Como la producción de mercancías burguesas debe ser ofrecida para su correspondiente demanda, las transacciones que van surgiendo son protagonizadas por numerosos oferentes y numerosos demandantes, obviamente más de estos que de aquellos.
Son muchos productores de un mismo tipo de mercancías igualmente satisfactorias de una misma necesidad, algunas de mejor calidad que otras, algunas ofrecidas en mayor cantidad por algunos oferentes, y en menor por otros. En principio, las empresas ofrecen sus mercancías según el costo de su producción, sg. sus valores de cambio. Ya adelantamos que tales valores se truecan en "precios de producción". Luego, la oferta a esos p. de p. empieza a enfrentarse a la demanda; las actividades de producción quedan atrás para darle paso a las comerciales.
Ese juego de disparidades entre productores movidos por intereses personales y sin acuerdos previos entre los de un mismo ramo determina que sus ganancias de la venta suelan ser diferentes entre sí porque sus costos también tienden a serlo. Unos cuentan con trabajadores más expertos, otros con mejor organización técnica, otros con maquinarias de mayor rendimiento, con mejores materias primas, etc.
Las diferentes urgencias de liquidación de los inventarios también juega un papel influyente en la formación del precio final del mercado para cada día, cada semana, o para cada intervalo mayor durante cada año, ya que los créditos del financiamiento también son de diferentes vencimientos.
Ante ese escenario ingobernable por productores sin poder monopólico, cada productor toma como referencia el precio de la mercancía de su ramo para fijar tentativamente el precio de venta de la suya propia.
Esa conducta que asume cada productor va dejando a un lado el valor de sus mercancías que también-ya lo dijimos-son diferentes y determinados por la calidad de sus trabajadores, su número, la eficiencia de sus maquinarias, la mayor o menor proximidad geográfica de sus fábricas a los centros urbanos, etc., aunque sólo diferentes en cantidad efectiva de valor de cambio que probablemente tendrá en el mercado o valor para su cambio.
Ese valor sólo pasa a ser el marcador de la ganancia de cada productor, una ganancia derivada del precio de mercado, no fijado por ningún productor ya que surge como resultado de las transacciones de compraventas, una con más descuento que otras, unas sobrevaloradas, otras subvaloradas, ganancia derivada, decimos, entre el precio de mercado-ajeno a cada vendedor- y el valor o costo particular de la mercancía colocada a esos precios de mercado.
De manera que las empresas no calculan su costo de producción y a éste le añaden una determinada tasa de ganancia, no lo hacen; conocido el precio de mercado, a este le deducen su costo de producción. La ganancia para a ser una variable dependiente del precio que alcance en el mercado el valor de las mercancías preestimado como valor de cambio[1]. Los costos de producción también son derivados de esa misma diferencia por lo cual el valor pasa a ser el objetivo técnico y particular de cada productor a fin de obtener una máxima ganancia que, de acuerdo a esas 2 variables, precios de mercado y costo de producción (valor), se sale del ámbito fabril y pareciera tener como fuente la simple puja en los mercados y no la explotación de los asalariados dentro de cada fábrica.
Sólo en condiciones de una producción monopólica, el productor vendería su producción al costo de su producción más una ganancia física no monetaria que se quedaría en los inventarios. Sólo así se puede inferir que esos sobrantes invendibles son resultado de valores creados en las fábricas no pagadas al trabajador ya que la suma de los salarios y del valor consumido como cestas básicas de empresarios y trabajadores no alcanza para comprar toda la producción creada por dichos trabajadores.
La mayor parte de las ganancias[2] burguesas se hallan físicamente en los inventarios, exhibidores al mayor y detal, en los almacenes y depósitos fabriles.
[1] Cuando Marx (El Capital, Libro Primero), desdobla por primera vez la esencia dual de una mercancía en valor de uso y valor de cambio, él liga a nivel de fábrica el valor de cambio que posiblemente adquiera en el mercado como precio, o sea, identifica el costo de producción como valor de cambio, aunque éste valor sea un asunto estrictamente de la producción y no de fábrica. Marx lo hace porque por primera vez él plantea la circulación del capital y no se limita, como los clásicos, a tratar sólo la circulación de las mercancías, o circulación simple.
[2] Superávit, dividendos y afines tienen como respaldo las el valor de las mercancías en inventarios luego de pagarse los salarios y de que los principales dueños de cada empresa han satisfecho sus necesidades familiares. Las crisis financieras afloran cada vez que los accionistas desean hacer efectivas sus participaciones en esas ganancias y las empresas no tienen liquidez oportuna parta hacer frente a tales solicitudes.