No estamos de acuerdo en solicitar, desde las filas de la revolución, la renuncia del Presidente Maduro. Sería entregarle el gobierno a la oposición… Sin embargo, la posibilidad que este escenario ocurra, si no en el año 2016, en el 2017, nos parece bastante alta, particularmente si no se producen cambios importantes en la conducción política de la revolución. Podemos perder la gran mayoría de las gobernaciones. Quizás 20 de las 23 en disputa.
El 08 de diciembre de 2015, dos días después del 6D, escribíamos lo siguiente: "El Presidente Maduro, más temprano que tarde, se verá obligado a renunciar. No estamos pidiendo que lo haga, tampoco lo deseamos, sólo estamos señalando otra consecuencia que nos parece obvia. En cualquier país del mundo, una derrota de esta magnitud traería también la caída del gobierno en ejercicio". Seguimos creyendo que ese escenario es el más probable porque conocemos al actual liderazgo revolucionario y pensamos que se van a empecinar en mantenerse en sus posiciones de poder. Creemos poco en la capacidad de sacrificio de ellos, o en el propósito de enmienda, en función de los intereses superiores de la revolución. Y tampoco creemos que el protagonismo que se la ha dado a Héctor Rodríguez constituya un cambio real.
Más recientemente hemos señalado que ese cambio de la actual dirigencia política, no del Presidente Maduro, "permitiría devolverle al pueblo la esperanza en el principal partido de gobierno, sacar a amplios sectores de la población de la indiferencia y el escepticismo en el cual se encuentran sumidos y, principalmente, permitiría reimpulsar al gobierno del Presidente Maduro y preservar el legado de nuestro Comandante Chávez".
No somos ingenuos. Quizás pecamos de ello, en nuestro anterior artículo, cuando solicitábamos la separación voluntaria de esta dirigencia. Quisimos establecer un referente moral, quizás imposible… En política los espacios no se ceden voluntariamente, se luchan y se conquistan. La demagogia es más propia de la política que la conciencia. En otras palabras, la responsabilidad es nuestra, de aquellos que nos sentimos comprometidos con el proceso revolucionario. Nosotros debemos conquistar esos espacios para enrumbar de nuevo a la Revolución y ayudar al gobierno.