Cuando nuestro país se debate entre visiones antagónicas y posturas políticas rastreras, a través de los grandes medios existe un empeño sistemático por negar el desarrollo autónomo de capacidades ancestrales y de reforzar el carácter dependiente de nuestra participación. Para ello también se valen de la supremacía en el manejo del poder político, como una patente otorgada por quienes acudimos cada cierto tiempo a depositar nuestros votos para ceder nuestra propia soberanía a manos de quienes consideramos y aceptamos como vanguardia dirigente
Muchas veces, se ha dicho; que lo esencial de este proyecto histórico es la liberación y el empoderamiento del pueblo. Así, hemos acudido al llamado permanente por crear nuevas realidades y establecer nuevas relaciones, que nos hagan ser parte activa en la creación heroica de romper esquemas de dominación, repetidos y mantenidos por quienes luego de alcanzar los espacios donde se toman decisiones, sufren una especie de metamorfosis que los convierte en enemigos de los postulados de la democracia participativa y protagónica y terminan representando el principal obstáculo para quienes entienden la solución en el hecho colectivo que significa la participación consciente.
Hoy, se hace urgente identificar en la práctica diaria, a los enemigos de la posibilidad real e histórica de librarnos de una vez por todas de esa discreción que heredan los que integran las estructuras viejas y las nuevas que han sido creadas y que no representan otra cosa que la continuidad de un modelo castrador de iniciativas, que posee en su seno los mecanismos más sofisticados para protegerse de los posibles desajustes que le pueda generar el pueblo organizado y habido de dirigir sus propios procesos.
Somos testigos silentes frente a hechos que materializan a diario la verdadera razón por la que se toman algunas decisiones y que dejan ver, hasta donde alcanza la soberbia de impedir iniciativas que hagan mover al gigante que es un pueblo en marcha y al cual los malabaristas y maniobreros le temen sobremanera.
Quienes eligieron a Aristóbulo Isturiz y a Castro Soteldo como gobernadores, se sentirán a gusto con el nuevo rol que les ha sido asignado? Los que conocen a la profesora Emma Ortega y su larga lucha, estarán al tanto de las razones por las que ya no está en el gabinete? Los dolientes directos de Ricardo Duran tendrán elementos que les haga esclarecer su muerte?
Si un día tenemos el tiempo suficiente para enumerar las interrogantes que surgen ante determinadas circunstancias, tendremos la posibilidad real de incidir en el proceso de toma de decisiones y dejaremos atrás el carácter representativo de la herencia puntofijista como método político que niega la riqueza del llamado libre a construir un nuevo horizonte que nos permita resolver nuestros problemas e identificar el rol de quienes hoy tienen la responsabilidad de dirigir nuestros destinos y que deben apegarse al mandato de las mayorías.
Hay motores, hay congresos, hay consejos, hay partidos y hay polos, en el papel hay de todo, pero cuando los resultados no nos favorecen, no hay responsables sino víctimas, no hay vanguardia sino montoneras desorientadas, no hay ministros sino mayordomos, no hay pueblo sino beneficiarios. Cargando el fardo pesado de la incertidumbre, alguien ha dicho que cuando el pueblo retrocede un paso, los intelectuales retroceden diez.
Antes que se desate la cacería de brujas y comience la búsqueda frenética de chivos expiatorios, queremos alertar que muchos de los que se convertirán en inquisidores, son responsables directos de la situación que vivimos, están identificados, e intentan desde los espacios de poder, lavarse la cara y aparecer inmaculados frente a la gente y sus problemas, tal parece que la lección del 6D no ha sido asimilada, tal parece que la representatividad es un mal que se hereda de modo genético y no tiene cura en el campo de la democracia formal.
