Quinto malo

El único disfraz que les queda

Para el oposicionismo criollo ya no hay disfraz que no conozca. Absolutamente todos se los han probado, los han usado y, finalmente, han quedado desenmascarados.

Esa plaga social de apátridas, traidores y falsos demócratas, luego de la inmensa derrota que recibiera el 6 de diciembre de 1998, no ha hecho otra cosa sino cobijarse descaradamente a la sombra de sus amos imperiales. Antes también lo hacían, sólo que, como el poder económico transnacional les utilizaba dejándoles una relativa autonomía de acción, el disfraz de demócrata-repreentativos les lucía, confundiéndose ante el pueblo como gobernantes mediadores cuya tarea era la de convencer a las inmensas mayorías de explotados de que podían sentirse felices con su explotación.

Cuando la expresión neoliberal de dominio del capital intentó modernizar también sus formas hegemónicas e hizo lo posible por convencer al pueblo de que vivíamos "la gran Venezuela" y de que era aplicable un paquete de medidas económicas (aquí se le denominó "paquete Miguelito" por Miguel Rodríguez, el artífice técnico y vocero del mismo, durante el gobierno del dictador Carlos Andrés Pérez), no hubo disfraz que les cupiera en su "cuerpo" de clase burguesa.

El pueblo venezolano, desde la madrugada del 27 de febrero de 1989, arrancó de un tirón la careta a la falsa democracia que, durante casi 40 años, venía gobernando a Venezuela por órdenes explícitas del imperio yanqui y su Departamento de Estado. Desde sus medios de manipulación mediática y desinformación, calificaron de "bochincheros saqueadores" a quienes salieron a las calles a gritar, con sus acciones y sus voces, que el neoliberalismo no pasaría, en ese intento desesperado por asfixiar al pueblo venezolano.

Desenmascarados y arrinconados, los burgueses y sus partidos lacayos, agacharon su cabeza, sin dejar de acariciar la esperanza de recuperar la hegemonía y el poder político. Lo que ellos calificaron de "caos", a partir de los actos de finales de febrero del 89 y su arremetida masacradora desde el Estado represivo, a comienzos de marzo del mismo año, por la que quisieron contener al pueblo proletario que se expresaba como comuna y con deseos de tomar de inmediato, el poder político-militar e impulsar una nueva forma de producir sus bienes, no era un simple fenómeno coyuntural, sino la rebeldía de un pueblo contra sus explotadores.

Acostumbrados a disfrazarse y disfrazar todo, los burgueses y sus marionetas políticas llamaron "caos" a la rebelión popular de 1989 y "golpe de Estado" a la -también- rebelión popular y militar de 1992 (4 de febrero y 27 de noviembre). Por eso hoy, envalentonados por una cuota de poder conquistada en el ámbito legislativo de la Asamblea Nacional, ahora quisieran inventarse un "caos" de laboratorio para "devolver la pelota".

Olvidan los burgueses y sus operadores lacayos que los fenómenos sociales, las rebeldías genuinas ni la lucha de clases, son caprichos e invenciones de laboratorio, sino expresión del huracán que mueve a los pueblos en sus caminos hacia la libertad, la independencia y -como decimos en la Venezuela Bolivariana y Chavista- la Patria socialista.

El único disfraz que les queda, es el de insistir que son "demócratas" y defensores de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Antes de alcanzar sus objetivos, una vez más les habremos quitado la máscara. Este pueblo nació para vencer y no para ser vencido.



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Iván Padilla Bravo

Director del semanario cultural "Todos Adentro", medio adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura. http://www.mincultura.gob.ve/

 ivanpadillabravo@gmail.com      @IvanPadillaB

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