Todavía hay quienes dudan de que nos encontremos ante el desarrollo de un Golpe de Estado contra Venezuela, contra el Gobierno que constitucionalmente preside Nicolás Maduro y contra toda su institucionalidad. ¡Convénzanse! ¡Esto es un Golpe de Estado!
Estamos, histórica y tradicionalmente, persuadidos de que todo Golpe de Estado es militar y cruento. No es así. Ciertos debilitamientos en la hegemonía política y militar estadounidense les ha llevado a que sus laboratorios en el Departamento de Estado y en el Pentágono hayan diseñado (y aplicado ya, con cierto éxito en algunos casos) se diseñaran nuevas formas de ejecutar golpes de Estado en los que las primeras víctimas son: la comunicación, la opinión pública, la esfera de lo simbólico y, por extensión, la memoria colectiva.
Está comprobada la sobrada eficiencia que tiene el memoricidio, como acción que asesina (al menos lo intenta y la debilita) la conciencia del pueblo, el sentido de arraigo, la soberanía y los valores. Por el memoricidio se mata la memoria. No hay disparos ni bombarderos (aunque, a veces, el desespero les lleve a usarlos ante la poca eficacia o la lentitud de su Golpe de Estado), hay poca sangre (salvo la de acciones de sicariato programado u otras prácticas como la del guarimbeo criollo).
Formalmente se asume al Estado como una estructura socioeconómica, política y militar que tiene la responsabilidad de administrar los intereses de la clase dominante, al costo que sea. La clase dominante, desde hace más de 200 años, es el capitalismo. Éste ha perfeccionado su manera de producir los bienes materiales, extendiendo la explotación de los seres humanos hasta en la producción de los bienes espirituales, intangibles, simbólicos. Ya lo intentaron y lograron los conquistadores de Abya Yala hasta convertirla en América. Nuestra cultura de producir y reproducir la vida fue, literalmente, exterminada. Apareció un Estado donde no lo había. Las relaciones entre los individuos comenzaron a estar mediadas por la explotación y expropiación de todos los bienes y, desde entonces, el capitalismo lucha más por vencer la memoria que la carne ("nos han dominado más por las ideas que por las armas", expresó Bolívar).
Ante un Estado como estructura socioeconómica, política y militar que tiene la responsabilidad de administrar los intereses de la clase dominante, pero comienza a resultar inoperante, el consenso entre clases (armonía aparente entre explotados y explotadores que hace sentir, a los primeros, contentos de que se les explote), surge la figura –la mayoría de las veces, militar- del Golpe de Estado.
Venezuela, capitalista y dominada, como la casi totalidad de las formaciones sociales en el mundo, se le salió del carril (al menos eso ha intentado con mucha firmeza, desde la Revolución Bolivariana y Chavista) a los capitalistas y se ha propuesto crear un Estado para abrirse paso victorioso en la superación del capital como cosmovisión y moral antihumana, de la humanidad.
Venezuela se sale del carril de los esquemas de dominación capitalista en una fecha que hoy es, históricamente, muy emblemática: el 27-f de 1989. En poco tiempo se expresa como rebelión político-militar y da a luz a un líder, que propone organización y acciones en torno al pensamiento del Libertador Simón Bolívar (también Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, como integrantes de lo que su movimiento denominó "el árbol de tres raíces"). Ese líder, el Comandante Hugo Chávez, se hace Presidente de Venezuela, por la vía electoral, en el último proceso controlado por la derecha gobernante entonces, en 1998.
Desde entonces, el Estado comienza a entrar en un proceso de transformaciones profundas, pero lentas, no siempre perceptibles, pero radicales, sí. Asamblea y proceso constituyente, mediante, Venezuela comienza a dar paso a su quinta oportunidad de conformarse en República, tal como lo habían soñado, hace 200 años, nuestros próceres libertadores e independentistas, con Simón Bolívar a la cabeza de los liderazgos. Nace la V República, ésta que hoy avanza, entre profundas dificultades, golpes de Estado y batallas diversas.
El Estado venezolano, en construcción Bolivariana y Chavista, se hace desde lo simbólico, desde la memoria y también desde el sentir e identificación de clase proletaria. Empieza a ser un Estado de nuevo tipo, para la independencia y la Patria socialista. Por eso un Golpe de Estado contra Venezuela y su pueblo patriótico es –en este momento- un disparo certero a la Memoria, a su imaginario, a su simbología a la raíz de su cultura.
No todos los golpistas lo entienden así, pero obedecen. No todos los patriotas lo entienden así, pero resisten. ¡Está en desarrollo un Golpe de Estado en Venezuela, en Nuestramérica, en la esperanza de los pueblos oprimidos del mundo! ¡Nos están apuntando a la cabeza, en mitad de la historia y la conciencia!