Raudo avanza el desmontaje del gobierno revolucionario. Y es porque no hay, ahora mismo y fundamentalmente, revolución alguna, esto es, prendimiento de la ínclita ideología de izquierda tanto en humanas conciencias como sobre la pragmática realidad. Se mira y se siente en la calle.
Hugo Chávez hizo el trabajo de preparar las condiciones para el salto, tomando aparatos productivos, interviniendo como Estado ante excesos (trabajo socialistas que no comunista), organizando el poder popular, puliendo el concepto de participación protagónica ciudadana, revolviendo el agua de la historia y el paradigma burgués. Pero es claro que no se mantuvo la continuidad, teniendo en cuenta que debía de ser así hasta el final, inexorablemente, teniendo en mente que una revolución no se construye a cabalidad ni en diez ni en veinte años porque, sencillamente, requiere del cultivo de las conciencias generación tras generación. El gobierno del presidente Nicolás Maduro tuvo una caída y se fracturó.
Y lo que ocurrió fue que se dejo entrampar por la vena burguesa del poder. El peor de los escándalos que se le pueden atribuir a su mandato es el lío de los dólares concedidos dizque para importar alimentos y bienes, las empresas aquellas de maletín que desangraron a la patria, los mismo ciudadanos, cualesquiera de ellos porque no había ni control ni sanción alguna, haciendo de las suyas en paradisíaca impunidad. Es la explicación, en gran medida, de por qué las calles están como hoy las vemos, abarrotadas de gentes buscando qué comer, por otro lado, sin nadie que pague la necesidad de explicaciones y de justicia del venezolano. No hay presos más allá de pendejos gerentes de abastos, aunque por ahí señalen a un tal Nelson Osorio, personaje que, a fin de cuentas, no se da abasto para hacer de chivo expiatorio que tape tan enorme y compartido hueco de culpa.
Esto para hablar de las altas esferas del poder, netamente responsables. Pero si se habla de los bajos eslabones de la cadena delictuosa, siguiendo con el ejemplo de los alimentos, se tiene allí a los llamados "bachaqueros", los trabajadores informales que expolian al pueblo, eslabón último de la cadena sobre el que de ningún modo tampoco se hace nada. Existe una ordenanza municipal que prohíbe la comercialización con los alimentos básicos en Caracas, pero tal es un lujo, un escrito hermoso sancionado por la alcaldía a cargo de Jorge Rodríguez. ¿Por qué, entonces, la impunidad, de arriba abajo, desde el bachaquero de cuello rojo (gorgojo) hasta el vulgar bachaquero raspa-calles?
El desmontaje del gobierno se precipita sobre un marco internacional y doméstico de circunstancias, en medio de una guerra total que, aunque total y en gran parte de procedencia foránea, no justifica la evasión de responsabilidades. El cuento, cierto por demás, de guerra económica duró hasta el mes de enero, hasta que nomás la gente se cansó de oírlo y de pensar que servía para tapar responsabilidades.
De afuera incide en Venezuela:
*** Los EE.UU., ante la toma de la Asamblea Nacional por sus aliados opositores, se preparan para el golpe certero y prorrogan su declaratoria de que el país bolivariano es una amenaza hasta que Maduro se vaya
*** Colombia juega a la guerra, secundando a los EE.UU., sus jefes, manteniendo un poder latente de bases militares gringas en su territorio.
*** Guyana está ya comprada, lista y a la espera para el salto, para recibir petróleo y espacios por su apoyo a la causa desestabilizadora.
*** En Europa corre una ardua descolocación mediática contra Venezuela
*** Los aliados rusos y chinos tienen el inconveniente del distanciamiento geográfico, en caso de una eventualidad militarista.
*** La derecha política arrincona en América Latina, con Macri en Argentina, guerra contra Morales en Bolivia y Correa en Ecuador, y con la captura hace unas pocas horas de Lula da Silva en Brasil.
*** La OPEP es un instrumento de guerra contra nuestro país, penetrado por los EE.UU. y su caballo de Troya, Arabia Saudita, con precios de barril por el suelo. Venezuela, como país con mayores reservas, tendría que liderar la creación de una organización nueva.
De adentro incide en Venezuela:
*** Las colas para conseguir alimentos
*** La impunidad rampante: no hay ni un "chivo" preso.
*** La disecación de la política popular del gobierno basada en las misiones sociales, adelantadas sin contraloría, caldo de cultivo para mafias y corruptos administrativos. Por infeliz que parezca, el discurso de las misiones sociales, dicho como se dijo, sin contraloría, ha hecho el efecto de distanciar al gobierno de las masas populares a quienes beneficia. Si no hay disposición para controlar a las mafias que se enquistan en su seno, es mejor desmontarlas. Más daño hace la impunidad de su mal funcionamiento que la grandeza redentora de su creación.
