto familiar, limitando los gastos al flujo elemental de la supervivencia. Es lo que llaman los técnicos, "reestructurar los gastos moderando el consumo y eligiendo productos más convenientes en su relación precio valor". Pero es que hasta en el abanico de ofertas de productos está comprometido, no hay manera directa de salvaguardar un consumo integral y acorde con nuestras necesidades.
En este sentido han surgido diversas posturas, del ala gubernamental y del ala de los movimientos opositores, con respecto a la situación económica del país. Para el oficialismo es un asunto de guerra económica, de auto-bloqueo de la inversión privada y de manipulación de la cadena de distribución y comercialización de los principales productos. Para la oposición es la etapa final de una economía maltrecha que no planificó para los tiempos de las "vacas flacas" y que dilapidó todo el excedente petrolero en una política internacional de consolidación del movimiento ideológico revolucionario denominado socialismo del siglo XXI.
En este aspecto, la crisis económica de Venezuela, que no comenzó el 1999, como dicen algunos, ni en el 2009, que fue cuando se recrudeció, tiene su origen en la década de los setenta cuando con el eclipse de una Venezuela petrolera, se nacionalizan las empresas básicas y comienza un proceso de descomposición de la administración pública por la vía del bipartidismo y la corrupción que ha traído como efecto de "bola de nieve", todos los vicios de un Estado que hoy da como escenario una contracción del producto interno bruto (PIB), marcando el periplo a una figura que los economistas denominan período de estanflación, porque indica una coyuntura económica donde se produce un estancamiento de la economía y el ritmo de la inflación no cede. Después de experimentar crecimiento del PIB, por 22 trimestres seguidos, y eso es lo que no se valora de la economía desde el 2007, donde se asumieron políticas económicas de gran alcance, Venezuela sucumbió a seguir en una dependiente extrema de la exportación de petróleo, y se vio afectada por la crisis económica mundial de 2008-2010, al igual que la mayor parte de los países del continente americano.
En concreto, la economía venezolana hoy está afectada por una carga de situaciones y hechos que la llevaron a un desplome inminente. Se corroyeron las bases fundacionales (estatus de país monoproductor) y se materializó el interés de las grandes potencias de doblegar con "hambre y condiciones de incertidumbre", a un pueblo que asumió su independencia de las organizaciones clásicas del capitalismo global.
Una de las posturas de los economistas críticos de la posición gubernamental económica, Francisco Faraco, ha dicho: "En Venezuela han dominado dos concepciones perversas. Una, que todos los privados son pillos. Otra, que todo el Estado es malvado. Ni lo uno ni lo otro. Las sociedades que avanzan son sociedades en las cuales el Estado y el privado van de la mano. Usted no puede avanzar un carro de mulas con dos mulas que echan pa’ lante y tres mulas echan pa’ tras…Todos tenemos que ir en la misma dirección, aunque siempre habrá alguien que empuja en otra dirección". Y es precisamente acá, en estas posturas donde la situación del país no consigue coherencia. Se tiene un plan de desarrollo económico y social activo (El Plan de la Patria), y se tiene un equipo económico que está moviéndose en un escenario plural y de diálogo, lo que resta es voluntad política de parte de los grupos de poder económico afectos a la oposición para crear estrategias conjuntas que ayuden a remontar esta crisis que de seguir por el sendero que va, terminará con todos y no con un sector en particular.
En algo si coincido con Faraco, en que el déficit fiscal debe ser corregido no imprimiendo billetes, sino "subiendo los impuestos y bajando los gastos". Y esto ya ha sido, en cierta medida asumido por el Gobierno nacional al incrementar los impuestos, pero acá ha surgido otro problema: la nueva tabla de cálculo de impuesto destruye, totalmente la economía de la pequeña y débil clase media.
En este aspecto, la reforma a la "Ley de impuesto sobre la renta" y el régimen cambiario, trajo consigo la eliminación del ajuste por inflación que se ha constituido en mecanismo de disminución injustificada para el pago del impuesto de estos contribuyentes del gran capital, aumentando la alícuota máxima para estos sectores del gran capital, que pasará de 34 % a 40 %, con lo que se busca asegurar y garantizar los ingresos superiores para mantener la inversión. Asimismo, el anuncio destacó, en lo referente al impuesto sobre la renta, que las personas jurídicas de alta concentración de capital deberán pagar una tasa de 0,75 % del total de cada operación, incluyendo los bonos especiales recibidos durante el año fiscal, todo esto sin aumentar el valor de la unidad tributaria. ¿Qué ha traído esto? Según TSM Consultores, acudir a incrementar la recaudación tributaria en tiempos de estancamiento de la actividad productiva resulta un obstáculo al desempeño de la actividad económica nacional, pero hacerlo a través de la modificación de las reglas de determinación de la base imponible de manera que el impuesto recaiga sobre rentas calculadas de acuerdo a la nueva Ley pero que los contribuyentes no generan, resulta en una lesión a la capacidad contributiva de estos y por tanto a los derechos económicos previstos constitucionalmente.
En este aspecto, recuerda TSM Consultores, la reforma tributaria habida entre noviembre de 2014 y ahora está de diciembre de 2015, tenderá a eliminar aún más las ventajas que suponen a la población venezolana en términos de generación de empleo, producción nacional y satisfacción de consumo, un mejor desempeño de la economía nacional.
¿Guerra económica o crisis económica? El momento histórico sugiere que, entre las políticas públicas y la legislación en torno al tema económico, haya una mínima coherencia en sus intereses básicos que deberían partir de no seguir descapitalizando al ciudadano asalariado que al verse inmerso en impositivos legales que le debilitan su capacidad adquisitiva de bienes y servicios, estamos revolviendo un caldo peligroso que nos podría seguir lapidando electoralmente. Persiste un vacío inmenso entre lo que el pueblo necesita y las medidas de emergencia para salvaguardar ese pueblo. Hay una situación económica grave y no se trata de buscar culpables o enmendar etiquetas de responsabilidad, la responsabilidad es de todos y hay que actuar.