He leído diversas teorías acerca de la partida de nuestro Comandante.
Que si murió en La Habana, que si murió en Venezuela. Se discurre también acerca de su posible asesinato.
Chávez realmente murió en Venezuela como todos sabemos. Y también en Cuba. Igualmente en Argentina, en Bolivia y en Ecuador. Hasta en Rusia y en China dejó Chávez constancia de su partida a la inmortalidad. Pero es que morir en tantas Patrias es como vivir en el corazón de la Humanidad.
Algo muy grande había en ese hombre que hoy lo recordamos con afecto y reconocimiento. Aún en aquellos rincones de la Tierra donde huele a azufre se recuerda a aquel hombre sencillo que caminó en medio de la lluvia a fundirse con su Pueblo, a quien dio su vida y su amor. Ese hombre nos convirtió en una amenaza inusual y extraordinaria.
Su paso fugaz por este plano terrenal se debió a que vino a señalar el rumbo que se había perdido en el mundo. Apareció un 4 de febrero sin que lo anunciaran las escrituras, cuando estábamos ayunos de redención y dijo Por Ahora… Y en esas dos palabras, la plenitud… Fue así que comenzamos a hablar de socialismo, cuando esta palabra había desaparecido de la faz del mundo.
Y de amor a la Naturaleza. Chávez revivió la esperanza del mundo en otra vida distinta a esta que depreda la Pacha Mama. Desde la Sierra de Perijá se siente algo, como un murmullo. Y son los árboles, y los pájaros, y los ríos comentando entre ellos tu amor a la vida, a la gente, a la Naturaleza.
Y de amor a los humildes, como Cristo enseñó.
Estuvo un tiempo con nosotros y se quedó para siempre para darnos su ternura.
El Pueblo siente tu afecto, sabemos que nos quieres.
No es cualquier cosa que un Pueblo sienta que es querido por un Presidente.
Por eso debe ser que hay quien dice haberlo visto en ciertos días de lluvia.
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