*** La corrupción entre los militares, generales y coroneles cuya revisión de domicilios no resistiría una inspección que no resultase en acaparamientos de bienes y alimentos. Se les pudren las pacas de arroz mientras la gente, como pájaros, picotean el asfalto de la miseria por un grano o hacen colas de hasta ¡doce horas bajo sol!
*** Los inquilinos en las calles, clamando por viviendas e incumplimientos legales. Lo ridículamente cumbre en este aspecto es un punto de cuenta que Chávez dejó para comprar 100 edificios a favor de los ocupantes y el cuento es eso mismo, el cuento: como gestión de gobierno en sinergia con el pueblo no se ha logrado significativamente un carajo.
*** Los funcionarios de Estado y familiares ostentando riquezas groseras frente a quien tiene necesidades. ¿No es el país de todos, con parecidas oportunidades? Un semanario señaló que el ex vicepresidente Arreaza y la hija de Chávez se compraron una quinta lujosísima en el Country Club hace unos meses. Uno es un profesor universitario y la otra es la hija del líder de procedencia humilde de la revolución bolivariana, Hugo Chávez. ¿Cómo se estira el sueldo y el sentido común hasta esos extremos?
*** Alimentos Polar hace lo que quiere en Venezuela, gustosa de ver gente en filas detrás de sus rubros.
*** Sectores sin electricidad en el país, en Falcón, emblemáticamente, donde en abundancia o en crisis se les raciona el suministro.
*** Los cuerpos policiales sin lineamientos claros para el ejercicio y cumplimiento de la ley. No ha calado el mandato de coordinar efectivamente con las comunidades para resolver problemas. ¿De ser así, porque los informales bachaqueriles hacen de las suyas en el Mercado de Quinta Crespo, por poner un ejemplo? No se mencione que hay una ordenanza que los obliga al cumplimiento en la materia, pero hay que entender que la directriz de trabajo de los uniformados emana de las alcaldías.
*** La delincuencia común (los asaltos en el transporte público).
*** Los bachaqueros.
*** El agua potable, ya racionada por donde se mire.
*** La superinflación.
*** La escasez de medicamentos.
Tales ingredientes, de adentro hacia adentro y de afuera hacia adentro, sin duda fermentan en la actualidad y, a las pruebas se va, allí está la oposición rigiendo la Asamblea Nacional. Además, allí está la calle colérica y, si se habla de lo externo, he allí al gobierno de los EE.UU., envalentonado y a punto de pisar el mapa del suelo venezolano. Tal razonamiento de los ingredientes y fermentos pone en el tapete que es imposible evitar la ocurrencia de un llamado y eventual aprobación de un referendo revocatorio. La oposición política venezolana requiere de unos 4 millones de firmas para activarlo y, como se trata de un evento que apunta a lo presidencial, esto es, que jala mayor participación, no es difícil que junten tantas firmas si se atiende al hecho de que en las elecciones parlamentarias (que no son presidenciales) lograron casi 8 millones de votos. Además, téngase en cuenta lo siguiente, prácticamente un apotegma popular y de analistas políticos en la hora presente: si se hicieran elecciones ahora mismo, el gobierno las perdería.
Algunos comentaristas, menos severos, podrían desdeñar que tales ingredientes conduzcan a males tan grandes como la ida de Maduro o hacia una explosión social. Manejan números que apuntan el positivo logro gubernamental de baja de la pobreza extrema, aduciendo que en 1989, durante el Caracazo, fue lo que incidió en el acaecimiento del fenómeno social. Bastó con aumentar la gasolina para incendiar mechas. Pero a tales habría que indicarles dos puntos: (1) deben salir a codearse con otros venezolanos en una cola para que, como reza el dicho, descubran que La Guaira es lejos; y (2) deben considerar que el ser humano no es vivencia de pan nada más, tiene necesidades y compensaciones de otro orden, como la sed de justicia y necesidad de amar, y que los estadounidenses han hecho "maravillas" con la manipulación mediática sobre estas necesidades, difundiendo mentiras sobre cifras, justicias y amores, generado revoluciones de colores allí donde las condiciones de pobreza no han sido nada extremas. Échese un ojo a la historia contemporánea, ni tan lejos a la Wikipedia.
Lo único que positivamente puede incidir contra estos fermentos en la Venezuela presente es un estado de conciencia nacional socialista que, lamentablemente, no prendió en las masas o fue abortado en su proceso de prendimiento con el último comportamiento anómalo del gobierno bolivariano. Y sirva la presente indicación para extender la pena o culpa de lo que ocurre en el país hacia la gente en la calle, el pueblo, el electorado final, quien da muestras dolorosas de descomposición personal con comportamientos nada dignos ni humanistas como la competencia, el carroñerismo, la violencia y la insidia. ¿No lo cree? Haga cola o estreche la mano de un bachaquero. No hay la humanidad ideal del animal humano conquistado y sometido por la fuerza de la disciplina y el intelecto, es decir, no hay conciencia. De paso, súmese la renuencia de los gobernantes a bajar hasta el piso del simple mortal para trabajar con sus problemas.
Blog del autor: Animal político