Antes la consigna fue: Chávez vete ya, ahora se ha puesto de moda "Maduro renuncia ya". La historia parece repetirse.
Hasta quienes tienen una indudable vida de militancia en la izquierda, muchos de los cuales nunca le perdonaron a Chávez venir del seno militar y no haber sido un confeso marxista leninista, repiten como loros la misma exigencia de la derecha política más recalcitrante y contumaz que se haya conocido en toda la historia republicana.
No importa quién o quienes gobernarán después que salga Nicolás, los derechistas extremos se imaginan que Leopoldo es el hombre y que saldrá directo de Ramo Verde a Miraflores y el régimen de Pinochet quedaría en pañales ante un gobierno que tendría como meta extirpar al chavismo de la faz de la tierra; muchos de la ultra izquierda se imaginan que después de Nicolás deben venir transitoriamente el gobierno del pueblo en revolución y así después de lograr asaltar al cielo, en pocos meses eliminar cualquier gobierno porque el hombre estará definitivamente liberado y todos serán buenos y libres.
Mientras, el pueblo que sufre la dura crisis, sigue apostando, más por necesidad que por convicción, que lo que queda de chavismo serio y honesto en la dirigencia prevalezca, y no se deje terminar de derrotar, porque su sabiduría ancestral le repite que lo que ha fracasado no son las ideas de Chávez, ni la esperanza de una segunda independencia, ni el ideal del buen vivir, ni la posibilidad de que Venezuela llegue a ser un país independiente y soberano donde la riqueza se distribuya con justicia y equidad entre todos, ni la posibilidad instaurar el Socialismo en el país.
El gobierno, indudablemente infiltrado de enemigos de la Revolución y del socialismo, tambaleante, a veces parece apostar a su propio fracaso. La capacidad limitada de hacer respetar las decisiones que se toman, en función de proteger al pueblo y sus intereses, alimenta el desencanto en muchos.
Lo sesudos analistas coinciden, la mayoría, con la derecha más rancia, en el cuento de que el país está en ruinas, en que Venezuela es apenas harapos, en que todo los males que padecemos son culpa de Maduro ahora y antes de Chávez, que la economía debe dar un giro de 180° a la derecha y restaurar las propuestas neoliberales que ya fracasaron rotundamente en los 90.
Fracasó el rentismo petrolero, de la cuarta y de la quinta, fracasaron los corruptos, del sector público y del privado, que hoy como ayer, en nombre del pueblo y de sus derechos, engrosaron sus cuentas envileciéndose como personas, fracasaron quienes creyeron que la revolución estaba a la vuelta de la esquina y apenas gobernando ya la tarea estaba hecha.
El pueblo tendrá la última palabra, esperemos que logre discernir tanto los errores y equivocaciones de quienes gobiernan como las verdaderas y únicas intenciones de quienes ya el 6D lograron superar en votos a un chavismo que desde 1998 se fue configurando como invicto en las urnas.
Juan González.