La mañana del jueves siete de abril, un grupito de agitadores pagados por el oposicionismo -escoltados a relativa distancia por algunos paramilitares de los importados por la frontera con Colombia- y dispuestos a colocarse una hoja seca de hierba sobre el hombro, para desafiar al primero que se le atravesase, con la (ya poco usada) frase de "¿Queaquenó me quitas esta pajita?", intentaron armar un alboroto entre las esquinas de San Francisco y Pajaritos, del centro de Caracas.
¿La razón?... ¿Acaso hace falta razón? O ¿basta con la sinrazón habitual de los lambezuelas de sus amos, de lo soberbios del imperio yanqui? Bueno, asumamos que la razón era complacer a la mediática imperial, representada por CNN y Fox, además de algunos impresos de este mismo vecindario, como Clarín, Mercurio, El Tiempo, El Comercio, Excelsior o de Europa, como El País, por nombrar sólo algunos. Necesitan seguir agitando en torno a noticias inventadas en los laboratorios del Departamento de Estado imperial, del Pentágono y de la CIA, que dibujan una imagen dictatorial y perversa del presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro. A quien se proponen deponer.
Bueno, pero fíjense, amigas y amigos lectores de este Quinto malo de hoy. El asunto es que el mismo jueves de reyertas y provocaciones callejeras, por parte del oposicionismo, mucha gente pudo observar que en el edificio donde funcionan las oficinas de las y los parlamentarios de la Asamblea Nacional, ubicado en la esquina de Pajaritos, los ojos de Chávez, que de manera simbólica coronan la parte más alta de la torre, han empezado a ser cubiertos por "una lechada" que ablanda los colores impermeables del dibujo y que debe permitir a los agresores apátridas que, en muy poco tiempo, puedan eliminar de la fachada Los Ojos de Chávez.
Al igual de lo ocurrido en el salón de sesiones del parlamento venezolano, en el Palacio Federal Legislativo, cuando expulsaron y vilipendiaron los cuadros de Simón Bolívar y de Hugo Chávez, retirándolos del lugar y bailando mofas en torno a los hechos, ahora también quieren seguir atacando los símbolos de la Revolución Bolivariana y Chavista. Provocan así al pueblo digno y patriota, al que quieren ver desbordado en las calles y confrontados en guerra civil, para justificar el zarpazo definitivo del imperio, el golpe de Estado contra Nicolás Maduro y el freno de la Revolución Bolivariana y Chavista, como esperanza de los pueblos del mundo que añoran su libertad, la superación del capitalismo y la construcción del socialismo.
Nos pretenden ofender. Van a seguir atacando nuestros íconos, nuestra memoria, nuestros símbolos y por esa vía llevarnos a confrontaciones que, ellos quisieran, devinieran en cruentas. Que se convirtieran en guerra civil y fraticida.
Están demostrando –está demostrando esa derecha cruel, sanguinaria, apátrida y contrarrevolucionaria- que son unos cobardes y que ni cojones (ni dignos ovarios) tienen, para aguantarle la mirada de amor y dignidad del Comandante Supremo Hugo Chávez. Nunca fueron capaces de mirarle a los ojos en vida. Y ahora, cuando la mirada en gráficas de nuestro Comandante Supremo, es una vigilancia de nuestras estrategias, de nuestro Plan de La Patria, de nuestra independencia y sociedad socialista, la canalla quiere borrarla, desaparecerla de los espacios donde ella se manifiesta.
¡Están cagaos! ¡Es que saben que no pueden! ¡Es qué no le aguantan la mirada!